Después de unos años en los que Ubisoft ha encadenado demasiadas decisiones cuestionables, Far Cry Primal llega apenas sin hacer revuelo. ¿Mano de pintura a lo que conocemos? ¿Expansión venida a más? ¿Una de las primeras sorpresas de 2016? Os contamos lo que pensamos del viaje del estudio galo a la Edad de Piedra. Parece que los jugadores somos inconformistas por naturaleza, ¿verdad? No es noticia que Ubisoft lleva años tomando decisiones un tanto desacertadas para con su público como mostrar videojuegos que poco o nada tienen que ver en lo técnico cuando llegan a las tiendas, sobreexplotar franquicias como Assassin’s Creed o anunciar con excesiva antelación, incluso tres años antes de salir, sus proyectos.

Con Far Cry Primal corrigieron todo eso, en cierto modo: lejos de plantearse extenuantes (para ellos y nosotros) campañas de marketing a largo plazo, el juego se anunció tres meses antes de su fecha de lanzamiento, mostrando un gameplay sin trampa ni cartón y presentando un drástico cambio de aires. Y aun y con eso, reinaban las dudas y la desconfianza.

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Cierto es que el escueto plazo de desarrollo en el que parece haberse movido Far Cry Primal y los métodos de comunicación elegidos por Ubisoft podían llevar a pensar que estábamos antre una entrega menor o una pseudo expansión como lo fuera el divertidísimo Blood Dragon. Y otra cosa no pero Far Cry Primal está muy lejos de ser una entrega menor.

De hecho, son varias las facetas del juego en las que, añadidos y pequeñas innovaciones mediante, Primal es más profundo y presenta más contenido que las últimas dos entregas. Pero vayamos por partes y respondamos primero la duda que envuelve este proyecto desde su mismo anuncio: ¿es Far Cry Primal una experiencia lo suficientemente diferenciada del resto de juegos de la franquicia?
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La vida animal y el entorno natural, grandes valores de Far Cry PrimalY, en mi caso personal, la balanza ha terminado decantándose por el sí. La estructura jugable, la forma de controlar a Takkar, nuestro personaje, es un calco de lo visto en anteriores aventuras pero, más allá, en cómo se recorre el extenso mapeado de Oros llegan las primeras diferencias: la Edad de Piedra nos obliga a olvidarnos de los vehículos que conocíamos y, solo cuando mejoremos lo suficiente a nuestro personaje, los mamuts, osos y ciertos felinos harán tal labor. Antes de eso, tocará andar, andar y andar.

Algo que, sorprendentemente, no llegó a cansarme en ningún momento debido a lo bellísimo del paisaje que se presenta. Cada pequeña gruta o gran cueva, cada paso montañoso y cada zona acuática luce de maravilla en un Dunia, el motor gráfico de Ubisoft, que vuelve a ofrecer un resultado notable. No hay nada tremendamente puntero en el conjunto pero el recorrer explanadas repletas de vegetación mientras se divisan decenas de árboles y grandes picos montañosos a lo lejos, sin que nada se note fuera de sitio ni el aspecto técnico empañe la experiencia, es toda una gozada.

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Y en ese disfrute de lo que nos rodea, Far Cry Primal sabe encontrar su hueco y lucirse. Al fin y al cabo, el aumento drástico en clases y especies de vida animal tiene su influencia más allá del terreno puramente jugable del que hablaremos luego. En uno de los aspectos donde más ha disfrutado ha sido en el recorrer los bosques a medianoche mientras escuchamos el viento soplar, el movimiento de las hojas de los árboles y los distintos ruidos y sonidos emitidos por depredadores, reptiles o aves que nos rodean en todo momento. Y más allá, las situaciones que provocan las criaturas cuando se persiguen unas a otras, pelean o huyen en grupo es algo que sigue sorprendiendo ver.

