Si pensábamos que lo teníamos todo dicho con respecto al calentamiento global, estábamos muy, pero que muy equivocados. Así lo muestra un reciente estudio, publicado en Nature climate change: la Antártida se enfrenta a un peligro nunca visto hasta el momento. Las consecuencias podrían ser la pérdida masiva de hielo antártico, lo que derivaría en una subida del nivel del mar irreparable y su consecuente cambio global en el clima. No es cuestión de ponerse alarmistas, pero la amenaza es seria y los investigadores no prevén un cambio inmediato ni una solución concreta.
La banda de seguridad de la Antártida
La Antártida es un enorme continente situado en el polo sur. Su tamaño supera los catorce millones de kilómetros cuadrados. Y su función, a nivel global, es mantener uno de los puntos fríos del planeta, lo que permite que existan corrientes que controlan el clima. Dentro de este gran motor del clima, el nivel de los océanos juegan un papel fundamental, ya que las transportan, mediante corrientes, el calor de un punto a otro. Por eso, un descenso del hielo ártico o antártico en líneas generales, puede trastocar enormemente el clima que conocemos. Las consecuencias, de hecho, pueden ser catastróficas.
Pero el deshielo ocurre todos los años en la Antártida. Existen glaciares que se derriten y se forman constantemente. Al menos así ha sido siempre. Un papel crucial lo juegan las grandes plataformas de hielo que protegen a los glaciares. Estos impiden que el hielo flotante se pierdan en aguas más cálidas para siempre. Estas grandes placas pueden tener, perfectamente, el tamaño de un país como España y se hunden en el agua cientos de metros.
Los datos obtenidos por satélite muestran que estas plataformas son cruciales para evitar la pérdida de hielo
Según muestran los datos obtenidos por satélite y estudiados durante décadas, estas plataformas son cruciales para ralentizar y evitar la pérdida de hielo de la Antártida. En 1995 la plataforma Larsen A colapsó y se perdió en el mar una masa del tamaño de Berlín. Unos años después, la plataforma Larsen B, mucho mayor, comenzó a romperse. En 2008, la plataforma Wilkins comenzó a desintegrarse. Con estas pérdidas, los glaciares no tienen esa capa que los protege y su deshielo se acelera, aumentando el nivel del mar.
Pero no toda la parte de esas placas son protectoras. Las pérdidas no tienen por qué significar un deshielo inmediato. Sin embargo, existe un punto crucial, lo que podríamos llamar "banda de seguridad" a partir del cual la plataforma no puede proteger a los glaciares de la deriva. Por desgracia, los datos no son nada positivos. La banda de seguridad de muchas plataformas ya ha sido alcanzada. Y muchas de las mismas ya no tienen vuelta atrás.
Serias consecuencias
"Las implicaciones de lo que estamos viendo es que en las siguientes décadas o centurias el nivel del mar va a aumentar notablemente", explica el Dr. Johannes Fürst, del instituto de Geografía de la Universidad Erlangen-Nuremberg. "Algunas regiones como las de Amundsen y Bellingshausen ya no tienen "hielo pasivo" en sus plataformas, lo que quiere decir que habrá un cambio en la dinámica del hielo severa". Es decir, un cambio que podría afectar gravemente a los ciclos naturales de la Antártida y, por consecuencia, el clima global. Estos datos concuerdan con los de las últimas décadas.
El hielo de los glaciares y las placas no se regenera con la misma velocidad que se pierde. De hecho, la pérdida de las placas acelera la pérdida y ralentiza la conservación y ganancia. La desaparición de eta "banda de seguridad podría suponer un catastrófico punto de no retorno". Actualmente el grosor del hielo de estas placas en la Antártida y el Ártico ha ido de mal en peor. Se ha perdido más del 15% del grosor total en las últimas décadas. También están en declive muchas de estas plataformas, cuando otras se encuentran comprometidas. En definitiva, unas noticias muy negativas y las que habrá que sobreponerse. Para ello, los investigadores ya están recogiendo datos con los que podamos prever el futuro de la Antártida y las placas de hielo. Porque habrá que sobreponerse a sus consecuencias.