"¡Master! ¡Master!" Impacta cuando escuchas esa palabra repetida y gritada por 50.000 personas en un concierto de Metallica, especialmente por esa pequeña pausa y silencio que hay entre una y otra. Es la llamada de uno de los estribillos más icónicos del heavy metal y de una de las caras más comerciales del thrash metal. "Master of Puppets" no es solo uno de los hits de Metallica, es también una declaración de intenciones, una crítica a una sociedad manejada por unos hilos que vienen de la política y de la economía. Y justo esos hilos son los que se unen a las cruces de las tumbas que refleja la portada del álbum, que justo hoy cumple 30 años en el mercado:
Incluye 'solo' ocho canciones, algo normal en el thrash de la época (no hay más que repasar el Hell Awaits de Slayer, Peace Sells... but Who's Buying? de Megadeth, Spreading the Disease de Anthrax o Bonded by Blood de Exodus; otros referentes del género y coetáneos a Metallica), pero la diferencia es que en Master of Puppets James Hetfield y Lars Ulrich, principales compositores del trabajo, decidieron seguir la estela marcada en Ride the Lightning (1984), es decir, canciones que no fueran un mero puñetazo de rabia y velocidad condensadas en poco más de tres minutos, que tengan estructuras más complejas, cambios de ritmo, destiempos, muchos más riffs de lo habitual y, quizá lo que cambió todo, un acercamiento hacia el estilo exitoso de grupos como Iron Maiden, Judas Priest o Bon Jovi, que ya triunfaban en aquellos años.
Esto se refleja en un equilibrio entre un thrash afilado pero refinado y en unas melodías pegadizas que posibilitaron que este álbum estuviera durante 72 semanas consecutivas en el Billboard 200, el listado de los discos más vendidos de Estados Unidos. Además, fue la primera vez que Metallica consiguió un disco de oro por su música. A partir de este momento dejaron de ser underground y titanes como Ozzy Osbourne quisieron llevárselos de gira como teloneros. Poco a poco fueron cambiando las salas de un tamaño considerable a estadios y recintos abarrotados de gente en festivales.
De la misma manera que otros grupos de thrash, lo que Metallica estaba haciendo con su música era aprovechar para contar historias y criticar lo que no les parecía bien. Mientras en el rock más comercial las letras seguían tratando de amor, fiesta y pintalabios, Metallica presentó temas como "Disposable Heroes", una crítica contra la guerra (tengamos en cuenta lo que significa eso para una banda estadounidense, primera potencia mundial y orgullosa de sus batallas y conflictos ganados), "Leper Messiah" (que Mustaine ha reclamado en más de una ocasión como co-autor, aunque Lars y James lo nieguen), contra la hipocresía de la televisión, o "Battery" o la propia "Master of Puppets", que hablan de violencia y de una sociedad manipulada.
La instrumental "Orion", en la que destacó especialmente el buen hacer del bajista Cliff Burton, fue otra prueba más de que aquello no era un álbum cualquiera de otra banda de thrash. Tenían inquietudes musicales (Hammet estudió con Joe Satriani para mejorar su técnica, Ulrich tomó clases de batería y Hetfield cambió su manera de cantar para sonar más redondo y 'melódico') y, aparte, dio la casualidad que rockeaban muy duro. Una combinación explosiva que surgió, sobre todo, en Master of Puppets.
¿Lo mejor? Que el éxito del álbum y del grupo vinieron sin ayuda de la MTV o las radios, sino a base de tocar y tocar. Estuvieron cinco meses de gira por Estados Unidos y dieron el salto a Europa en la segunda mitad de ese año. Lamentablemente, en Suecia, ocurrió la desgracia: murió Cliff en un accidente de autobús. A pesar de la tragedia, el grupo decidió seguir adelante y buscar un reemplazo (que acabó siendo Jason Newsted).
Master of Puppets no solo cambió el thrash metal (lo empujó a ser más elaborado y brillante), sino que sirvió para que el heavy metal siguiera evolucionando, y la prueba está en lo mucho que ha influenciado Metallica en las generaciones de bandas venideras. De hecho, no es atrevido decir que muchos riffs y buena parte del sonido de grupos que escuchamos hoy beben de este álbum. Por supuesto, sobra decir la influencia que tuvo en nosotros. ¿A cuántos millones de personas marcó este LP? ¿Cuántas personas crecieron con él?
En definitiva: felices 30, Master of Puppets \m/