Ayer se cumplió un año desde el lanzamiento del primer wearable de Samsung, el Galaxy Gear de la IFA 2013. Y ayer se presentó el sexto en su portfolio. Por el camino ha habido algunas mejoras evidentes como el Gear Fit, y algunos errores recurrentes como los del Gear 2. Ahora tenemos el esperado wearable independiente, el que no necesita de una SIM para funcionar y estar conectada. Es el Samsung Gear S. Y lo hemos probado.

Soy de los que creen que un wearable, A.K.A. "dispositivo corporal", debe partir de la base de que no es sólo un producto tecnológico, sino que debe llevar aparejado el concepto de "moda", de "estilo". Por lo tanto, ha de ser realmente bonito, pese a que hay gustos para todos. El Gear S no cumple esa primera premisa. No es discreto, no parece un accesorio más, no es tecnología invisible. Es demasiado grande, demasiado llamativo, demasiado grueso. En muñecas pequeñas ni siquiera tiene sitio.

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Comentado el diseño, pasamos a la función. En contra de lo que la aparente opinión mayoritaria puede pensar, sí valoro su independencia del smartphone, el hecho de que tenga conectividad 3G propia. Aunque no llega a sustituir por completo al smartphone. Me explico.

El diseño no es el mejor. Sustituir a un smartphone no es buena idea. Complementarlo, siendo a veces independiente, sí.Me gusta la idea de salir a correr o montar en bici con un reloj y ningún otro dispositivo, y poder registrar la actividad en Nike+ o Runtastic (o S Health, que incluso utiliza el sensor cardíaco) mientras escucho música de Spotify e incluso puedo recibir las notificaciones de mis redes sociales o correo electrónico. Todo eso de forma completamente independiente gracias a la conectividad 3G.

La pantalla funciona aceptablemente bien -es grande, qué menos- y no me molesta la idea de controlar gran parte de lo que tengo en mi smartphone a través de ella. La disposición de los iconos de aplicaciones incluso me recuerda a la del iPod nano. En general es una buena interfaz, aún aspectos que pulir como lo poco intuitiva que resulta. Por otro lado... meter un teclado QWERTY en un dispositivo así es una solución de emergencia, pero nunca debería ser planteado como una opción primaria. La escritura resulta muy tosca y compleja, y llevar el smartphone a un smartwatch en ese extremo es excesivo y antinatural.

Si pienso en llevar un smartwatch con tarjeta SIM, pienso en una doble SIM para compartir mi tarifa de datos y poder usarlo de forma independiente en casos concretos, sin tener que llevar las manos ocupadas. Pero desde luego ni me plantearía llevar un smartwatch como sustituto completo del smartphone. Not yet.

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