Es probable que, excepto los que se toman acríticamente afirmaciones como que un personaje religioso “se ha aparecido” en un pedazo de pan tostadito, a muchos de vosotros os entre la risa floja cada vez que tenemos noticia de algo semejante. Pero no deberíais reíros tanto, no porque no resulte una ocurrencia de lo más hilarante, sino porque todos vemos caras y otros objetos en lugares en los que, verdaderamente, no están. Aunque a los que se han convencido de que su ser divino particular ha obrado un milagro tan impresionante les ocurre algo adicional. Dejadme que os explique por qué.
La psicología del autoengaño
En abril de 2012, los empleados de la cafetería del Hospital Traumatológico Profesor Juan Bosch de La Vega (República Dominicana) se llevaron una sorpresa tremenda al descubrir en una tostada la supuesta cara de Jesucristo. En 1994, una estadounidense llamada Diana Duyser creyó descubrir la cara de su madre (la del de la tostada), la Virgen, en un emparedado de queso, que decidió conservar entre algodones y subastarlo una década más tarde, con el resultado de que un casino pagó 28.000 dólares por él. Ambos casos no son diferentes a lo que ocurre cuando cualquiera de nosotros se tumba boca arriba a cielo abierto y busca formas en las nubes que arrastra el viento: ni la cara de Cristo estaba en esa tostada dominicana, ni la de la Virgen en el emparedado de la señora Duyser ni hay nada de lo que vemos en las nubes.
**A este fenómeno se lo conoce como pareidolia, y consiste, como habréis supuesto ya, en una ilusión óptica por la que percibimos un estímulo, visual en este caso, vago o sin ningún sentido como algo concreto, como una forma reconocible. Dicho fenómeno es utilizado en los test de test de Rorschach, y para explicarlo se han propuesto varias hipótesis** que no son contradictorias entre sí.
**Christopher French, psicólogo de la Universidad de Londres y miembro de la British Psychological Society, sugiere que puede tratarse de una ventaja evolutiva pues, dicho de un modo sencillo, resulta más probable que nuestros antepasados sobreviviesen si, viendo una mancha amarilla entre la maleza, pusieron tierra de por medio por si se tratara de un tigre. Por su parte, Nouchine Hadjkhani, doctora de la Universidad de Harvard, dice que “un bebé de apenas unos minutos de vida dirigirá su atención hacia algo que tiene los rasgos generales de una cara antes que hacia otra cosa que pueda tener los mismos elementos pero en un orden aleatorio”, es decir, que los seres humanos nacemos “con los cables preconectados”. Además, Joel Voss, neurocientífico estadounidense de la Universidad de Northwestern, piensa que la pareidolia es una consecuencia del modo en que nuestro cerebro procesa la información, pues examinamos de forma constante constantemente lo que tenemos alrededor para darle un sentido y comprenderlo, incluso aquello que, en realidad, no lo tiene.
Pero ¿qué ocurre para que determinadas personas reconozcan en cualquier parte, por ejemplo, los rostros de los seres divinos en los que creen? La neurocientífica Sophie Scott, del University College London, apunta a que nuestra cultura determina nuestras expectativas y creencias e influye en lo que percibimos**. O sea, que si los empleados dominicanos fuesen, en cambio, saudíes, probablemene hubiesen visto en esa tostada la cara de Mahoma y no la de Jesucristo. O una cara alienígena en la región marciana de Cidonia si uno es ufólogo. O la de Ernesto Guevara en un bote de pepinillos si el Che es un icono cultural propio.
Pero también existe la pareidolia auditiva. El mismo Christopher French, en octubre de 2004, le puso a su auditorio en Venecia un fragmento de Stairway to Heaven, de Led Zeppelin, reproducido al revés, y preguntó a la concurrencia si habían escuchado la palabra ‘Satán’. Varios alzaron la mano rápidamente, y tras la segunda reproducción, casi todo el mundo dijo haberla escuchado. Por supuesto, ni el guitarrista Jimmy Page y ni el cantante Robert Plant la incluyeron al componer la canción. Quizá os acordéis de aquello que se contaba de que hubo un lector de El Heraldo de Chihuahua que vio en el éxito mundial de Las Ketchup, Aserejé, mensajes satánicos, y que en verdad llevó a varios colegios religiosos de Honduras a prohibir que sus alumnos lo escucharan. Y yo mismo recuerdo juegos con este tipo de pareidolia en canciones como One, de U2, y su “te traigo pasta”, o Hold on Tight, de Electric Light Orchestra, y su “en tu huerto no hay tomates”.
Además, como dice el psicólogo experimental **Bruce Hood, de la Universidad de Bristol, una vez que uno ha encontrado un patrón visual o auditivo de algo inexistente, resulta imposible dejar de verlo por voluntad propia**. Y siendo así, hay quien ha hecho negocio con ello para que no suframos: Galeno Dively, un comerciante de Vermont (Estados Unidos), ha fabricado una tostadora de la que las rebanadas de pan siempre salen con la imagen de Jesucristo. Así, uno se acostumbra a verla y se pierde la angustia y la fascinación del impacto. Menos mal que hay personas que piensan en facilitarle la vida a los demás.