Varios siglos atrás, la sociedad se dividía estrictamente en dos géneros: “hombres” y “mujeres”. La inclusión de una persona dentro de uno de estos grupos estaba condicionada por su condición natural al nacer. Así, si nacías “hombre”, estabas obligado a sentirte atraído por una persona del sexo opuesto. De la misma forma, si nacías con los órganos característicos de un ser masculino, estabas condenado a vivir toda tu vida bajo esa condición. Solo existían dos colores: el blanco y el negro.
La orientación sexual va más allá de la condición física al nacer
Pero conforme la sociedad ha ido avanzando –especialmente durante los dos últimos siglo–, ese blanco y negro se ha ido deshaciendo en un espectro mayor de tonalidades, reconociendo otros colores intermedios como el gris marengo o el blanco roto. La condición sexual se ha ido flexibilizando cada vez más, eliminando esos prejuicios prehistóricos que determinaban de una forma tan absurda y superficial el desarrollo de un ser humano.
Así, hoy diferenciamos entre heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales… Unos sienten atracción por el mismo sexo; otros por el sexo opuesto; y así un sinfín de combinaciones. Pero, ¿qué ocurre si eliminamos las barreras entre esas orientaciones sexuales y dejamos a un lado esa estricta clasificación? Llegamos, entonces, a la pansexualidad.
La pansexualidad no entiende de géneros ni orientaciones sexuales concretas. Es una forma libre de entender la atracción entre seres humanos.
La pansexualidad, como término en castellano, no está recogida en el diccionario de la Real Academia Española. No obstante, su definición popular es la siguiente:
Pansexualidad: orientación sexual humana caracterizada por la atracción sentimental, estética, romántica o sexual independientemente del género o sexo de otras personas así como toda práctica sexual.
Es decir, la pansexualidad es la forma más libre y elemental en la que se pueden concebir las relaciones entre seres humanos. No entiende de géneros ni de orientaciones sexuales, por lo que pueden ser partícipes tanto los géneros no binarios (aquellos que no se sienten identificados ni como hombre ni como mujer) como los géneros binarios (bisexuales, heterosexuales, homosexuales, etc.).
Significa, por lo tanto, que una persona pansexual puede sentirse atraída sentimental, estética, romántica o sexualmente por cualquier otra persona, independientemente de su condición.
No todos los bisexuales son pansexuales; pero todos los pansexuales sí son bisexuales.
A menudo, diferenciar entre pansexualidad y bisexualidad puede parecer algo complejo, pero la diferencia entre ambos reside en que la pansexualidad engloba a los géneros no binarios (aquellos que no se identifican estrictamente con las palabras masculino o femenino). Así pues, una persona pansexual puede sentir atracción por una persona clasificada dentro del grupo agénero o trigénero, mientras que una persona bisexual no.
El colectivo pansexual es, como tal, una minoría si se compara directamente con otros colectivos englobados en el LGTB. No obstante, algunos personajes públicos como Miley Cyrus se han declarado recientemente pansexuales. Concretamente, la cantante y actriz estadounidense afirmó:
"Estoy muy abierta a ello – Soy pansexual. Pero no estoy en una relación. Tengo 22 años y voy a diversas citas, pero mi estilo y preferencias cambian cada dos semanas"
El de Miley Cyrus no es el único caso “público” que nos rodea. Teóricamente, el mundo del cine y de la televisión ha ejemplificado la idea de la pansexualidad en numerosas ocasiones (véase Roger, de American Dad, o Julie Power del universo Marvel), aunque, desafortunadamente, esta pasa desapercibida para la gran mayoría de la población por el desconocimiento.