Hace algunos meses, **antes de que Netflix abriera su servicio a todo el mundo (menos China), fue noticia su inicio de actividades en Cuba, tras el levantamiento gradual del bloqueo que impedía a empresas estadounidenses hacer negocios en la isla. La noticia, celebrada en muchos otros países, fue recibida con sarcasmo en Cuba, el país con la peor tasa de conectividad de América Latina**, y un ambiente digital controlado a niveles inauditos por el Estado.
Los cubanos se mantienen al día en cuanto series, películas y música a través del servicio clandestino conocido como "el paquete"
Sin embargo, y aunque la mayoría de los cubanos no tienen acceso a Internet (la penetración es de apenas 20% del total de la población, y el costo de una hora de conexión es de 5 a 7 dólares, cuando el salario promedio es de alrededor de 500 pesos), en especial a un Internet que les permita hacer uso de servicios de streaming, y la televisión que se transmite en el país está controlada (todos los canales, excepto los estatales, están prohibidos) los cubanos se mantienen al día en cuanto a su consumo de productos culturales (series, películas y música) a través del servicio clandestino conocido como "el paquete".
"El paquete" consiste en **un disco con un terabyte de información, incluyendo series, películas, noticias y aplicaciones para el móvil, que se distribuye semanalmente a través de una red de personas que se dedican a traficar estos archivos, descargados ilegalmente de Internet, y distribuidos también ilegalmente, al margen de las restricciones y prohibiciones estatales. Archivos de películas, series y novelas subtitulados al español al día siguiente de su lanzamiento, PDFs de periódicos internacionales, aplicaciones para Android y iOS: El Paquete puede contener todo lo que un cubano necesita para mantenerse al día con la cultura global.
Del mismo modo que florecen mercados negros de alimentos, ropa o productos electrónicos a pesar, o quizás motivados, por las regulaciones del Estado, la ley no detiene el sistema clandestino de entretenimiento del cual, según un reciente reportaje de Vox**, casi todos los cubanos forman parte.
Según Johnny Harris, de Vox, existen dos líderes principales en las redes de distribución del Paquete en la ciudad de La Habana, quienes compiten para tener a su disposición el mejor catálogo semanal de contenido digital, lo más rápido posible. La suscripción cuesta entre uno y tres dólares semanales, y los clientes reciben los archivos directamente en sus casas o a través de un intermediario, por lo general en la parte trasera de una tienda, a donde llevan un disco vacío para recibir en éste los archivos copiados.
A su vez, los líderes de estas redes reciben los archivos de otras personas. Según señala Dany, uno de estos "empresarios creativos", existe una persona responsable por cada categoría de información (películas, series, música, etcétera), pero dice desconocer cómo obtienen el contenido. Sin embargo, en Cuba es relativamente común que ciertas personas posean satélites ilegales ocultos dentro de tanques de agua. A través de éstos, pueden obtener la señal satelital del internet abierto, no censurado por el gobierno, pero, como es sabido, el internet satelital es terriblemente lento. Es también posible que el contenido sea llevado a Cuba físicamente, a través de personas que viajan desde Miami.
Sorprendentemente, los cubanos **encuentran la forma de sortear las inmensas barreras tecnológicas, legales, sociales y políticas que restringen su libre acceso al Internet y a la cultura. Hasta el momento, el gobierno no ha intentado bloquear la distribución de El Paquete, y los distribuidores evitan incluir contenido "antirrevolucionario, subversivo u obsceno", para mantenerse al margen de los problemas que puedan surgir. Sin embargo, toda la operación sigue siendo ilegal, en un país donde la ilegalidad no es más que un mecanismo de sobrevivencia.**