Gran parte de los emprendedores de hoy en día crean más de una startup antes de encontrar aquella en la que de verdad están cómodos, tienen una fórmula capaz de convertirse en un verdadero negocio, son rentables y tienen escala de mercado. Pero, ¿qué pasa con aquellas que han dejado atrás o que simplemente no destacan?
Los inversores incluyen clausulas en los contratos de financiación precisamente para evitar a los zombis en sus porfolios
En el mundo de los emprendedores hay conceptos para todos los gustos, algunos inverosímiles, pero útiles, y otros muy adaptados a la realidad. Si para aquellas que van excepcionalmente bien tenemos el apelativo del unicornio, ese feliz animal mitológico, para las que se estancan tenemos el de startups zombis, al mas puro estilo Walking Dead empresarial. Estas forman parte de un grupo de entidades que representan poco o ningún crecimiento, tanto en el tráfico de Internet como en clientes, durante el último año y que además pretenden seguir siendo operativas. Es decir, son aquellas que sobreviven sin ninguna intención de llegar a algo más, cubriendo gastos y manteniéndose. Si vamos un poco más allá quizá nos encontremos alguna que no tienen ningún cliente, y posiblemente ningún empleado, salvo su fundador, pero que se mantienen ahí por simple capricho o ilusión del emprendedor.
Para un inversor, serían aquellas startups en las que invierten en "las que todo va bien" y nada más, cuatro de cada 10 aproximadamente. El restante serían, otras cuatro de cada 10, que van al hoyo y una o dos despuntan.
No existe ningún registro que nos diga cuántas startups se han creado en nuestro país, por lo que tampoco existe ninguno que afirme qué numero de ellas permanecen en ese limbo existencial; entre el límite del encefalograma plano y la inactividad. Pero entre el volumen de este tipo de empresas que se crean y el que terminan quedando en el olvido, pero según un último informe de Accenture, casi el 51% del total ha formado parte de este grupo, al menos antes de terminar muriendo definitivamente. Tendríamos que averiguar cuantas no terminan por desaparecer.
También existen los inversores zombis
Sí bien para el emprendedor el hecho de tener una startup "no muerta" no le supone ningún problema salvo en cuestiones fiscales y financieras, para un inversor, creadores de este concepto, no es tan positivo.
Hace unos días, Javier Megias hablaba precisamente de este fenómeno y de cómo los inversores tenían sus propios mecanismos para liberarse de esta situación. El fundador de Startupxplore alertaba a un grupo de emprendedores de que, en caso de acceder a una ronda de financiación, no se sorprendiesen de que hubiese una cláusula extraña en el contrato. Dicha cláusula dice que en caso de que la startup entre en este estado de latencia, de supervivencia al fin y al cabo, el inversor podría vender todas sus acciones al emprendedor por el módico precio de 1 euro, y este último tendría la obligación de aceptar. No quiere decir en este caso que tener una empresa solvente, que cubre gastos y paga sueldos sea mala, simplemente ellos buscan un máximo beneficio y una mayor rentabilidad de mercado. Y estas startups zombis les lastran.
De esta forma, el inversor se quita "el muerto" de encima** y deja de afectar a la baja a sus balances y el emprendedor se queda con el 100% de su entidad y con plenas capacidades para decidir sobre su futuro.