Muchas empresas están desarrollando robots voladores del tamaño de una abeja (RoboBees) con el objetivo de convertirlos en herramientas para ayudar en la búsqueda, rescate, exploración, vigilancia... pero les falta algo, y el sector de la automoción puede suministrarlo. Al igual que para los coches autónomos, este tipo de robots necesitan de sensores LIDAR para captar lo que sucede a su alrededor y poder tener autonomía.
Los sensores LIDAR que emplearían este tipo de diminutos robots pesarían tan solo 56 miligramos según el responsable del proyecto, Sanjeev Koppal de la Universidad de Florida. Estos nuevos sensores no serían tan avanzados como los que equipan los coches autónomos pero podrían evitar obstáculos. Según Koppal no sería necesario que fueran capaces de analizar otro tipo de impulsos como hacen los coches (semáforos, señales de tráfico...).
El tamaño de los sensores LIDAR de los coches es como el de una linterna de camping.
El motivo por el que estos minirobots deben usar sensores LIDAR es porque, a diferencia de las ondas de radio, son seguros para su uso alrededor de los ojos humanos. Estos sensores LIDAR miden el tiempo que tarda la luz reflejada del láser en volver con el fin de calcular la distancia, el tamaño y la forma de los objetos.
Lo importante de esta sinergia entre la robótica y los coches autónomos es que de la miniaturización que está siendo necesaria para que pesen solo 56 gramos, el sector del automóvil se verá profundamente beneficiado al poder reducir el peso y el volumen de los sistemas de los vehículos autónomos. Pensemos por ejemplo en coches autónomos que tuvieran decenas de sensores LIDAR repartidos por la carrocería para mejorar la recepción de información de emergencia, como cuando un niño se cruza en la carretera, un perro.