Boo.com es probablemente el mejor ejemplo de la demencia radical que se vivía en el punto más alto de la burbuja del punto-com, en 1999. La startup de comercio electrónico (es lo que estaba de moda en aquella época) se dedicaba a vender ropa y accesorios. Lanzaron en otoño de 1999 después de varios atrasos y quemaron 188 millones de dólares de inversión en apenas seis meses (hoy serían unos 260 millones de dólares si lo ajustamos a inflación). En mayo de 2000 se declararon en bancarrota y cerraron.

Aún operando con un presupuesto tan grande, Boo.com tenía problemas de experiencia de usuario que hacían extremadamente complicada la compra. El gran uso de Flash y Javascripts pesados para animar y supuestamente dar una experiencia de compra en 3D causaba que los visitantes tengan que esperar varios minutos para cargar una página. En aquella época la mayoría accedía a internet por medio de conexiones dial-up. Además los desarrolladores de Boo.com decidieron que la ventana del navegador no pueda cambiar de tamaño, una horrible práctica común en aquella época, especialmente en webs hechas con Flash.

Por otro lado el sistema de navegación de Boo.com era sumamente complicado. Había que elegir categorías, subcategorías y hasta responder preguntas antes de saber si hay productos de determinado tipo, en muchos casos no los tenían en existencia, incrementando la frustración. Entre terribles decisiones de diseño, una interfaz gráfica horrorosa, pésimas decisiones administrativas y la fantasía del dinero ilimitado, murieron.

Poco queda de esa época, pero siempre es bueno contextualizar el presente con la locura que muchos vivimos hace 15 años cuando se pretendía creer que todo negocio online sería exitoso. El video que acompaña a este artículo lo muestra parte de la demencia de la época.