Las ideas más simples son las que suelen tener más éxito. Con esta base nació el 11 de diciembre de 2009 el juego para móviles más rentable de la historia: Angry Birds. Unos pajarillos de aspecto encantador que empiezan a enfadarse, y mucho, cuando un grupo de cerditos roba sus huevos. Y un grupo de pájaros enfadados puede ser muy peligroso, incluso con tendencias casi suicidas, pero siempre y cuando recuperen sus polluelos todo irá bien. Simple pero acertado.
Peter Vesterbacka, CEO de Angry Birds, o el Mighty Eagle con poder absoluto, como él prefiere llamarse, tiene la misión de llenar el planeta de Angry Birds. Comenta que desde el primer momento el objetivo era crea algo grande y saber venderlo bien. Llegar a unas 100 millones de descargas, las mismas que Tetrix en 15 años. Y lo consiguieron pero a lo grande. Su tope se logró en solo 15 meses, y no solo eso, en su segunda versión se han llegado a los 3.000 millones.
¿Pero cómo se ha conseguido? El mundo de los juegos para móvil es un sector masivo, en el que cualquiera puede crear algo y compartirlo. La clave está en construir una marca, algo que la gente reconozca en pocos segundos. Objetivo también conseguido. Pero sobre todo, su éxito se debe a algo mucho más esencial. El diseño del juego mismo simple y visual, sin texto, que permite hacerlo accesible tanto a niños como a mayores, a gente que jamás ha sentido alguna motivación por los juegos, y que además se les coja cariño. Todo esto es lo que ha permitido a Angry Birds estar en su puesto actual.
Un juego que busca, y lo ha conseguido, lo que quieren todos: que alguien que empiece a jugar no pueda dejar de hacerlo nunca. O al menos hasta que haya salvado a todos los polluelos robados.
Y el éxito se ha ampliado. Rovio, la creadora de este juego y de otros muchos, acaba de sacar la segunda versión, Angry Birds 2. Merchandising, ropa, juguetes... hay de todo, hasta una película que podría estar en los cines el próximo año.
Parece ser que verdaderamente los Angry Birds están dominando el mundo.