Uno de los inventores olvidados por la Historia es Edwin Armstrong. Su nombre, sin embargo, está ligado al desarrollo de la radio. El día después de Navidad de 1933, le fueron concedidas cuatro patentes por su invención más brillante: la radio FM.
Hasta aquel momento, la radio comercial había sido de amplitud modulada, lo que popularmente se conoce como radio AM. La genialidad de Armstrong se basó en no pensar en modificar la amplitud de una onda de radio para crear el sonido, sino variar la frecuencia de la onda portadora. En contra de las ideas de la época, la radio FM funcionaba, ya que en una banda ancha del espectro conseguía una calidad de sonido muy buena.
Parecía que el viento soplaba a su favor, y que su genial invención marcaría una auténtica revolución en el mundo de las telecomunicaciones. La historia de Edwin Armstrong, sin embargo, tiene una cierta similitud con la biografía del ahora reconocido Nikola Tesla: increíbles genios caídos en desgracia.
Y es que la revolución que iba a suponer la radio FM chocó frontalmente con los intereses comerciales de la Radio Corporation of America (RCA), la compañía de electrónica más importante de la época en Estados Unidos. Al frente de esta empresa estaba David Sarnoff, amigo de Armstrong, que en lugar de alegrarse por los éxitos de Edwin, vio en la radio FM un invento peligroso, que podía derribar el imperio económico de la RCA.
La caída en desgracia de Armstrong
Poco importó la amistad entre Sarnoff y Armstrong. Cuando Edwin logró sus patentes sobre la radio FM en 1933, consiguió que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) creara una banda de radio en FM entre 42 y 49 MHz. Gracias a ello, Armstrong demostró que la radio FM funcionaba. Pero también fue una manifestación clara del peligro que suponía para el imperio de las telecomunicaciones.
Por este motivo, la RCA, liderada por Sarnoff, comenzó a ejercer fuertes presiones sobre la FCC, con el objetivo de que se asignara el espectro del último gran invento, la televisión.
Esta decisión provocó que los usuarios de la radio FM tuvieran que ser desplazados a una banda del espectro totalmente nueva. Además, se disminuyó la potencia de las emisoras de radio FM, lo que en la práctica supuso pérdidas irreparables para la invención de Armstrong. El éxito de su descubrimiento llegaría años más tarde, pero sería demasiado tarde para él.
El inventor norteamericano, completamente desquiciado, decidió suicidarse en 1954. En aquel año, la RCA aún no había reconocido sus patentes, y se había negado a pagarle cualquier tipo de derecho comercial. Su trágica muerte fue provocada por su situación de bancarrota, algo que Armstrong jamás lograría superar.
Antes de saltar desde la décima planta de un edificio, Edwin escribió a su esposa Marion una carta en la que se disculpaba por lo que iba a hacer. Ella, sin embargo, estaba más convencida del éxito de la radio FM de lo que Armstrong estuvo alguna vez. Lejos de rendirse tras el fallecimiento de su marido, Marion continuó su particular batalla legal contra la RCA por las patentes de la radio FM.
Y ganó. En 1967, consiguió derrotar a la RCA en los juzgados. La compañía, que había tratado de asfixiar el avance tecnológico, vio cómo al final, la radio FM igualaba y sobrepasaba la saturación de la radio AM.
El legado de Armstrong, ha logrado el reconocimiento que no consiguió en vida: en 1955 la Unión Internacional de Telecomunicaciones le nombró como "una de las personalidades más importantes de la historia de las telecomunicaciones".
Ochenta años después de las patentes que cambiarían la historia de la radio, queremos homenajear desde ALT1040 su figura, imprescindible para entender el mundo de la comunicación. El legado de Armstrong cambió para siempre nuestro día a día, y nos demuestra, décadas después, que el avance tecnológico supera cualquier tipo de traba o interés oscuro, como contra los que tuvo que pelear en su momento.