Con una historia menor, Primal lo apuesta todo a la progresión y mejora de personaje

Si hablaba antes de ciertos puntos donde Far Cry Primal sabe rascar un poco más que sus predecesores, el más claro y sobresaliente es el de la progresión. Ubisoft Montreal, conscientes de la difícil tarea que resulta enarbolar una trama con el suficiente interés (esta no lo tiene en absoluto) en un contexto con tantas limitaciones narrativas como este, lo apuesta todo a los distintos sistemas de mejora de nuestro personaje. Takkar se asentará al principio de la aventura en una zona que, poco a poco, irá acogiendo a decenas de nativos de su tribu. Para aumentar dicha población tendremos que acometer cualquier tipo de misión (principal, secundaria o emergente) y, además, habrá ciertos personajes únicos que, una vez sumados a nuestro grupo, nos permitirán mejorar drásticamente nuestro personaje.
Así, nos encontraremos con el guerrero que nos permitirá tener acceso a un armamento mayor y más variado, la recolectora que nos abrirá un árbol de habilidades centrado en los ingredientes curativos o el chamán que, experiencias oníricas mediante, centra sus beneficios en la doma y el control de los distintos animales que nos rodean. Una pena, eso sí, que ciertas actividades secundarias con las que reunir más habitantes sean tan monótonas y poco inspiradas como el escoltar a cuatro NPC por un camino recto o ir a punto concreto a matar a un enemigo dado.

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Este es, claro, otro de los puntos clave. Son alrededor de veinte los animales que, con distintos atributos y habilidades únicas como la resistencia al fuego o la detección de enemigos cercanos, podremos amaestrar y llevar a nuestro lado para hacernos las cosas más fáciles a la hora de cazar, infiltrarnos en campamentos enemigos o movernos por Oros. También, por ejemplo, se deja atrás la cámara de fotos en pos de un búho que, aunque quizá exageradamente efectivo, nos permitirá sobrevolar el mapeado, detectar enemigos e incluso atacarles con distintas bombas o una espectacular (y peliculera) caída en picado.

Y junto a la época histórica elegida y la capacidad de domar a las bestias, el otro cambio rápidamente distinguible de Far Cry Primal es el combate. La utilización del arco básico sigue siendo un calco pero los garrotes y lanzas harán que el cuerpo a cuerpo tenga mucho más peso en nuestros enfrentamientos (que, y esto es un tanto extraño, pueden llegar a ser excesivos en cada trayecto). Y aquí, una de cal y otra de arena: las sensaciones de peso e impacto de las distintas armas cumplen con nota pero es inevitable echar de menos un mayor dinamismo en las refriegas en distancias cortas debido a, por ejemplo, la ausencia de movimientos de esquiva. Esos encontronazos que terminan convirtiéndose en un “a ver quién aguanta más golpes sin moverse” juegan en contra de la experiencia general.

Conclusión

Far Cry Primal ha sido justo lo que me esperaba. Un juego muy consciente de aquello que han hecho bien sus predecesores y que se impulsa en las bases asentadas para arriesgar a la hora de representar una época que quizá no es la más idónea si lo que se quiere es presentar un aspecto narrativo destacado pero que sí ofrece una experiencia jugable que se siente fresca e interesante a la vez que familiar.

La recolección, el crafting, la mejora y la progresión a largo plazo toman aquí una importancia nuclear debido a lo irrelevante de su tronco argumental pero lo afinado de dichas mecánicas y lo bello y cautivante que resulta recorrer el salvaje y bello terreno de Oros convierten Far Cry Primal en un título que no inventa nada pero que, al contrario de lo que muchos podíamos pensar, está lejos de ser un mero lavado de cara de entregas anteriores.

Pros

  • Los pilares fundamentales saben resultar frescos sin dejar de ser familiares.
  • Muy interesantes mecánicas de progresión y mejora.
  • El mundo de Oros y su representación.
  • La doma de bestias, principal reclamo, resulta un añadido divertido y efectivo.

Contras

  • El cuerpo a cuerpo, con mucho más peso en el juego, deja algo que desear.
  • Ciertos objetivos secundarios son demasiado genéricos. Puro relleno.
  • Historia simple y alargada en exceso.