**Leer, para un escritor o aspirante a escritor, no es un simple pasatiempo: es su aire y su agua, el alimento básico que necesita para poder nutrirse, para transformarlo en otras cosas y en general, para subsistir. La lectura atenta, analítica, crítica, es la primera actividad de un escritor.

Toda lista es, desde el principio, un esfuerzo incompleto: evidentemente no es posible resumir en un top diez el arsenal de lecturas necesario para convertirse, por ejemplo, en un escritor decente. Sin embargo, sí es posible utilizar una lista como una suerte de mapa de viaje, que nos ayude a reconocer el terreno con mayor facilidad cuando estemos en él.

Por esta razón, esta lista, que es, como he dicho, apenas un asomo de algunas sugerencias, reúne algunas de las novelas que recomiendo a quienes se inician en la escritura, no simplemente por ser "clásicos", cada uno a su manera, sino porque le ayudarán -leídas con la suficiente atención y espíritu de aprendizaje- a reunir algunas habilidades necesarias para embarcarse en la tarea de escribir.*

Hay sugerencias que son tan evidentes que preferí omitirlas, como Cien años de soledad o Ana Karenina*; obras maestras de la historia de la literatura que probablemente ya leíste en la escuela. Sepan ustedes entender.

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A sangre fría, de Truman Capote

El libro que dio inicio al género de la novela de no ficción y significó una revolución para el mundo del periodismo es una lectura indispensable para entender la novela moderna, así como una obra maestra de la construcción de diálogos y personajes. Esta novela te enseñará a mantener la acción en movimiento en tus historias, y cómo hacer que el lector siga dando vuelta a la página.

Crimen y castigo, de Fiódor Dostoyevski

No le creas a nadie que te diga que Crimen y castigo es un clásico aburrido. Una de las obras maestras de la literatura universal, es al mismo tiempo un antecedente de la novela policial y un magnífico tratado sobre los conceptos de la culpa, la responsabilidad y la condición humana. Este libro te enseñará cómo se narran los aspectos psicológicos de un personaje de la manera correcta.

París era una fiesta, de Ernest Hemingway

No es exactamente una novela, sino una autobiografía: la recopilación de anotaciones de Hemingway y sus años en París. Un retrato completo de la generación perdida, no sólo tiene la atmósfera perfecta para ser el libro de cabecera de un escritor, sino que es una muestra del cuidado de Hemingway en la selección de las palabras correctas. Hay que leerlo prestando atención.

Seda, de Alessandro Baricco

Una novela brevísima compuesta de capítulos brevísimos, Seda es una hermosa historia de amor, narrada con la dosis perfecta de lenguaje poético. Seda es la demostración de que un estilo limpio no tiene que ser necesariamente un estilo escueto o seco, y que para contar una gran historia no es indispensable utilizar cuatrocientas páginas.

Aura, Carlos Fuentes

Otra novela que puede leerse en una sentada, Aura es mi libro favorito para explicar cómo narrar en segunda persona, un giro poco empleado y muy difícil de hacer con la maestría lograda por Carlos Fuentes. Llena de simbolismo, Aura es una novela que cualquier lector puede disfrutar.

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Al faro, de Virginia Woolf

Considerada una novela difícil y retadora, Al faro es también un libro que ofrece grandes recompensas a quienes están dispuestos a esforzarse. El tejido sutil de la psique de los personajes lo convierte en una novela casi filosófica, repleta de significado, que te hará pensar sobre el tiempo, tanto en la narración como en la vida.

Niebla, de Miguel de Unamuno

A pesar de que Niebla es considerada de manera unánime uno de los libros más representativos de la novela moderna, conozco muy poca gente que la haya leído. Niebla es un libro magnífico para escritores, porque abre un universo de posibles estructuras narrativas que revitaliza el género. Augusto es el Harold Crick de la literatura, y Unamuno, al crearlo, declaraba su libertad como escritor: no se restringiría a los corsés impuestos por los géneros, escribiría lo que su vocación le dictara.

Sin importar qué leas, lo más importante para un escritor que empieza es leer, leer, leer, tanto buenas como malas obras, siempre con espíritu analítico y crítico. Y luego, ¡ponerte a escribir!

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