Finalmente Microsoft ha mostrado su gran apuesta al futuro de la computación, en la que han trabajado durante los últimos siete años, con la cual pretenden cambiar por completo la forma en que interactuamos con la tecnología, por medio de un nuevo dispositivo llamado **HoloLens*.
En realidad se trata del siguiente paso en realidad aumentada*, un intento bastante interesante para crear un nuevo tipo de interfaz gráfica que borra las líneas entre lo real y lo virtual, permitiendo que el usuario pueda crear y manipular, usando gestos con sus propias manos, objetos que sólo él puede ver.
Pero es imposible no pensar en lo raro, tosco, torpe, incómodo y poco natural que se ve una persona con los HoloLens puestos. También es sumamente extraño ver a otras personas interactuar con elementos virtuales que en realidad no están ahí. Tampoco me sentiría cómodo moviendo mis manos en el aire alrededor de personas que no conozco.
Mientras tanto Apple está a punto de lanzar un dispositivo que te pones en la muñeca, el **Apple Watch**. Será pequeño, prácticamente pasará desapercibido, su primera versión muy seguramente tendrá más limitaciones de las que nos gustaría pero con todas las pretensiones de convertirse en un dispositivo sumamente personal que elimine los límites entre objetos físicos y el software.
Durante sus respectivas presentaciones, tanto Microsoft como Apple han hablado, a su manera, de dos conceptos fundamentales para el futuro de la computación:
1. La tecnología tiene que ser invisible
2. La necesidad de eliminar límites entre lo real y virtual
Estos conceptos se han vuelto particularmente importantes con el hecho que el wearable computing cada vez es más factible, sus posibilidades se hacen más reales y su comercialización ya es el presente, no el futuro.
Pero la forma en que Microsoft con los HoloLens o Google con los Google Glass han abordado sus intentos de hacer la tecnología invisible, de difuminar límites entre objetos físicos y software muestran lo profunda y radicalmente distintas que son en comparación a Apple, tanto a nivel filosófico como a nivel comercial.
Es enfrentar a dos futuros propuestos en obras de ciencia ficción que han causado impacto en nuestra sociedad:
Por un lado Minority Report, donde muestran una interfaz gráfica que funciona por medio de grandes gestos y movimientos con los brazos usando un wearable (en este caso unos guantes con luces en los dedos) para manipular una pantalla virtual de 180º semi-transparente. Esta debe ser una sociedad con serios y constantes dolores de brazos de la necesidad de moverlos todo el tiempo para cosas tan simples como explorar fotos entre carpetas y abrirlas.
Por otro lado está Her, donde la interfaz gráfica en realidad es la interacción por medio de la voz con un “asistente virtual” extremadamente inteligente con aparente capacidad de sentir, transmitir y hacer sentir emociones creando un vínculo muy cercano entre el usuario y la tecnología. En el futuro propuesto por esta película, las personas prácticamente no tienen interacción con objetos, salvo en casos concretos, todo funciona con un pequeño auricular siempre activo, por medio del cual escuchamos la respuesta a nuestros comandos. El resultado es una sociedad sumamente conectada, pero con los ojos puestos en la realidad, y no en pantallas táctiles.
Google Glass o los HoloLens están cerca del futuro de la computación propuesto por Minority Report, que por mucho que hagan efecto dramático requerido en la ciencia ficción de Hollywood, es impráctico y extraño para el mundo real.
Apple entiende esto y lo tiene tan claro que prácticamente todos sus dispositivos desaparecen, dando protagonismo absoluto a la información con la que necesitas interactuar. Sin perder de vista el sentido de la moda, de verse bien, de no sentirte extraño, de no sentir que haces el ridículo, pero sobre todo, de sentirte bien contigo mismo cuando estás interactuando con la tecnología.
Es posible que en términos dramáticos, HoloLens tengan un efecto mayor a corto plazo pero de impacto mínimo o nulo en la sociedad, de la misma forma que sucedió con los Google Glass. Sí, es posible que sea interesante para un artículo sobre el futuro de la tecnología en un canal de TV generalista que requiere “impacto”. Pero no creo que vaya mucho más allá. Al menos no en su actual iteración. Es por eso que el programa de exploradores de las Glass acabó, porque una vez que la emoción inicial desapareció, quedó simplemente el sentido de ridiculez de aquellos que las llevaban puesta y que poco a poco, en silencio, dejaron de usarlas.
La realidad es que las personas buscan dispositivos que les hagan más simple la vida, que se las organice, que les permita divertirse y estar siempre conectado, pero sin sentir que hay algo de por medio entre ellos y la tecnología. Es por eso que un smartphone, visto de frente, es 97% pantalla y 3% los bordes, cada vez más pequeños. Es por eso que los marcos de las televisiones han desaparecido, es por eso que el diseño de los portátiles son cada vez más simples. La tecnología nunca debe sentirse como tecnología
Y en la carrera de la invisibilidad*, Apple lleva la delantera.