Los norteamericanos tienen una expresión que simboliza bien su filosofía "Sky is the limit" (el cielo es el límite). Algo que les ha llevado a realizar desde la conquista del oeste hasta la llegada a la Luna, aunque muchos lo pongan en duda. Y también han conseguido crear los rascacielos, edificios verticales con más altura que planta.
El Burj Khalifa se puede ver desde un radio de 95kms
Sin embargo una gran duda se plantea en estos momentos en los cuales hay una clara carrera por ver quién llega más alto: ¿hay un límite para construir rascacielos? Se podría decir que no hay más límite que el que uno quiera ponerse, si hay dinero detrás, claro. Pero en este caso tal vez hay unas cuantas razones que aconsejan no sobrepasar ciertas alturas.
La primera a tener en cuenta es la seguridad. En 1978 cuando William LeMessurier estaba presentando su recién construido Citicorp Center de 278m en Nueva York, fue preguntado por un estudiante de arquitectura si su edificio no volaría por los aires en caso de haber un huracán. El ingeniero descubrió con pavor que el joven tenía razón ya que en sus estudios habían supuesto que los vientos soplarían en perpendicular al edificio pero no en un ángulo de 45 grados. Esa misma noche, un equipo de trabajo fue enviado, casi en secreto, para soldar placas de acero a los vientos. Este episodio se mantuvo en secreto por cerca de veinte años.
El Taipei 101 tiene un péndulo interior que amortigua las embestidas provocadas por el viento
Recuerdo que no mucho después del 11S algunas escuelas arquitectónicas abogaron por la construcción horizontal en lugar de la vertical, esgrimiendo la seguridad como motivo principal del cambio de paradigma. Cierto es que un rascacielos es un símbolo de poder, nada nuevo si tenemos en cuenta que ya en el Gótico las construcciones verticales se realizaban para empequeñecer al ser humano, pero también es cierto que pueden llegar a ser vulnerables a ataques terroristas bien planificados.
La segunda razón a tener en cuenta es el coste, ya no sólo económico sino también medioambiental o, incluso, humano. El actual rascacielos más alto del mundo, el Burj Khalifa, ha costado más de 1,140 millones de euros y pesa, según los últimos cálculos, siete millones de toneladas. Este hecho podría provocar un desequilibrio sismológico según algunos expertos, aunque no ha sucedido nada, de momento. Las condiciones laborales de sus obreros han sido ampliamente criticadas por varios sectores con interminables jornadas de trabajo, sueldos ínfimos y barracones donde dormir pocas horas de una manera que deja bastante que desear.
Finalmente la tercera razón para no construir demasiado alto es de índole ingeniera. Y es que los cables de los ascensores, a partir de los 600 metros de largo son demasiado pesados para mover. De todos modos ya se está trabajando en solucionar este problema con los nuevos ascensores de imanes permanentes. De todos modos estos sistemas sirven para edificios relativamente bajos.
El ascensor con el mayor recorrido se encuentra en el Burj Khalifa con 504 metros
Es por esto que al conocer los proyectos de los futuros rascacielos más altos del mundo uno se pregunta: ¿hasta dónde podemos llegar? Edificios como el Kingdom Tower en Jeddah (Arabia Saudita) con 1000 metros de altura, el Sky City en Changsha (China) con 838 metros, el Ping An Finance Center en Shenzhen (China) con 660 metros, el Menara Warisan Merdeka en Kuala Lumpur (Malasia) con 600 o la Shanghai Tower en Shangai (China) con 632 metros son ejemplos de que esta carrera no tiene visos de acabar pronto.
Comprendo perfectamente que ciudades como Nueva York o Hong Kong hagan uso de los rascacielos ya que la superficie de construcción es reducida; pero en otros lugares donde lo único que sobre es espacio, para mí, no tienen razón de ser. Así pues, esta carrera por ver quién llega más alto sólo es una extravagante demostración de poder que bien podría usarse de otra manera para beneficio común y no de sólo unos pocos.