Es complicado el mundo de la tecnología. Las cosas avanzan rápido, demasiado rápido para el gusto de algunos. Un día vas a la tienda de electrónica local y te haces con el smartphone más puntero y costoso de Samsung, Apple o Nokia, la gente se sorprende un poco cuando lo ve y te sientes muy orgulloso de tu maravilla de la tecnología moderna, pero más dura un suspiro que la gloria de tu smartphone, y pronto tienes una pieza aún vigente, pero que está lejos de ser lo más potente del mercado.

Son pocos los gadgets que se mantienen vigentes por más de un par de años, y aunque puedan seguir siendo funcionales por siempre, poco tardamos en sentirlos obsoletos. Es un poco culpa de nuestra absurda necesidad de tener más aunque no lo necesitemos y otro poco de la culpa lo tiene esa nueva funcionalidad que siempre quisimos aunque difícilmente valga la pena pagar por ella.

La historia con Raspberry Pi parece ser distinta. Desde la llegada misma de el microordenador al mercado algunos sentimos que, al menos en términos de poder de procesamiento, ya se había quedado obsoleto al momento de tocar mercado. Pero el Pi era económico, absurdamente económico, a un nivel que aún no tiene competencia en términos de precio, y estaba orientado a propósitos experimentales y de investigación, por lo que se le perdonaba su falta de potencia.

Ya han pasado casi dos años y medio desde que a principios del 2012 la fundación Raspberry lazara al mercado esta pequeña y maravillosa pieza de hardware. Dos años, que pueden parecer poco o mucho según como se le mire, pero en los que definitivamente muchas personas que emplean esta tecnología buscan algo más potente que les permita propulsar proyectos más exigentes.

¿Por qué debería actualizarse Raspberry Pi?

No somos pocos los que estamos ansiosos por ver una nueva versión de Raspberry Pi dentro del mercado. La necesaria actualización haría que todos aquellos que aprovechan la tecnología de estos pequeños ordenadores puedan ponerse manos a la obra en proyectos más exigentes, e incluso, sería mucho más sencillo crear proyectos recreativos en condiciones.

Raspberry Pi: ¿Ha llegado el momento de que se actualice?

  • El tiempo: Raspberry Pi, como ya hemos dicho, tiene más de dos años de haber llegado al mercado. Dos años en los que las placas principales no han recibido actualizaciones de hardware más allá del Compute Module, que no representa ningún avance. Casi a la mitad del tercer año de existencia del proyecto aún no se ha presentado una futura nueva versión y probablemente tampoco veremos que eso suceda pronto.
  • Nuevos procesadores: En los últimos meses hemos visto una buena oferta de procesadores ARM con precios de risa, como el Allwinner A33, mucho más capaces que el que podemos encontrar actualmente dando vida a Rasperry Pi que no subirían el costo de producción.
  • Proyectos más exigentes: Ya lo hemos dicho, las limitaciones en términos de potencia de Raspberry Pi evitan que se le pueda aprovechar en proyectos más exigentes. Compute Module podría ser considerado una solución a esto, pero sería mucho más costoso crear un modulo de Pis que optar por un SoC Allwinner A33 que ofrezca la misma potencia.

¿Por qué no debería actualizarse Raspberry Pi?

Pero no todo son razones para actualizar al pequeño Pi. Si la fundación Raspberry no ha optado aún por actualizar su hijo predilecto es porque sus razones tiene, y algunas de las más importantes son las siguientes.

Raspberry Pi: ¿Ha llegado el momento de que se actualice?

  • El tiempo: Raspberry Pi no tiene ni 3 años de vida. Ese año que puede ser una inmensidad dentro del segmento smartphone no lo es tanto dentro de la computación con propósitos experimentales, y la vida útil del Pi aún no se ha terminado. Todos los días nacen nuevos proyectos que aprovechan el buen hacer del ordenador de Raspberry.
  • Fragmentación: A diferencia de lo que sucede con ordenadores tradicionales que cuentan con gran cantidad de recursos para almacenar drivers que no necesariamente necesitarán dentro de la instalación del sistema operativo, en el Pi los recursos son limitados. Esto se traduce en restricciones en la compatibilidad de aplicaciones, por no decir que todo el software que existe para los actuales Model A y B necesitaría ser revisado para hacerlo compatible con las nuevas versiones.
  • El precio: Una actualización para Raspberry Pi obligaría a la empresa a subir los costos de producción y por consiguiente a subir el costo para el usuario final. Probablemente la Fundación Raspberry no ha visto demasiadas ganancias hasta hace algunos meses, cuando los componentes se abarataron lo suficiente, y quizás quieren sacar un poco más de tajada antes de presentar una nueva versión que los devuelva a acercar demasiado al límite negativo de la rentabilidad.

Probablemente pasará algún tiempo antes de que veamos nuevas versiones de Raspberry Pi. Mientras tanto, la solución para quienes necesiten un poco más podría ser el Raspberry Pi Compute Module, que si bien pierde el atractivo económico cuando se le compara con otras alternativas más completas en términos de prestaciones, mantiene a grandes rasgos la compatibilidad con el software existente para la plataforma.