A principios de verano, Pablo Iglesias y Estefanía Torres registraban ante el Parlamento Europeo una petición para que la Unión Europea reconociera la hipersensibilidad electromagnética. La pregunta había pasado desapercibida hasta el día de hoy, cuando ha llegado a ser portada de Menéame.

Los eurodiputados, miembros del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica (GUE-NGL), solicitaban a la Comisión el "reconocimiento integral de la electrohipersensibilidad (EHS) en Europa" aludiendo a una hipotética "desprotección y vulnerabilidad infantil" ante las redes Wi-Fi de los colegios. El texto completo del documento presentado por Pablo Iglesias y Estefanía Torres fue el siguiente:

El pasado 24 de junio se celebró un año más el Día Internacional contra la Contaminación Electromagnética. En este sentido, tanto el Parlamento Europeo (en 2008 y 2009), como otros estamentos —la Agencia Europea del Medio Ambiente (desde 2007 hasta la actualidad) o la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (en 2015)— han elaborado sucesivas resoluciones. Sin embargo, los lobbies han boicoteado en el CESE un dictamen proteccionista en defensa de la salud que incluía reivindicaciones y llamadas de alerta recogidas en las resoluciones referidas con anterioridad y el reconocimiento básico de los derechos de las personas electrosensibles. Esto está actualmente siendo investigado a través de la defensora del Pueblo por si se estuviera produciendo un conflicto de intereses. Asimismo, los comités científicos, como el CCRSERI, tienen una evidente falta de independencia y neutralidad. ¿Va la Comisión a tomar medidas para solucionar dicho boicot, así como para solucionar la desprotección y vulnerabilidad infantil ante el despliegue de tecnologías inalámbricas en el ámbito educativo?

¿Existe el fenómeno de la hipersensibilidad electromagnética? ¿Estamos siendo contaminados por los campos electromagnéticos, como parece asumir el líder de Podemos? La evidencia científica acumulada hasta el momento es muy clara: esta supuesta enfermedad sólo existe en la imaginación de aquellos que padecen síntomas como malestar, náuseas o dolores de cabeza. En otras palabras, los estudios realizados hasta la fecha muestran que la hipersensibilidad electromagnética es en realidad un trastorno psicosomático.

El espectro electromagnético

Según el propio Comité científico de la Unión Europea, el espectro electromagnético es el "conjunto de longitudes de onda de todas las radiaciones electromagnéticas". Aunque el término "radiación electromagnética" pueda parecernos peligroso, lo cierto es que engloba radiaciones que van desde la luz visible hasta las microondas, los rayos X o la radiación ultravioleta.La radiación de los teléfonos o el Wi-Fi no es ionizante

Además, los diferentes tipos de radiación electromagnética que podemos encontrarnos difieren en función de la longitud de onda que presentan. A menor longitud de onda, más energéticas y peligrosas serán. En otras palabras, la radiación con mayor longitud de onda tendrá menor frecuencia y será menos peligrosa, como ocurre en el caso de las ondas de radio, las microondas, la radiación infrarroja, la luz visible y la radiación ultravioleta.

hipersensibilidad electromagnética

¿Por qué decimos que es "menos peligrosa"? Los especialistas en física llaman radiación ionizante a aquellos tipos de radiación que son capaces de ionizar la materia, interaccionando con nuestro ADN y provocando la aparición de casos de cáncer. La radiación ionizante, por tanto, puede ser de dos tipos: radiación electromagnética (como rayos gamma y rayos X) o constituida por partículas (alfa, beta, neutrones, etc.)

Como se ve en la anterior imagen, la radiación emitida por los teléfonos móviles o las redes Wi-Fi no es ionizante, y por tanto, no causa daños como los mencionados en nuestra salud. ¿Pero pueden estos campos electromagnéticos perjudicarnos de algún modo? ¿Por qué se habla entonces de hipersensibilidad electromagnética?

