Si hace tiempo que fuimos conscientes de que el cine de animación había conquistado su mayoría de edad, gracias a unos cortometrajes deliciosos y a aquellas magníficas películas animadas de Pixar y DreamWorks cuyos guiones podían ser disfrutados por los adultos tanto como por los críos, es hora de señalar que ese desplazamiento de audiencia también se ha producido hacia la elaboración de películas animadas para adultos. Y su último exponente es Anomalisa (2015), realizada con la tan querida técnica de stop motion.
Stop motion: emocionantes objetos estáticos
Esta técnica se basa en hacer creer al espectador que los objetos inertes que contempla en la pantalla se mueven; los cineastas manipulan los objetos, los modifican y los cambian de posición cada vez que van a realizar una toma, y el montaje de estas imágenes fijas sucesivas garantiza la ilusión de movimiento. Tales objetos pueden ser muñecos de plastilina (claymation) u otros materiales, recortes de papel, dibujos sobre arena y de tizas en paredes y muros, etcétera.Hay pocos largometrajes en stop motion para narrar una historia que sólo los adultos puedan comprender y encajar del todo
Los cinéfilos del mundo entero recuerdan un hito de la animación stop motion como la maravillosa *The Nightmare Before Christmas (Henry Selick, 1993), y otras como la lúgubre Corpse Bride* (Tim Burton y Mike Johnson, 2005), la divertida Wallace & Gromit: The Curse of the Were-Rabbit (Nick Park y Steve Box, 2005), la correcta Fantastic Mr. Fox (Wes Anderson, 2009) y la imaginativa Coraline (Selick, 2009), y es probable que acaben recordando *Le Petit Prince* (Mark Osborne, 2015).
Sin embargo, encontramos con pocos largometrajes en los que se haya recurrido a esta técnica para narrar una historia que sólo los adultos puedan comprender y encajar del todo. Y *que realmente merezca la pena ver, sólo recuerdo Mary and Max* (Adam Elliot, 2009), un relato excéntrico y conmovedor sobre la correspondencia de años entre una jovencita australiana y un neoyorkino cuarentón con síndrome de Asperger, que se cuentan y nos cuentan los sinsabores de su día a día en claymotion. Pero ahora llega Anomalisa*.
‘Anomalisa’: encontrar a alguien diferente
Al igual que hiciera Tim Burton para la realización de Corpse Bride dándose la mano con Mike Johnson, el respetado *Charlie Kaufman se asoció con Duke Johnson para dirigir Anomalisa y que el segundo se encargara de velar por toda la parte técnica de stop motion*, puesto que procede de ese mundo: pese a que su primer cortometraje, el curioso Marrying God (2006), es de acción real, el resto de lo que se le conoce es casi por completo cine animado, como Beforel Orel: Trust (2012), un inclemente corto satírico que sirve de precuela de la serie que protagoniza el muchacho al que se refiere el título: Moral Orel (Dino Stamatopoulos, 2005-2008); o dos episodios de la paródica Mary Shelley’s Frankenhole* (Stamatopoulos, 2010-2012).
Kaufman, que figura como responsable de la historia de un episodio de Moral Orel y únicamente había dirigido el infinito juego de espejos vital que es la inabarcable Synecdoche, New York (2008), **firma el guion de Anomalisa con Dan Harmon, el show runner de *Community (2010-2015)*, al que Johnson conocía por haber participado tras las cámaras en dos episodios de esta serie.Charlie Kaufman es conocido por sus guiones insólitos, en los que el surrealismo se filtra en la peripecia dramática de personajes que no están pasando por su mejor momento
Pero Kaufman es conocido sobre todo y precisamente por sus guiones insólitos y muy bien armados, en los que el surrealismo se filtra en la peripecia dramática de personajes que no están pasando por su mejor momento, y a veces, hasta la engulle. Suyos son los libretos de las desquiciadas Being John Malkovich (Spike Jonze, 1999) y Human Nature (Michel Gondry, 2001), la personal Adaptation (Jonze, 2002), Confessions of a Dangerous Mind (George Clooney, 2002) y *la brillantísima Eternal Sunshine of the Spotless Mind* (Gondry, 2004), que es lo mejor que tiene en su haber hasta la fecha, y lo más complejo junto con Synecdoche, New York**, cuyo guion también le pertenece.
Y en Anomalisa, que la Asociación de Críticos de Los Ángeles considera el mejor filme animado del año y que ganó el Gran Premio del Jurado en el último Festival de Venecia, las preocupaciones narrativas de Kaufman se articulan con el trabajo distinguido de Johnson en la animación. El guion nos muestra la desazón vital de un hombre emocionalmente inepto que, ya en la madurez, agarra con ambas manos su última oportunidad de sentirse mejor consigo mismo; y así **es inevitable ver enormes semejanzas entre el Michael Stone de esta película y el Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman) de Synecdoche, New York**.La expresividad y movimientos de la animación en stop motion de 'Anomalisa' son, tal vez, los más conseguidos hasta ahora
Michael se enfrenta a lo surreal, tanto en el sueño como en la vigilia, y a las situaciones extrañas a las que les falta poco para serlo como es costumbre en los guiones de Kaufman, por elementos concretos que abandonan el mundo que dominamos y esos encuentros, quizá fugaces, en los que uno se pregunta de dónde habrán salido unas personas tan raras y que incluso acaba provocando. Y a ello se le une probablemente con un toque estrafalario muy específico en algunos momentos cómicos por cortesía de Harmon.
La expresividad y movimientos de la animación en stop motion que Johnson ha elaborado para esta película son, tal vez, los más conseguidos en esta técnica hasta ahora, con un gran detallismo en la recreación física de entorno humano; y la planificación visual y los encuadres de ambos directores son tan oportunos que podrían haber sido los de una producción habitual, con actores de carne y hueso. Sin embargo, esto conduce a la pregunta de qué justifica contar la historia de Michael con animación.'Anomalisa' es de animación porque su gran metáfora quizá pareciese demasiado grotesca o incluso ridícula con actores de carne y hueso
Y la respuesta es la metáfora de toda la película, la que usan para enseñar mediocridad dominante que Michael ve a su alrededor y para la sorpresa que da nombre al filme, cuya ejecución quizá pareciese demasiado grotesca e incluso ridícula con actores reales, que es lo que se busca precisamente en determinadas escenas de Being John Malkovich y no tiene cabida aquí. Por un lado, resulta de lo más ingeniosa, y por otro, se queda pequeña debido al escaso desarrollo de sus posibilidades y de sus propias circunstancias. Pero no hay ninguna razón para que todo cinéfilo que se precie se encare con la última extravagancia de Charlie Kaufman; **da gusto ver Anomalisa**.