Samsung, al igual que dios, Starbucks y los veganos, es omnipresente. Piense usted, lector, en un tipo de producto tecnológico. ¿Lo tiene? ¿Sí? ¿A que Samsung fabrica uno así? Teléfonos, tablets, portátiles, televisores, cámaras, relojes, auriculares, altavoces, lavadoras, neveras, unidades de almacenamiento… Oh, un momento, hay algo que Samsung no fabrica: cámaras de acción. Oh, otro momento, ahora sí. Casi.
La Gear 360 es la nueva cámara de acción de Samsung, que como sugiere con su nombre, graba en 360º gracias a sus dos lentes ojo de pez. Ciertamente es impresionante su ángulo de grabación: durante el rato que pudimos probarla, un compañero de prensa estaba perpendicular a ella, entre sus dos lentes, y podíamos ver su cara perfectamente.
Su diseño entra por los ojos: recuerda a un BB-8 al que han separado la cabeza del cuerpo, a una maraca en miniatura y a una suerte de R2-D2 cuando abrimos su mango y queda en modo trípode.
No obstante, tiene algunas carencias: no es acuática, uno de los mayores argumentos de venta de estas cámaras, poder grabar cuando un smartphone (muy habitualmente, no resistente al agua) no puede hacerlo: playa, piscina, río, etc.
Por otro lado, parece una cámara muy orientada al uso estático, pero tampoco tiene la función de cámara de vigilancia, ya que se puede ver a través de ella mediante una app, pero sólo estando conectado a la misma red Wi-Fi. No hay servidores que permitan verla en remoto para, por ejemplo, vigilar a las mascotas o monitorizar un negocio en horario de cierre.
¿Qué es lo que ofrece entonces? El hecho de que sea en 360º da una buena pista: quiere ser una patita más en el creciente ecosistema que está regando Samsung: realidad virtual hecha por uno mismo. Con el Galaxy conectado al Gear VR, es posible ver vídeos en 360º de forma inmersiva, también en directo, aunque hará falta una conexión de banda ancha y un router capaces de transmitir a la velocidad que requiere. El Gear VR es una boca hambrienta que exige a Samsung no sólo sustento, sino también goce del paladar. Es eso o vivir del regusto de las primeras semanas e, inevitablemente adelgazar.
La mala noticia es para GoPro, que suma a su desplome de ventas y popularidad un nuevo competidor con más capacidad de producción, distribución, marketing y acuerdos con partners que nadie en el mercado.