Algunos fundamentalistas cristianos, profetas autodeclarados y místicos judíos defienden una teoría que conecta el próximo eclipse lunar con una profecía bíblica que predice el final de nuestro mundo. Es cierto que este mes de septiembre será protagonista de varios fenómenos astronómicos como el citado eclipse, pero la previsión de catástrofes naturales como inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas e impactos de meteoritos nacen simplemente del imaginario humano.
Una Luna de sangre o Luna Sangrienta puede definirse como un eclipse total de la Luna. Un fenómeno que impregna a nuestro satélite de un brillo rojizo en su contorno, tapando el Sol y coloreando sus bordes como si éstos se incendiaran. El caso es que en un espacio de dos años se han producido 3 eclipses totales, a falta del 4º previsto para el próximo 28 de septiembre, en intervalos de 6 meses. En concreto, el 15 de abril de 2014, el 8 de octubre del mismo año y el 4 de abril de 2015. Una cadena de fenómenos que recibe el nombre de tétrada lunar y que algunos grupos religiosos han querido relacionar sí o sí con supuestas profecías de los textos sagrados. Conozcamos el núcleo de esta fantasía:
En la Biblia podemos encontrar algunas breves menciones que podrían, con la inestimable y necesaria ayuda de la poderosa imaginación humana, vincularse con el mencionado fenómeno natural. En Joel 2:31 se dice que “el Sol se convertirá en tinieblas y la Luna en sangre, antes de que venga el grande y temible día de Dios”. Algunos eclipses lunares coincidieron con momentos históricos para el pueblo judío
Por otro lado, en el libro del Apocalipsis 6:12, Juan menciona que “cuando abrió el sexto sello, se produjo un gran terremoto; el Sol se puso negro como tela de cilicio y toda la Luna se volvió roja como la sangre”. Mientras, algunos creyentes judíos también vinculan estos eclipses con su religión al coincidir cada una de las cuatro fechas con una fiesta tradicional judía. Pero aquí no acaba la profecía.
Ciertas ocasiones en las que se produjo una tétrada lunar datan cronológicamente de la década de 1900, del año 1948 (justo después de la creación del Estado de Israel) y de 1967 (año de la ocupación de Jerusalén por Israel). Son fechas que coinciden con momentos clave de la religión judía, pero sólo en el año (no coinciden ni mucho menos en el día, semana o mes) y que resultan anecdóticas si somos conscientes de la enorme actividad y volatilidad del moderno Estado judío desde su creación.
No obstante, el fundamentalismo cristiano es el más insistente y el que ha llevado estas ideas a extremos bastante curiosos. De hecho, en 2014 un reverendo puertorriqueño envió una carta a las autoridades de la NASA para advertir sobre el futuro impacto de un asteroide en la isla caribeña a finales de año. Se producirán otras seis tétradas lunares en este siglo
Y es que el imaginario del extremismo religioso ha ido en aumento ligado a la sucesión de estos eclipses. El pronóstico fallido de Efraín Rodríguez pretendía además ser exacto; aportaba incluso una localización concreta del impacto entre las islas de Mona y Mayaguez y estimaba la magnitud del terremoto resultante en 12 grados en la escala de Richter, algo jamás registrado. Una fantasía que la ciencia y la pura realidad han desmontado. Incluso el miembro de la NASA Paul Chodas, responsable de la Oficina de Objetos Cercanos a la Tierra, ha asegurado que no existe evidencia de que un asteroide u cualquier otro objeto celeste se encuentre en una trayectoria de impacto con nuestro planeta:
“Ni uno solo de los objetos conocidos tiene alguna posibilidad creíble de golpear nuestro planeta durante el próximo siglo. No hay ninguna base científica, ni una pizca de evidencia, de que un asteroide impactará contra la Tierra en las próximas fechas”
Los datos están ahí. Por un lado, la probabilidad de que suframos a día de hoy el impacto de un meteorito (existen 1.572 registrados como potencialmente peligrosos) es de un 0,00055%. Por otro lado, las tétradas lunares no son un fenómeno tan singular y los astrónomos calculan que habrá otras seis hasta el final de este siglo: 2032, 2043, 2050, 2061, 2072 y 2090. Y es que a diferencia de incongruentes teorías apocalípticas, la ciencia sí sabe responder a las cuestiones que nos plantea este fenómeno.
Los eclipses lunares ocurren cuando nuestro planeta se interpone entre el Sol y la Luna obstaculizando los rayos solares, lo que produce una sombra que oscurece la superficie del satélite durante varias horas. El tono rojizo varía según los niveles de partículas de la atmósfera
Este tipo de eclipses suceden únicamente en periodos de luna llena, en pares con los eclipses solares y con dos semanas de diferencia. Esto se debe a que la Tierra, el Sol y la Luna deben estar alineados para que se produzca un eclipse, y la alineación sólo puede producirse dos veces al año durante la órbita de la luna. Mientras, en una tétrada lunar sólo se suceden eclipses totales, sin eclipses parciales entre ellos. Esa es su gran peculiaridad.
Asimismo, el característico tono rojizo que parecen adquirir los bordes de la Luna se debe a la dispersión de la luz solar a través de la atmósfera terrestre. Además, este enrojecimiento puede variar considerablemente debido a la cantidad de polvo, cenizas y e incluso partículas de aerosoles presentes en la atmósfera, lo que produce colores que varían entre un rojo intenso hasta un naranja amarillento.
El próximo y último eclipse total de la tétrada lunar se espera para la noche del 27 al 28 de septiembre. Sin sangre ni dioses enfurecidos, podéis estar tranquilos…