Hemos vivido una semana más que movida con la rimbombante "tasa Google" del gobierno español, el proyecto de reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual que pretende poner patas arriba el sector de los medios de comunicación en internet. El proyecto de ley ha sido duramente criticado en la red, llegando a impulsarse un boicot a los medios suscritos a la asociación de editores AEDE por parte de los usuarios de Menéame, además de cientos de artículos sobre este tema desprestigiando la medida tomada por el gobierno y el proteccionismo a los medios consolidados por parte del estado. Todo esto en un momento en que tres de los principales periódicos en España han cambiado de director.
Los medios de comunicación sí saben cómo funciona internet
No obstante, a lo largo de esta semana me he cansado de leer en muchos de los artículos escritos sobre la "tasa Google" algo que me preocupa y me desconcierta a partes iguales: que tanto los medios de comunicación tradicionales como el gobierno no entienden cómo funciona internet. Como si los medios no fueran conscientes de los beneficios de aparecer en Google News o Menéame y estuvieran luchando por evitar que estas empresas se lucraran a su costa. Tanto El País, como El Mundo o los diarios deportivos, saben que los agregadores de noticias les dan visitas. No sólo eso: visitas de calidad, dirigidas por un interés despertado, un target definido para el cual puedes adaptar la publicidad de manera más concreta, aumentar el CTR y, en definitiva, conseguir más ingresos. ¿A qué se debe esta medida, entonces? ¿Por qué donde algunos ven un tiro en el pie por parte de los medios yo veo una rastrera pero magistral jugada por parte de gobierno y medios de comunicación?
Los medios -y el gobierno- sí saben cómo funciona internet
El problema es la democratización de la comunicación
Como decía, el verdadero problema que encuentran los grandes medios de comunicación españoles no es que aparezcan en los agregadores de noticias. Esto, de hecho, les beneficia. El problema es la democratización de la comunicación, la horizontalidad que estos agregaderos le dan a la información, en la que un pequeño blog tiene tanta importancia como el medio más grande español. Es ahí, en esta idea, en la que reside la importancia de esta nueva ley: en que los pequeños medios tendrán que cobrar quieran o no -CEDRO mediante- por el contenido que aparezca en los agregadores de noticias.
La reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual busca acabar con la horizontalidad del contenido
Lo que busca esta reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual no es otra cosa que acabar con la horizontalidad de los medios. Que los agregadores dejen de ser un escaparate de medios más pequeños y que, si hace falta, desaparezcan los propios agregadores o que, en cambio, ellos saquen beneficio de la información publicada en pequeños blogs (esto roza el atraco). Y esto es, como poco, grotesco y terriblemente peligroso para la democracia de un país.
Lo que se busca con la reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual no es reforzar a los grandes medios, es restar visibilidad a los pequeños medios. Acabar con los agregadores de noticias y desmoralizar a todos aquellos que se han dejado llevar por la pasión de contar en internet las cosas tal y como las ven, aquellos que están tratando de ofrecer contenido verídico, original, de calidad y libre. Se está intentado restaurar la hegemonía de los grandes medios, aquellos que ya tienen la visibilidad ganada y que -gracias a contratos publicitarios- pueden permitirse llevar a cabo campañas en AdWords, en Facebook o publicidad tradicional. Esos que pueden regalar una película los domingos.
Comprando la democracia con publicidad institucional
¿Lo que menos importa para el funcionamiento de la democracia es el ciudadano?
Pensemos en por qué estos medios pequeños resultan molestos para el gobierno y los medios de comunicación. Pensemos en la situación actual: tres de los grandes medios españoles ofreciendo en bandeja la cabeza de sus directores al gobierno a cambio de publicidad institucional: millones y millones de euros inyectados (con nuestro dinero, por cierto) a cambio de moderar la línea editorial, silenciar problemas tan graves como los 15 inmigrantes muertos en Ceuta hace apenas unos días. Pensemos en casos en los que los periódicos han protagonizado escándalos en los que han tergiversado la realidad y algunos medios más pequeños los han rebatido hasta sumirlos en el más absoluto ridículo. Pensemos en esos dos artículos -el del medio grande y el del blog personal que con datos en sus manos rebate al gigante- en un agregador de noticias, con la misma visibilidad. ¿A quién interesa esto? ¿Al gobierno? ¿A los grandes medios? ¿Al ciudadano? Evidentemente, sólo a éste último. Pero tanto medios de comunicación masivos como gobierno ya han demostrado que lo que menos importa para el funcionamiento de una democracia es el ciudadano, por mal que nos pese.
Aún así, que no cunda el pánico. Efectivamente, este movimiento es un tiro en su pie. A la SGAE no le ha funcionado y a los medios no les va a funcionar. El otro día un amigo decía "la gente es tonta, pero no tanto". Y así es. Lo que el gobierno trata de imponer es artificial y cuando un medio de comunicación se vende de una manera tan explícita pierde su razón de ser. Este boicot puede parecer insignificante ahora, pero puede ser el principio del colapso definitivo de la credibilidad de los medios de comunicación masivos en España. Yo, al menos, así espero que sea.