En su tercera colaboración con los actores Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y Robert De Niro, el cineasta David O. Russell nos presenta su segunda película basada en hechos reales, sobre la lucha de una mujer ingeniosa por dejar atrás su vida mediocre y tomar las riendas de una vez por todas.Basta un análisis somero de la filmografía de este cineasta neoyorkino, que acostumbra a escribir los guiones de sus propios filmes, para comprender su debilidad por las tramas acerca de personajes que llevan sus ambiciones hasta el final, económicas o de otro tipo e incluso a la desesperada, y la forma en que ello influye su entorno familiar y cómo estas ambiciones, por otro lado, afectan al mismo. Es lo que hemos visto de determinada manera en la inaugural Spanking the Monkey (1994), la viva Flirting with Disaster (1996) y la sobrevalorada Silver Linings Playbook (2012) y muy claramente en la dramática The Fighter (2010) y en la fornida American Hustle (2013).
Además, suele dotar a estos personajes de un puntillo excéntrico y, a veces, hasta una personalidad enteramente extravagante que los particulariza y le da mucho juego a su dinámica y a los enfrentamientos entre ellos, lo cual se percibe sobre todo en la ya mencionada Flirting with Disaster y en la fallida I Heart Huckabees (2004), y el puntillo, en las otras tres películas que estrenó entre 2010 y 2013.
Y tanto la predilección por las tramas de ambiciones como cierta excentricidad en sus personajes están presentes en **Joy, basada en la historia de la inventora y empresaria Joy Mangano, una cara conocidísima de la teletienda estadounidense**, del modo en que logró ser quien es, sin exageraciones, en un relato que incide más en el llamado sueño americano que en el feminismo, aunque también hay de este último.
Es un relato que incide más en el llamado sueño americano que en el feminismo, aunque también hay de este último
Russell, con su narrativa sustentada principalmente en diálogos y careos con los que avanza la trama de sus películas, se sirve en esta ocasión de la voz en off de un personaje narrador similar en algo importante al de American Beauty (Sam Mendes, 1999), de algunos flashbacks y un flashforward, de varias escenas oníricas que acentúan cierto toque estrambótico, muy leve, en la elección de los encuadres y movimientos de cámara, que a veces remiten ligeramente a lo que sería la fábula de un contenidísimo Wes Anderson.
Es decir, en esta ocasión, la excentricidad de Russell no se intuye sólo en sus personajes, sino también en determinados momentos de su planificación visual. Y hay que destacar el curioso crescendo de la puesta en escena en el ejemplo de lo que es presentar un producto de la teletienda exitosamente.
Jennifer Lawrence está irreprochable como Mangano, pero Russell no le ha dado ninguna escena lo suficientemente señalada como para que nos ponga los pelos de punta de gusto o de asombro con su actuación; y aun así, durante la sucesión de vicisitudes que afronta, consigue que uno esté enteramente con ella, de parte de esta emprendedora obstinada, sin flaquear.
Y, no obstante todo lo anterior, el filme nunca despega en verdad**; Russell no le aporta la energía suficiente para que al menos alguna escena de choques verbales, y hay unas cuantas, apasione o estimule de veras al espectador, ni siquiera el duelo definitivo. Así, se queda en una historia y una película pequeñas a pesar de todo, porque no se siente ni emocionalmente intensa ni a Mangano como alguien de especial relevancia; una obra que satisface pero no golpea, que se ve con agrado pero no entusiasma.
Conclusión
Joy acaba siendo un relato fabulado sobre el sueño americano de una mujer empoderada, con diversas pinceladas excéntricas y un ramillete de buenas interpretaciones de su reparto, que no logra la intensidad necesaria para impactar verdaderamente en nuestro ánimo y, de ese modo, cumple pero nunca brilla.
Pros
- La ligera excentricidad que consigue el director David O. Russell.
- Las interpretaciones de Jennifer Lawrence e Isabella Rossellini.
- La implicación que se logra en el espectador con el personaje de Joy.
Contras
- La falta de escenas realmente potentes para que Jennifer Lawrence se luzca de verdad.
- Que la película nunca despega del todo.
- Que no se siente emocionalmente intensa y, así, se queda en una película pequeña.