Ya nos hemos habituado, por desgracia. Tras la pesadilla de pasar el control de seguridad del aeropuerto y correr descalzos con el cinturón en la mano para no perder el vuelo, nos encontramos con un avión claustrofóbicamente atestado y con más filas de asientos que las que el sentido común nos da a entender. "Perdone", dices en voz alta mientras apuntas con el dedo ese asiento minúsculo en mitad de una hilera de cuatro, y obligando a los de alrededor a levantarse y salir al pasillo para que puedas sentarte. Como para ir al servicio en pleno vuelo. Y los que midan más de 1'80 metros saben de sobra lo que es pasarse varias horas del vuelo con las piernas abiertas y las rodillas aprisionadas contra el asiento delantero y al borde de los calambres musculares ¿Qué está sucediendo?
Las aerolíneas han optado por hacer que el viaje del que menos paga sea lo más miserable posible porque les sale rentable
Un primer análisis nos puede llevar a la fácil conclusión de deducir que las líneas aéreas simplemente desean vender más billetes y por ello meten con calzador más hileras de asientos, reduciendo el espacio vital del pasajero. En este camino hacia la penuria, cuanto más low-cost sea la línea aérea, más menguante será el espacio que dispongas para moverte en tu sitio. Sin embargo, parece que se trata de una maniobra bien estudiada por parte de las líneas aéreas y que tiene sus consecuencias a fin de año en la cuenta de resultados. Dicho de otra manera, las grandes aerolíneas del mundo han descubierto con números en la mano algo que a buen seguro te inquietará: 'torturarte' en un viaje les sale rentable.
Se disparan los ingresos accesorios de las aerolíneas
Habrás pensado que nos hemos vuelto locos o que se trata de una inocentada, pero lo cierto es que New Yorker ha levantado la liebre al analizar las cuentas de resultados de las principales líneas aéreas del mundo y descubrir una correlación entre la merma de servicios básicos y el incremento de ingresos por conceptos ajenos a la venta de billetes. Dicho de otra manera, la facturación unitaria por la emisión de billetes se ha visto reducida por la fuerte competencia existente en el mercado, y las aerolíneas se han visto obligadas a encontrar otras fuentes de ingresos, habiendo encontrado un filón en los servicios extra que vende tanto en vuelo como en tierra.
Tiene su lógica. Si uno quiere hacer un viaje transoceánico como un maharajá y se lo puede permitir, optará por un billete en Business o First Class: sin colas a la hora de embarcar, prioridad en la recogida del equipaje y por descontado, asientos que se transforman en camas junto con un menú propio de restaurante de primer nivel. Así es fácil llegar descansado al destino del viaje. Estos billetes se venden a precio de oro, pero como podrás suponer, son pocos los privilegiados que pueden pagarlos, y a lo sumo, las posibilidades de catar viajar de esta manera te llegarán en forma de upgrade. ¿Qué han hecho las aerolíneas? Intentar forzar a los pasajeros de turista para que aflojen la billetera. Parece difícil que un viajero de esta clase desembolse una gran cantidad en el vuelo, pero posiblemente no ponga impedimentos para pagar pequeños importes por viajar un poquito mejor.
Una 'tortura' rentable
Y no veas lo creativas que pueden llegar a ser las cabezas pensantes que intentan exprimir nuestros bolsillos. El primer extra que podrás encontrar en cada vez más líneas aéreas es la comida, que en muchos casos ha pasado de gratuita a ser de pago generando notorios ingresos. Pero como quiera que no quedan muchos servicios adicionales que ofrecer, y aquí viene lo maquiavélico del asunto, las aerolíneas han optado por hacer que el viaje del que menos paga sea lo más miserable posible. La idea es simple: asientos cada vez más pequeños, aviones saturados de pasajeros, embarques lentos y tortuosos pese a existir métodos más eficientes... Todo sea por lograr que el pasajero en lugar de escoger una forma más placentera de viajar, opte por huir de la miseria.
Es muy posible que hayas viajado en alguna línea aérea que emplee esta filosofía: cualquier concepto es bueno para pagar por viajar un poco mejor. Puedes elegir entre un embarque prioritario, pagar un plus por sentarte cerca de la salida de emergencia, o bien por hacerlo en la parte delantera del avión. Pensarás que se trata de una política vil y miserable, pero los expertos consideran que se trata de lo más justo para el viajero, que sólo paga por lo que realmente consume. La idea es que un pasajero compre el billete básico al precio más competitivo del mercado, y a partir de ahí ir incrementando conceptos para que el viaje sea tan agradable como alcance su cartera. Y prepárate, porque los números demuestran que esta política es muy rentable para las líneas aéreas...