Puede que si hoy en día te acercas a un colegio y preguntas a qué están jugando, el 90% de las respuestas sean Minecraft. Pero hace unos años los chavales no se pasaban las tardes poniendo bloques, se las pasaban recorriendo Kanto, Johto o Hoenn con unas cuantas Pokéballs en la mochila. No había niño que no hubiese visto alguna vez la serie animada o alguna de las películas, que hubiera jugado con los "tazos" que regalaban con las patatas o hubiera coleccionado cromos (¿Vosotros también ibais los domingos a la plaza para hacer cambios?). Y por supuesto tampoco existía nadie que no supiera quién era Pikachu: Una rata amarilla de mofletes sonrojados y electricidad suficiente como para abastecer a una ciudad pequeña. Era la mascota perfecta y todos envidiaban a Ash por ello.
Pikachu era la mascota perfecta y todos envidiábamos a Ash por ello
Hoy se cumplen 20 años del inicio de esa locura llamada Pokémon, un fenómeno que ha marcado a toda una generación. Es difícil no impactar cuando los tentáculos de la franquicia se extienden a medio mundo y adoptan todas las formas imaginables: películas, series, juguetes, figuras, juegos de cartas, videojuegos, tiendas temáticas, libros, ropa, peluches... Un negocio redondo que ha convertido a Pikachu en el Pokémon de los huevos de oro para Nintendo y Game Freak.
Es difícil negar el éxito de una franquicia que ha vendido alrededor de 250.000.000 de copias de sus juegos, o que en todo este tiempo ha estrenado más de 34 títulos para 9 consolas distintas, 18 películas y 5 series con un total de 19 temporadas. El éxito ha sido rotundo, sin embargo, problemas como la pérdida de carisma de los nuevos pokémons, títulos que no han sabido estar a la altura o evolucionar como se esperaba y la perdida de oportunidades como el boom de los juegos móviles han acabado pasando factura.
Una relación de altibajos
Yo mismo he vivido la locura Pokémon en primera persona. Desde su llegada y hasta el presente la he visto crecer, subir de nivel y evolucionar. Y como todos los niños de “la primera generación” he mantenido una relación que, cómo todas, ha pasado por varias fases:
1. Descubrimiento. En mi caso llegó con la segunda generación: Oro, Plata y Cristal. Cuando después de engancharme a la serie mis Reyes Magos me regalaron una GameBoy Color amarilla en la que descubrí que podría vivir las mismas aventuras que Ash. Son los momentos de tu primera gran decisión: agua, hierba o fuego. Los de aprender a luchar y, sobre todo, a entrenar. Los de conocer un mundo que (para mi yo de 7 años) parecía inabarcable. Es tu fase de novato, no tienes mucha idea pero quieres aprenderlo todo.
2. La edad de oro. Es la fase en la que el juego se empieza a poner serio. Por primera vez aceptas de verdad el reto de cogerlos a todos. Ya conoces la mecánica del juego y empiezas a perfeccionar tus técnicas de “caza” y lucha. En mi caso llegó con Pokémon Zafiro y Esmeralda, cuando los juegos llegaron a un punto óptimo de madurez y el reto de “hacerte con todos” estaba en unos “asequibles” 386 pokémons distintos.
3. Saturación. Te encanta Pokémon, has pasado incontables horas recorriendo cada región. Es posible que hasta incluso las conozcas mejor que tu propia ciudad. Sin embargo, ya no es lo mismo. Has crecido, has cambiado, pero Pokémon sigue siendo igual. Con lo bueno y lo malo. La historia se hace repetitiva y el reto de cogerlos a todos pierde interés después de intentarlo por cuarta vez. Por no hablar de que ya hay más de 700 pokémons distintos y no tienen el carisma de antes.
4. Nostalgia. Especialmente en días como hoy. Hace tiempo que no te pones el traje de entrenador pero no olvidas las tardes en el parque luchando con tus amigos, ni la emoción que sentiste al capturar tu primer legendario, ni la sensación de superación cuando ganaste tu primera Liga Pokémon después de una dura lucha contra el Alto Mando. Son momentos en los que rebuscas en el cajón para encontrar tu vieja GameBoy o decides emprender una nueva aventura en tu 3DS.
Puede que mi historia no represente a todos los fans, pero sigue unas pautas que me he encontrado incontables veces entre mis compañeros y amigos.
La evolución de la saga
Dejando a un lado el universo, una de las cosas más especiales de Pokémon en estos veinte años es la forma en la que ha evolucionado y crecido al mismo tiempo que la tecnología móvil.
Todo comenzó como unos simples Pixel Art en escala de grises y hoy en día no solo tenemos modelos a todo color, si no que además están diseñados con todo lujo de detalles en tres dimensiones. Y lo mismo ha ocurrido con los movimientos y animaciones, que han pasado de un simple desplazamiento lateral acompañado de un efecto sonoro a auténticas coreografías.
El último juego de Pokémon ocupa 4595 veces más que el original
Los nuevos procesadores y los cartuchos con mayor memoria también han ayudado de forma increíble a los juegos, que ahora cuentan con mundos mucho más grandes y llenos de detalles. Lógico si tenemos en cuenta que Pokémon Rojo y Azul apenas ocupaban 370 KB mientras que Pokémon X e Y necesitan 1.7 GB de espacio. Puede que como sandbox no resulte tan espectacular hoy en día, especialmente si lo comparamos con la infinidad de Minecraft, pero en 1996 fue el primer mundo abierto al que jugaron millones de niños.
Aunque si hay una parte de la saga que realmente se ha aprovechado de la evolución tecnológica son el intercambio y los combates. Quién no recuerda esas tardes en el parque, donde un grupo de amigos se reunía con sus GameBoy Color, una copia de Oro o Plata y unos cuantos cables Link. Eran tardes de duras batallas, pero sobre todo de negociaciones (a la altura de un pacto de gobierno) para decidir que intercambios se iban a realizar. Unas negociaciones especialmente duras cuando se trataban de ejemplares difíciles de conseguir como los “Legendarios”. Con el tiempo el cable dejó paso a la conexión inalámbrica y con la llegada de DS ya ni siquiera hacia falta estar en la misma habitación gracias a internet. Las cosas puede que se hayan vuelto más sencillas, pero también ha perdido gran parte de su encanto.
De hecho, el único pero que se le puede poner a Game Freak y Nintendo es lo mal que han llevado la llegada del Smartphone. Han pasado más de 9 años de la presentación del primer iPhone y no es hasta ahora que por fin se han puesto a trabajar en llevar a Pikachu y compañía a nuestros móviles con Pokémon Go.
Larga vida a Pokémon
Puede que hoy en día Pikachu y compañía no tengan el mismo poder y reconocimiento que antaño, pero seríamos unos necios si negásemos el impacto que ha tenido Pokémon en la vida de millones de niños. Los años no han pasado en balde y ha sufrido un desgaste tremendo. En parte por el propio paso del tiempo y también por una serie de decisiones que han acabado por convertir lo novedoso en repetitivo. No es fácil mantener el asombro durante tantos años, pero eso no hace desaparecer la sensación de que se podría haber hecho mejor (especialmente estos últimos tiempos).
Aún así The Pokémon Company sigue con las mismas fuerzas y ganas que hace 20 años de divertir, asombrar y conectar a millones de personas bajo un mismo universo. Ayer mismo conocimos los títulos de los que serán los juegos de la séptima generación: Pokémon Moon y Pokémon Sun. Y por si fuera poco quedan pocas semanas para conocer todos los detalles de Pokémon Go, el juego para móviles que llevará el universo de los monstruos de bolsillo al mundo real.