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La esquizofrenia es un trastorno mental crónico que puede desarrollarse en cualquier momento de la vida y, aunque suele tener manifestaciones diversas, en líneas generales se caracteriza por la presencia de: alucinaciones, distanciamiento emocional, rasgos paranoides y delirios. Tradicionalmente la detección temprana de este trastorno requiere de un ojo profesional con el apoyo de entrevistas y la aplicación de pruebas psicológicas. Sin embargo, este proceso diagnóstico es complicado, subjetivo y falible; dos expertos podrían observar a un mismo paciente y llegar a conclusiones distintas. De hecho, a menos que el paciente acuda con regularidad a citas con el psiquiatra, lo más probable es que su condición pase por desapercibida hasta que se desencadene su primera crisis psicótica.

Las personas susceptibles a la esquizofrenia tienden a tener ligeras diferencias en la estructura de su discurso Sin embargo, gracias a una investigación desarrollada en conjunto por la Universidad de Columbia, la Universidad de Buenos Aires e IBM, esto podría cambiar. Una de las principales características de la esquizofrenia es la pérdida del pensamiento coherente, que se manifiesta en expresiones desorganizadas del habla, o dicho en forma sencilla, el paciente comienza a decir locuras. Lo interesante, es que aun sin presentar el trastorno en pleno, las personas susceptibles a la enfermedad tienden a tener ligeras diferencias en la estructura de su discurso. Los investigadores se basaron en este hecho para desarrollar un software para detectar la esquizofrenia, que se vale del reconocimiento de patrones de habla que permite detectar esas pequeñas variaciones y hacer un diagnóstico con un 100% de eficacia.

Ya en el pasado se había utilizado este tipo de software para comparar patrones del habla entre familiares de esquizofrénicos y personas saludables, sustentado la noción de que esta enfermedad tiene un importante componente genético, pero este nuevo trabajo tiene como objetivo la elaboración de un software que pueda ser aplicado en el entorno clínico, brindando a los especialistas un método objetivo para hacer el diagnostico. Cuando consideramos que los métodos tradicionales tienen un 70% de eficacia (7 de cada 10 pacientes son diagnosticados correctamente), estas parecerían ser excelentes noticias, especialmente cuando tenemos en cuenta que el software tiene la capacidad de aprender utilizando pruebas previas para afinar sus criterio de detección.

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Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer, pues la muestra de la investigación fue de apenas 34 sujetos (23 hombres y 11 mujeres), suficiente como para detectar un patrón, pero sería necesario repetir el trabajo con una muestra mucho más grande, y en distintos contextos socio-culturales, para validar el procedimiento. Adicionalmente, el software solo ha sido diseñado para trabajar en inglés, y cuando consideramos la cantidad de idiomas y variaciones regionales de los mismos, podemos darnos cuenta del arduo trabajo que la psiquiatría tiene por delante.

Por supuesto, también es importante tener presente las consideraciones éticas de este hallazgo, aunque sabemos que hay una conexión entre la genética y la esquizofrenia, aún no sabemos porque algunas personas vulnerables jamás desarrollan el trastorno, catalogar a alguien de esquizofrénico o de potencial esquizofrénico podría ayudar en muchos casos, pero podría también etiquetar a tantos otros y destinarlos a una vida de estigma y prescripciones innecesarias. Este tipo de herramienta presentan el mismo dilema moral de Minority Report, ¿El hecho de que una persona podría cometer un crimen en un futuro lo convierte automáticamente en un criminal?.

Fuera de esto, el trabajo es profundamente esperanzador, no solo para pacientes que pudiesen sufrir de este trastorno, sino para la psiquiatría en general; una crítica frecuente de esta sub-disciplina es la antigüedad y dudosa validez de algunos de sus instrumentos, trabajos como el de estos investigadores son un puente de conexión entre la informática y el nebuloso reino de la psique, algo que hace 20 años habría sido relegado a las páginas de una novela de ciencia ficción. La esperanza de estos investigadores es que futuros trabajos vayan más allá de la esquizofrenia y que nuevas tecnologías puedan ser utilizadas para otros trastornos como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo o el autismo.