Los accidentes aéreos son, probablemente, los más temidos en nuestros días. Con relativa frecuencia aparecen noticias de aviones con problemas, de fallecidos a causas de accidentes aéreos, etc. Eso lleva a pensar a una gran parte de la sociedad que este medio de transporte es, casi con total seguridad, uno de los más peligrosos que podemos emplear.
Casi 7 accidentes automovilísticos por cada accidente aéreo
Pero se equivocan. Los accidentes aéreos son, tal y como demuestran decenas de estudios, los menos frecuentes en nuestro mundo. De hecho, es mucho más factible tener un accidente de coche –un medio de transporte que empleamos a diario– que un accidente aéreo. En España, por ejemplo, se produce un accidente automovilístico mortal cada 356.357 desplazamientos, mientras que se produce un accidente aéreo cada 2,4 millones de vuelos. Las cifras son demoledoras, ¿no?
Por si esto fuera poco, los accidentes aéreos no hacen más que descender año tras año. 2014, en ese sentido, fue uno de los mejores años registrados en lo que a seguridad se refiere. Y 2015 apunta aún mejor. Concretamente, en 2015 se han se han producido menos accidentes aéreos durante el primer trimestre que en los últimos 80 años. Nuevamente, una cifra demoledora que cae en favor de los aviones.
La sensación y el temor social es totalmente falso
¿Por qué las personas tienden a pensar que los aviones son más peligrosos que los automóviles? Básicamente, por el hábito y el desconocimiento. El automóvil es un medio de transporte inmerso de una forma muy intensa en nuestra vida. Casi tanto como comer o dormir. Esto provoca que tengamos un amplio conocimiento y un gran hábito con este medio de transporte.
El desconocimiento y la falta de hábito es lo que genera el miedo
El avión, en cambio, no. Es un medio de transporte utilizado con mucha menos frecuencia que el automóvil, lo que implica un mayor desconocimiento y la ausencia del hábito. Y, como todo lo que los humanos desconocemos o nos parece lejano, nos genera miedo y respeto.
Pero las estadísticas, esa ciencia empírica capaz de cuantificar nuestro alrededor, demuestra que nos equivocamos; que esa sensación de miedo que sufre la gran mayoría de la sociedad no está justificada por hechos, simplemente por ese desconocimiento.
Así pues, de ahora en adelante, cada vez que nos cuestionemos o nos cuestionen la peligrosidad de los aviones o la frecuencia con la que se producen accidentes aéreos, solo tendremos que repasar las gráficas superiores para comprobar que todo es muy diferente de como nuestra mente nos intenta hacer creer.