A la burbuja de los wearables, que más o menos ha podido capear el temporal durante la salida de los smartwatches se le está acabando la suerte. Y es que ya es la segunda vez desde el verano que Jawbone, el fabricante de wearables de fitness, entre otros dispositivos, recorta su plantilla en vistas a una clara reestructuración. Solo en el día de ayer ha despedido a 60 empleados, el 15% de su plantilla, según ha podido hacerse eco TechCrunch.

Además, en línea con el recorte de su plantilla, la compañía también ha anunciado que cierra sus oficinas en Nueva York y reduce al mínimo sus operaciones en Sunnyvale y Pittsburgh, dos de los focos principales de negocio de la compañía en el pasado.

Un producto para una transición que se ha terminadoLógicamente, dejando de lado los números financieros de la compañía, la tormenta que se avecina en el sector, provocada principalmente por los smartwatches y su repunte en ventas tras la salida del Apple Watch, está forzando poco a poco al consumidor a consolidar su decisión de compra en dispositivos que, hasta ahora, buscaban en las pulseras. Esta situación de negocio, unido a los problemas de la compañía con el modelo original y a la poca practicidad del sistema, han terminado por pinchar una burbuja que tanto el mercado como el consumidor sabía que era puramente de transición.

Ahora con Fitbit enfocado exclusivamente en el usuario fitness, Pebble en el sector más barato de los smartwatches y Android y Apple ocupando el resto de puestos de la cadena, ¿queda espacio para pulseras de limitado valor añadido? El mercado dice que no, y desde luego los últimos movimientos de Jawbone dejan claro que la época de las pulseras de actividad se ha terminado.