Algo anodino como el cambio de bandera de un país austral, cuya población no supera a la de la Comunidad Valenciana o al estado de Nuevo León, puede convertirse en una noticia de interés mundial si las nuevas propuestas simbólicas son lo suficientemente atractivas. Es lo que ha ocurrido con el cambio de bandera de Nueva Zelanda. Las propuestas de diseño que se fueron convirtiendo en finalistas tenían en muchos casos una calidad muy alta y sobre todo una perfecta representación del espíritu ancestral neozelandés.
Estas son las actuales banderas de Australia (superior) y Nueva Zelanda (inferior). La segunda es tan parecida a la primera que ha acabado siendo uno de los principales argumentos para el cambio.
Este diseño para el cambio de bandera fue el segundo en las votaciones.
Y este fue el primero, que se tuvo que batir con el actual en las votaciones. Silver Fern o "helecho plateado".
En todos los casos se ha mantenido el mismo motivo, las cuatro estrellas que representan la constelación de la Cruz del Sur. Y en las nuevas propuestas se ha omitido la bandera británica, que ocupa aproximadamente un cuarto del paño. Finalmente el pueblo neozelandés ha votado tras una campaña que ha costado decenas de millones de dólares durante los diez meses que han transcurrido desde que comenzó. Y por un 56% de votos a favor, ha ganado la bandera actual. Más allá del cambio del símbolo por excelencia del país, también da una pista sobre un trasfondo más trascendente, y es que esta propuesta llegó en medio de la aspiración de parte del país para convertirse en una república independiente y abandonar la Commonwealth británica. Otra década será.