Dark Souls III ya está aquí y serán muchos los que se inicien en la franquicia por esta tercera y magnífica entrega. Si estáis en dicha situación, podéis estar tranquilos ya que, igual que ocurriera con la segunda parte, Dark Souls III no es una secuela directa per se. Controlaremos otro personaje, recorreremos otra región, nos encontraremos con otros amigos y enemigos y, en definitiva, viviremos una historia totalmente distinta.

Ahora bien, el retorno de Hidetaka Miyazaki a las labores de dirección y game design ha desembocado en un número de conexiones y referencias a entregas anteriores mucho mayor (son decenas las referencias al primer Dark Souls), al contrario de lo que ocurriera en un Dark Souls II muy ligeramente referencial. De nuevo, no es necesario en absoluto el haber jugado anteriores entregas para disfrutar Dark Souls III pero sí es recomendable conocer las bases sobre las que se construyó una de las franquicias más queridas de los últimos años. Así pues, allá va nuestro breve y claro repaso a la fundación de saga. Evidentemente, ¡alerta de spoilers!

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La tierra en la que se encuentran Lordran (Dark Souls), Drangleic (Dark Souls II) y Lothric (Dark Souls III) fue, en sus orígenes, una masa amorfa poblada únicamente por los dragones eternos y los árboles gigantes. Así fue hasta que, de repente, apareció el fuego: un mundo sumido en la oscuridad se vio iluminado por la denominada como Primera Llama. Esta luz salida de las profundidades del mundo contenía Grandes Almas que otorgarían poderes propios de los dioses a aquellos que las poseyeran. Estos fueron Gwyn, el señor de la Luz Solar, Nito, el primero de los muertos y la bruja de Izalith y sus hijas. A su vez, el furtivo Pigmeo, el primer ancestro de la humanidad, consiguió el Alma Oscura. Al principio, solo había dragones eternos y árboles gigantes

Tiempo después, ya en la Edad del Fuego, estos Señores y sus ejércitos comenzaron una guerra contra los dragones con tal de obtener el dominio en la tierra. Gwyn utilizó el poder del rayo para destruir las escamas de los dragones, la Bruja de Izalith y sus hijas destrozaron los arboles con tormentas de fuego y Nito desató una plaga que consumió a sus enemigos. La colaboración de Seath el descamado, un dragón que traicionó a los de su especie, culminó en la aniquilación de los dragones.

Tras una larga etapa en la que prevalecieron la luz, el fuego y los tiempos prósperos para los humanos, las almas de los Grandes Señores y la Primera Llama comenzaron a perder intensidad. La Bruja de Izalith intentó crear una nueva llama pero no lo consiguió y el proceso provocó que ella y sus hijas acabaran convertidas en horrendos monstruos, corrompiendo y demonizando el mundo entero. Gwyn, en un último esfuerzo por mantener encendida la llama, se sacrificó con la intención de avivarla, naciendo así la maldición de los no muertos y provocando la corrupción de su amplio ejército.

Dark Souls resumen

Mucho tiempo después, como el no muerto elegido, empezaba nuestra aventura en Dark Souls, viajando por las tierras de Lordran con el fin último de enlazar la llama como Gwyn hizo en su momento, alargando la Edad del Fuego y eliminando la corrupción que poblaba el continente. En el proceso, el jugador se veía obligado a reunir las almas de los Señores y acabar, entre otros, con la Bruja de Izalith, Seath el Descamado, Nito y los Cuatro Reyes de Nuevo Londo (no hay jugador, además, que no recuerdo las historias y enfrentamientos de Artorias y Ornstein y Smough). Una vez conseguidas tales hazañas, la batalla contra Gwyn aguardaba.

El mundo de Dark Souls está sumido en un ciclo de luz y oscuridad

Ya finalizado nuestro duelo contra el Señor de la Luz, dos opciones se nos presentaban: seguir sus pasos y enlazar el fuego, prolongando la Edad del Fuego o dejar que la llama se consumiera y vernos sumidos en la Edad de la Oscuridad, tomando el papel de Señor Oscuro. Una decisión que, al fin y a la postre, poca o ninguna repercusión tendría en el futuro. Recordad que habitamos un mundo en el que el destino no es otro que el de mantener un ciclo perenne y cambiante entre la luz y la oscuridad.

De hecho, Dark Souls II dejó a un lado el presentar las consecuencias de la elección del jugador en la primera parte y nos presentó una historia paralela y prácticamente del todo inconexa en la que la luz volvía a surgir. Pero, como hemos comentado, Hidetaka Miyazaki ha tenido a bien pasar por alto, salvo por algunos guiños y referencias menores, la historia contada en la segunda parte de la franquicia.

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Y así llegamos a la tercera parte. ¿Por qué es necesario saber todo esto? Conocer el estado primigenio del mundo y su tendencia cíclica es un primer paso para adentrarnos en una historia que abrirá dos interrogantes por cada respuesta que encontremos. El legado de Gwyn, el primer ser que enlazó la llama, está muy presente en una aventura donde nuestro deber no es otro que reunir a otros cinco Señores de la Ceniza, aquellos que en algún momento de la historia avivaron la llama, con tal de que ésta no termine apagándose de nuevo.

Fuentes a consultar

El universo y folclore de Dark Souls es imposible de sintetizar en tan pocas palabras. Son muchos los lugares, personajes e historias que han presentado sus dos primeras entregas y que, de un modo u otro, se dan cita en Dark Souls III. Por ello, si queréis conocer más sobre el trasfondo de la franquicia, os dejamos las siguientes fuentes de referencia.

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