La clave para entender la Unión Europea siempre ha sido la política, pero desde su nacimiento, el principal factor determinante ha sido el económico. Es lo que propició que se generase el actual "mercado único", que permite un libre intercambio de bienes y servicios, así como la libre circulación de ciudadanos por todo el territorio de los estados miembros. Sin embargo, como la propia unión reconoce, la legislación vigente hasta la fecha no reconoce de igual manera el creciente comercio electrónico, y se han propuesto no sólo cambiarla, sino potenciarlo.
Según la Comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, tal y como ocurría en otros ámbitos, y como se lleva denunciando ya tiempo desde diversos foros, no tiene sentido tener 28 regulaciones distintas junto a sus 28 organismos reguladores. Eso, obviamente, no ayuda a competir contra el resto como una unión, sino como un ente fragmentado. Un mercado digital bien regulado podría aportar 340000 millones al producto interior de la Unión Europea, sin embargo existen barreras que impiden llegar a cifras así, tanto las impuestas de manera pública como las generadas por las propias empresas.
La Unión Europea demuestra que la competitividad está ligada más que nunca al comercio electrónico
Vestager ha propuesto abrir una investigación en el sector del comercio electrónico similar a las que se han hecho en el pasado en energía, servicios financieros o farmaceúticos, con el objetivo de encontrar las causas que actualmente frenan la competitividad y obstaculizan las ventas entre países miembros. Es un asunto que quiere tratar como máxima prioridad, poniendo el foco en los contratos sobre bienes y derechos sobre contenido digital, con gran importancia sobre los contratos de distribución. La investigación se llevará a cabo recogiendo información de muchas empresas de estados miembros, y a la larga les ayudará a ser más competitivos.
Actualmente, las acuerdos existentes entre compañías están regulados en las "Directrices relativas a las restricciones verticales" actualizadas en 2010, pero Vestager reconoce que el mercado digital se mueve muy rápido y dicha regulación sólo sirve como un marco general y que hace falta actuar de manera más específica y tajante en la Unión Europea. Por una parte quieren centrarse en casos específicos, y por otra regular en base a conocimientos adquiridos sobre el mercado digital y su evolución.
De las declaraciones se extrae una gran preocupación por la igualdad y la fluidez en la distribución de contenidos digitales, tales como películas, series y videojuegos, y tiene sentido, ya que como mencionan, de manera física sí podemos desplazarnos entre estados de la Unión Europea y adquirir bienes y servicios en sus tiendas como si fuésemos ciudadanos de ese país. Un contexto que no permite hacer eso de manera digital es uno arcaico y demasiado anclado en el pasado, liderado por intereses de compañías aún más ancladas.