No existe relación causa-efecto

En 2006, un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud describía la hipersensibilidad electromagnética como "un fenómeno en el que los pacientes experimentaban efectos sanitarios adversos mientras usaban o estaban próximos a dispositivos que emitían campos eléctricos, magnéticos o electromagnéticos". Cinco años más tarde, el Juzgado de lo Social número 24 de Madrid concedía la incapacidad laboral a una trabajadora de la Universidad Complutense de Madrid que manifestaba estar aquejada por este trastorno.

La ciencia, sin embargo, funciona de manera compleja: debemos plantear hipótesis y realizar experimentos y estudios con los que comprobar o refutar nuestras ideas. Es lo que conocemos como método científico, que también ha sido aplicado en la investigación de la supuesta hipersensibilidad electromagnética, no respondiendo al capricho o al juicio peregrino de una determinada institución.

hipersensibilidad electromagnética
Woodleywonderworks (Flickr)

Un estudio publicado en 2013 en la revista Electromagnetic Biology and Medicine atribuía a una causa psicológica la aparición de pacientes afectados por la electrohipersensibilidad que ahora denuncia Pablo Iglesias. Otra investigación, difundida en 2015 en la revista Bioelectromagnetics apuntaba una conclusión similar: no existía una relación causal entre el malestar experimentado por algunos individuos y la exposición a campos electromagnéticos.Los síntomas son fruto de un efecto psicosomático

Entre los efectos manifestados por los pacientes que dicen tener hipersensibilidad electromagnética, podemos encontrar síntomas como la fatiga, el cansancio, la sensación de quemazón, la palpitación cardíaca, las náuseas o la falta de concentración. Pero si la Organización Mundial de la Salud tampoco ha encontrado una relación causa-efecto entre la radiación de teléfonos móviles y redes Wi-Fi y estos síntomas, ¿por qué estos pacientes sufren estos problemas?

Un mero efecto psicosomático

Una posibilidad es que el mero hecho de hablar de "hipersensibilidad electromagnética" nos predisponga a padecer sus efectos. Según recogen en *Journal of Psychosomatic Research, "cuanto más oíamos sobre el tema en los medios de comunicación, más fácil era que “sufriéramos” síntomas relacionados con este fenómeno". Otro estudio, publicado en Engineering in Medicine and Biology Society, determinó que "los pacientes diagnosticados con hipersensibilidad electromagnética no perciben la radiación emitida por los smartphones mejor que los individuos sanos".

Las conclusiones de investigaciones epidemiológicas realizadas durante dos décadas, como el estudio INTERPHONE, mostraron que la radiación procedente de los teléfonos móviles no se relacionaba con la aparición de tumores cerebrales. Tampoco encontraron evidencias del peligro de la radiación emitida por el Wi-Fi o los smartphones entidades como la Sociedad Americana del Cáncer, Cancer Research UK*, el Instituto Internacional de Epidemiología, el Consejo de Salud de Holanda o la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria, Ambiental y Laboral.

hipersensibilidad electromagnética
Marjan Lazarevski (Flickr)

La evidencia científica acumulada con el paso del tiempo parece demostrar que la radiación electromagnética emitida por teléfonos o redes Wi-Fi no es peligrosa. Los síntomas que padecen algunas personas parecen estar producidos por un simple fenómeno psicosomático, que se agrava cuanto más oímos hablar sobre este tema.

En la rueda de prensa ofrecida ayer por Pablo Iglesias, según contaba El Español, el líder de Podemos aseguró haber dedicado buena parte de sus vacaciones a ver series como House of Cards. Aunque no sabemos si la pregunta formulada al Parlamento surgió tras ver algún capítulo de Better Call Saul, la serie en la que el hermano de Saul también padece hipersensibilidad electromagnética, lo cierto es que la investigación ha descartado cualquier tipo de relación entre este fenómeno y la radiación del Wi-Fi o de los teléfonos móviles. Resulta cuanto menos frustrante que, como sucede en el caso de la homeopatía, la política prefiera coquetear con problemas de la ficción antes que dejarse guiar por la evidencia científica.

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