El mundo tecnológico, es, ante todo, uno de los ámbitos más cambiantes de la realidad. Las marcas y fabricantes están casi "obligados" a mejorar cada poco tiempo los productos que lanzan cada año. Se entra así en una vorágine, la vorágine de la actualización. Los usuarios, como clientes esperamos expectantes cada nuevo sistema operativo que se le puede instalar a nuestro terminal, sin cuestionar muchas veces cuál será su rendimiento futuro. En este sentido, el mercado se encuentra polarizado. A Apple le suelen llover alabanzas por el largo soporte que brinda a sus dispositivos iOS, mientras que en Android todo suelen ser críticas por los plazos que los fabricantes se dan para actualizar, si es que lo hacen, aunque eso parece estar cambiando éste año.

Como digo, solemos alabar cuando Apple soporta terminales por más de 2 años, e incluso llegar a actualizar tres versiones, como hizo en el caso de los iPhone 3GS, iPhone 4, y este año con el iPad 2. Sin embargo, ¿cómo son esas actualizaciones?¿qué aportan y qué restan a nuestros dispositivos?

Para analizarlo, tenemos que remontarnos a 2010. Ese año presentó iOS 4, el sistema operativo con el que unificó la gama iPhone con la gama iPad. Más allá de toda la polémica inicial con el Antennagate, iOS 4 fue el último sistema que pudo instalarse en un iPhone 3G. Ese caso fue grave por dos cosas. La primera fue que, dadas las limitaciones de hardware del iPhone 3G (128 MB de RAM), no pudo disfrutar de la característica estrella de ese año, la multitarea. La segunda, y con agravio debido a la limitación de la primera, fue la extrema lentitud con la que el dispositivo funcionaba. ¿Recordáis la experiencia del año pasado con iOS 7 en el iPhone 4? Bien, fue una broma comparado con aquello. Y hay pruebas:

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De hecho, aquella actualización fue tan paradigmática en cuanto a bajo rendimiento, que llegó incluso a ser parodiada. Es cierto que ocurrió hace ya demasiado tiempo, 4 años, y mucho ha llovido desde entonces. Pero como decía, hay casos más recientes que llegan hasta hoy. El año pasado, por poner un ejemplo, nuestros compañeros de AppleWeblog ya recomendaron no actualizar el iPhone 4 a iOS 7. Para mostrar la principal causa de tal recomendación, elaboraron este cuadro:

ios 7 iphone 4

Más tarde la cosa mejoró con iOS 7.1, pero seguía sin ser suficiente. Este año, le toca el turno al sucesor del iPhone 4, el iPhone 4S. También a su compañero de SoC A5, el iPad 2. Son muchos los usuarios que se han quejado, algo que evidenció que más que errores puntuales se trata de una tendencia dentro de las actualizaciones de la compañía. Y como en el caso anterior, vuelve a pasar en el tercer año tras el lanzamiento. Tras el desarrollo de iOS 8, Apple prometió mejorar el rendimiento en una versión futura, cosa que ha cumplido con iOS 8.1.1. En ArsTechnica han elaborado una comparativa entre el rendimiento de iOS 8 y iOS 8.1.1 en iPad 2 y iPhone 4S. De su cuadro podemos extraer también algunas conclusiones:

ArsTechnica
ArsTechnica

Apple da un soporte de larga duración, pero ¿es de calidad?Por mucho que iOS 8.1.1 mejora, como ya lo hizo iOS 7.1 en el iPhone 4, el nuevo sistema nunca logra estar ya a la altura del anterior a partir de su tercer año, lo cual es frustrante cuanto Apple tampoco permite el downgrade. Llegados a este punto, no se puede decir que sea algo extraordinario. Ha pasado en varias generaciones, y dada la poca cantidad de RAM que tradicionalmente llega a los iPhone nuevos, los nuevos modelos probablemente tampoco tengan una longevidad notable. Y en Android, ¿no ocurre esto mismo? Sí y no. Según ha analizado mi compañero Javier Merchán con el Nexus 4, Android 5.0 Lollipop vuela (y también es su tercera actualización). Su compañero contemporáneo, el iPhone 5, en cambio, ya comienza a mostrar alguna ralentización en iOS 8.

Visto todo esto, me parece perfecto que Apple alargue al máximo la vida de sus terminales (cómo no hacerlo). Sin embargo, en Cupertino deberían plantearse cómo llevar a cabo estos procesos. Es cierto que los nuevos sistemas, y sobre todo este año, suelen venir cargados de novedades exclusivas, que el público querrá disfrutar, pero de nuevo, ¿a qué precio?. Yo como usuario puedo llegar a ser muy productivo con las extensiones de iOS 8, pero si el tiempo y esfuerzos que ahorro con ellas los doblo esperando donde antes el terminal ejecutaba las tareas de manera instantánea, hay un problema. Y si no me dejan elegir si volver o no atrás, sólo me queda recomendar que no actualicéis dispositivos iOS de más de dos años. Frente a lo que se piensa, no envejecen bien.