Si la guerra civil española fue un periodo oscuro y sangriento, la posguerra no lo fue menos. Esta época oscura de nuestra historia moderna esconde algunos de los sucesos más atroces y terribles de los que se pueden recordar. Hace poco, os contábamos la triste historia de los muertos del kilómetro 411. Pero no es, ni mucho menos, la única voz que se ha perdido en el tiempo. En una sociedad todavía convulsa, encarcelada en la dictadura, los primeros años, especialmente, fueron escenario de algunos hechos que usaron impunemente el nombre de la "justicia", la "moral" o incluso la "ciencia" para llevar a cabo todo tipo de barbaries. Hoy os contamos la historia de la prostitución en la posguerra y qué le pasó a sus víctimas.
La prostitución en la posguerra, una realidad
La desesperación obligaba a realizar todo lo que fuese necesario para sobrevivir y muchas mujeres empleban la prostitución como un medio de escape
Tras la guerra civil el país se encontró exhausto, inmerso en una deficiencia creciente de recursos. La pobreza recorría las calles y la desesperación obligaba a realizar todo lo que fuese necesario para sobrevivir. Así es como muchas mujeres llegaron a emplear la prostitución como un medio de escape. No se dieron a la prostitución profesionalmente hablando, sino que eran mujeres pobres que recurrían a ella de manera ocasional y por necesidad, según cuenta la historia. Por aquel entonces, prostituirse era legal. Así lo remarca F. Javier Bandrés en un reciente estudio publicado junto a Eva Zübieta y Rafael Llavona. Aunque la República había abolido su práctica reglamentada en 1935, las autoridades franquistas anularon el decreto en 1941. Esto supuso una reavivación de las prácticas sexuales regladas, generalmente controladas en los prostíbulos y por la policía del régimen.
Pero claro, la prostitución salió de su "confinamiento" debido a la depresión, llegando a cines, pensiones, casas particulares o incluso las calles. Esto provocó un descontrol cuyos resultados fueron un incremento en las enfermedades de transmisión sexual. Un mal que había que atajar. Y para ello, explican los investigadores, se detenía a las prostitutas de manera arbitraria con la intención de controlar la situación. Para ello, la dictadura utilizó las cárceles convencionales, los reformatorios del Patronato de Protección a la Mujer y las Cárceles Especiales para Mujeres Caídas. Pero, ¿con qué criterio se detenían a dichas prostitutas? Y, más inquietante aún, ¿cuál fue su destino?
Usar la ciencia como coartada
Las autoridades podían encarcelar hasta dos años a las prostitutas "problemáticas" sin juicio alguno
Tal vez uno de los hechos más terribles, además, por supuesto, de la angustiosa vivencia, fue que las autoridades justificaban sus actos con supuestos valores científicos, mal mezclados con supuestos valores morales, para detener y encerrar a las mujeres. Así, gracias a un decreto firmado por el mismísimo Franco en 1941, referido al Patronato de Protección a la Mujer, permitía que cualquier menor sospechosa de ejercer la prostitución pudiera ser internada en los reformatorios a propuesta de jueces, policías o incluso simples particulares. Otro decreto permitía a la policía recluir hasta dos años, sin proceso judicial, a las prostitutas que se consideraran molestas o problemáticas.
Tras estos poderes ejecutivos, tal y como explicábamos, se encontraba la justificación científica. "La comunidad científica ayer, como hoy, es parte de la sociedad general. Hay científicos honestos e independientes y otros dedicados a suministrar cobertura pseudocientífica al poder político y económico de turno. Todos los días salen noticias de "expertos" a los que se les ha encargado el informe o el proyecto de investigación de turno para santificar una decisión política", explica para Hipertextual el Dr. Bandrés. En el artículo publicado reseñan que el valor científico bajo el que se amparaban las detenciones era nulo. “La base científica servía como coartada para detener a estas mujeres, para justificar la necesidad de recluir y reeducar a algunas de ellas", comenta.
La base, en realidad, la aportaban los nombres de quienes promovieron las cuestiones científicas: tres especialistas en psicología y psiquiatría justificaron y confirmaron la "necesidad" de tomar medidas contra las prostitutas no controladas. Para ello emplearon informes médicos confeccionados y firmados por ellos mismos y sus colaboradores. Los nombres de dichos "especialistas" son Antonio Vallejo Nágera, Eduardo Martínez Martínez y Francisco J. Echalecu y Canino. Pero, por supuesto, dichos trabajos carecían totalmente de análisis estadísticos o metodología científica. Según el Dr. Bandrés, su posición de autoridad les permitía no tener que justificar absolutamente nada.
El destino de una prostituta
"Como científicos tratamos de documentar con absoluta objetividad episodios poco conocidos de la ciencia española. Como ser humano te sientes conmovido por el espectáculo del sufrimiento y de la crueldad.", nos contaba Javier Bandrés al preguntarle por su motivación en este trabajo. En él se relata el destino sufrido por algunas de las mujeres que ejercían la prostitución en la posguerra. Las que iban a las cárceles normales podían permanecer allí durante varios años sin haber cometido crimen alguno. Las recluidas en centros del Patronato de la Mujer eran aleccionadas y "reeducadas". Las Cárceles Especiales para Mujeres Caídas podían suponer el final para muchas de ellas. Pero en todos los casos se daba siempre un mismo hecho.
"Como científicos tratamos de documentar con absoluta objetividad episodios poco conocidos de la ciencia española"
Las mujeres eran tratadas como "inferiores mentales". Los tres especialistas, afines al régimen franquista, detallaron en varios informes la disposición inferior y enfermiza de las prostitutas. Así se indicaba que su nivel mental era menor, con tendencias a enfermedades de origen psicológico o "personalidad psíquica anormal". Según los detalles médicos, era su constitución "biopsíquica" la que las empujaba a la prostitución, y no el entorno. En muchas ocasiones, estas valoraciones supuestamente científicas se mezclaban con consideraciones morales subjetivas de los médicos. Algo bastante curioso al respecto es que, aunque se consideraban y trataban como "inferiores mentales" no eran consideradas como enfermas. Con estas pobres justificaciones, apoyadas en el malversado principio de autoridad, y sin ninguna evidencia, cientos de mujeres eran condenadas y castigadas sin haber cometido ningún crimen. Literalmente, puesto que la ley contemplaba la prostitución, recordemos, como una práctica legal.
"Como seres humanos nos sentimos conmovidos por el espectáculo del sufrimiento y de la crueldad"
"Este trabajo forma parte de una línea de investigación que mantenemos desde hace años para documentar la utilización de las ciencias de la salud mental en la España de Franco", apunta el Dr. Bandrés. Una investigación que no ha sido fácil. Su desarrollo por parte de los tres científicos ha llevado años. "Lo más difícil es rastrear los archivos. Durante años los archivos de estas instituciones estuvieron desperdigados y a menudo completamente desatendidos. Los archiveros y documentalistas actuales suelen ser profesionales y dispuestos a colaborar, pero ya con frecuencia es tarde para recuperar la información perdida", nos explica, contándonos cómo han llevado a cabo la investigación. Una tarea cuya finalidad es poner voz y cara a algunos de los hechos más deplorables de nuestra historia. Es gracias a diligentes investigadores como ellos que podemos recuperar pedazos de nuestra historia y sus consecuencias. Porque conocer mejor lo que ya ha ocurrido nos permitirá no volver a cometer los mismos errores.