Una de las frases que me dijo Antonio Tallón, Product Manager de HTC en su entrevista, fue que existe la sensación generalizada en el mercado de la industria móvil de que ya no hay margen para innovar, de que ya está todo inventado y no se puede ir mucho más allá. Por parte de los usuarios, claro. Los fabricantes son quienes tienen que romper ese mito y sorprendernos. A veces, las carencias en la industria móvil están en lo más básico. Por ejemplo, en la relación entre calidad y especificaciones de un terminal. La tendencia, Apple al margen, es clara: los gama alta se llevan pantallas más grandes, mientras que los gama baja o gama media se quedan en tamaños más reducidos. Casi todos los smartphones presentados este año siguen esta premisa, con honrosas excepciones. Quedan, pues, dos huecos que llenar: un gama alta de pantalla reducida y un gama baja de gran pantalla.
Gama alta con pantalla reducida
En octubre de 2012, Samsung nos dio una sorpresa presentando el Galaxy S III Mini, la versión reducida del que entonces era su buque insignia. Ya hubo rumores previos sobre su lanzamiento, y generó mucha expectación: por fin un fabricante se iba a acordar de quienes querían un gama alta manejable a una mano con comodidad. El resultado fue otro: el Galaxy S III Mini fue una decepción: sus especificaciones eran impropias del S III de su nombre. Samsung apuntó a una bajada considerable de calidad, no sólo de tamaño.
Con el Samsung Galaxy S4 Mini vimos un resultado similar, pero bastante mejor. Aunque seguía sin ser un S4 de un tamaño inferior, ya no estaba tan descafeinado como su hermano mayor. Más tarde llegó el HTC One Mini, quien hacía algo de más de justicia a la primera parte de su nombre. Mantenía en muy buena parte la experiencia del HTC One, pero faltaba un remate, una hoja de especificaciones que mantuviese indiscutiblemente la gama alta como su lugar de partida.
Queda como reto ese: lanzar un 'mini' que sea 'mini' en su tamaño, pero todas sus especificaciones se mantengan igual. La pantalla sería de entre 4 y 4,3 pulgadas. Por supuesto, el precio sería menor que el de su hermano mayor, pero no puede quedar a mitad de precio, porque salvo milagro Nexus, ya no estaríamos hablando de un gama alta. Lo lógico sería un precio de, pongamos, 500 - 600 dólares en el caso de que el mayor tenga uno de 600 - 700 dólares.
Gama baja de gran pantalla
Este año sí ha habido algún que otro actor que ha apostado por esta combinación. Por ejemplo el Nokia Lumia 1320, un smartphone de 6 pulgadas con procesador dual-core, 1 GB de RAM, cámara de 5 megapíxeles y 8 GB de almacenamiento. Igual que el Nokia Lumia 525, el más bajo de la gama Lumia, pero con una pantalla mucho mayor. No obstante, es un sector aún por explotar, sobre todo en Android. ¿Se animará Samsung, HTC, Sony o LG a lanzar un producto así?
El Lumia 1320 no fue el único que condensó prestaciones contenidos en una gran pantalla, pero la mayoría de sus predecesores cometieron el mismo error: gama baja no significa experiencia de uso arruinada, y muchos cayeron en eso. Ahora es momento de demostrar que hay un mercado para smartphones así, como demostró Samsung en su día con el primer Galaxy Note.