Es innegable que el mundo del cine y la televisión está lleno de grandes y gratas sorpresas. Personalmente, soy de aquellos que suelen juzgar un libro por su portada, al menos por un corto período de tiempo, para luego terminar metiéndome de lleno en su historia, en sus líneas, y terminar muy sorprendido, en muchas ocasiones preguntándome: ¿por qué tardé tanto en darle una oportunidad?
Justamente eso me ha pasado en la televisión con dos series, la primera House of Cards, la segunda The Newsroom. En ambas ocasiones me he asegurado que no hay nada que me interese ver en un drama de políticos norteamericanos o sobre un programa de noticias y su producción, ni siquiera por el amor al arte. En ambos casos terminé riéndome de mi mismo, estaba muy equivocado.
The Newsroom la comencé a ver a inicios de este año durante esa temporada de sequía de series y nuevos episodios, dándole una oportunidad, simplemente porque es de Aaron Sorkin, el genial escritor de The West Wing, The Social Network y un nombre que sencillamente pesa en la industria. La serie te atrapa desde el primer momento, y de nuevo, no puedo creer que haya esperado tanto para verla. O tal vez fue lo mejor, para poder devorarla en apenas un par de semanas.
Porque puede que The Newsroom sea vista, de una manera muy errada, como una serie sobre "periodistas, un programa de noticia, y un drama de amoríos entre compañeros de trabajo". No, sencillamente no. ¡No! Ni HBO ni Sorkin fallan, y nos trajeron un drama que se basa realmente en dos grandes cosas: valores y ética.
La manera forma en la que The Newsroom desarrolla sus personajes tiene la firma de Sorkin por todos lados. Estamos ante una serie llena de abundantes diálogos, a una gran velocidad que te obligarán a retroceder algunos segundos en más de una ocasión para saber a ciencia cierta qué fue lo que dijo esa persona antes que le respondieran con otro discurso más. Aaron Sorkin disfruta de hacer muy elaborados y complicados a sus personajes, con diálogos fuertes y discursos de peso, llenos de valores y sentimientos, para bien o para mal.
La meta de News Night es sencillamente dar las noticias.
Su historia nos narra la vida de Will McAvoy, un conocido, exitoso y millonario presentador de noticias en un canal por cable que se ha mantenido siempre muy independiente políticamente, neutral, sin _mojarse_ de lleno para bien o para mal en críticas, tratando de ser objetivo y dedicarse simplemente a dar las noticias con su toque personal, que es lo que lo ha hecho famoso.
Pero luego de colapsar y abrir por completo su pecho y opinión en un evento público, sobre su país, sobre su gobierno y sus cuestionables acciones militares, el programa da un giro por completo gracias a su jefe y su nueva productora ejecutiva que (_y aquí viene un cliché de la serie_) resulta ser una chica que trabajó con Will y llegaron a tener un romance y ahora es muy incómoda la relación entre ellos, entre trabajo y despecho. Incómoda, pero interesante, y que da grandes resultados en su trabajo.
El renovado News Night (nombre del programa de McAvoy) le dará las riendas a MacKenzie McHale (su productora) para que le de un lavado de cara por completo. Ahora, los verdaderos protagonistas, serán las noticias y la ética profesonal por el bien común. Nada de aligerar los hechos, nada de proteger intereses de políticos ni mantenerse neutrales. Si hay que tirarle _tierra_ a los republicanos, se hace, ¿a Obama? también, Siempre cumpliendo su objetivo de decir la verdad, sin pelos en la lengua y por más dura que sea.
Los dramas personales de los miembros de News Night dan más personalidad a la serie
En los Estados Unidos (y en cualquier país del mundo) esto es algo muy raro de ver en un canal o programa de televisión, de hecho, es prácticamente imposible. Los canales, o medios de comunicación tradicionales en general, siempre tienen intereses políticos y un discurso (_que llaman línea editorial_) preestablecido. De esto conozco bastante, dado que vivo en Venezuela, y hasta hace poco tiempo cambiar de un canal nacional a otro era tan drástico como ver que uno decía que "Pedro tenía un caballo blanco" y el otro que "Pedro tenía un caballo negro", o que lo mató, o que nunca tuvo. Así son las cosas.
Y en medio del drama y los problemas que les ocasiona el simple (pero complicado) hecho de querer revolucionar las noticias sencillamente dándolas también se desarrollan problemas personales, relaciones entre empleados (sí, otro cliché) pero que no son del todo romántica en muchas ocasiones, sino drásticas. De hecho, quizás la relación más sobrante allí es la de Will y Mac, aunque repito, en ella se basan los fundamentos de su trabajo en conjunto. Son sus discusiones las que hicieron un programa único.
The Newsroom está llena de maravillosos personajes. Además de Will (Jeff Daniels) y Mac (Emily Mortimer) tenemos al gran Sam Waterston interpretando a un inquebrantable Charlie Skinner que lleva el peso sobre sus hombros de haber dado luz verde a este cambio radical en su programa de noticias estrella, que no contentó para nada a los directivos ni accionistas, entre ellos la genial Jane Fonda.
El periodismo tradicional se encuentra con los "nuevos medios" en The Newsroom
Tenemos a Dev Patel como un Neal Sampat que más allá de estar encargado de la parte "digital y online" de las noticias, vemos cómo nace un activista, como se forma un reportero y cómo esta nueva generación de periodistas de la que es parte ve cosas que los demás no, desde Wikileaks hasta otros activismos antes de que todos los demás le dieran importancia.
Maggie Jordan (Alison Pill), Jim Harper (John Gallagher) y Don Keefer (Thomas Sadoski) son la columna vertebral del programa como productores que dan todo por conseguir la noticia, mientras que a la vez luchan con sus propios problemas (y dramas que también son un poco cliché) personales. Y finalmente tenemos a Olivia Munn interpretando a una Sloan Sabbith que quiere desmentir muchos clichés, como el hecho de que chica bella y con cuerpo de modelo solo sale en la TV por eso, por su cuerpo. Sloan es brillante, una economista increíble y tiene un carácter muy fuerte que intimida a muchos, y aunque sí, el canal en parte la quiere por su aspecto, ella logra demostrar que eso no es nada, que eso no la representa, y que su cerebro es un trofeo para ese canal, no sus piernas.
The Newsroom está lleno de luchas por mantener la ética y el periodismo de investigación en su estado más puro. Da gusto, mucho gusto, ver cómo funcionaría un programa de noticias si se mantuviese firme en su postura, independiente ante la insoportable _politiquería_ que parece dominar al mundo. Sorkin no falla, y por ello me despido extrañando esta serie, y con muchas ganas de finalmente terminar de ver The West Wing.
Quiero más diálogos complicados, y me encantaría ver periodismo de este nivel en la vida real.