Magnus Carlsen vs Anand

Carlsen vs Anand

El campeonato mundial de ajedrez, disputado en Chennai, India, la tierra de Anand, había despertado la expectación que solo los míticos duelos entre Garry Kasparov y Anatoli Karpov habían conseguido casi tres décadas antes. Carlsen, un joven de 22 años concitaba todo el interés. Elegante, carismático y apuesto, se había convertido en el jugador con mayor ranking de la historia al llegar a los 2872 puntos ELO (Kasparov 2851) y uno de los jugadores más jóvenes en lograr el título de Gran Maestro (13 años).

La victoria del Deep Blue sobre Kasparov en 1997 supuso un cambio radical en este mítico juego. La máquina sometió al hombre y desde entonces el mejor jugador del mundo siempre ha sido una máquina. Pero, lejos de suponer un declive, el interés por el ajedrez ha ido en aumento. Millones de jugadores federados en el mundo e incontables torneos dan fe ello. Aunque, eso sí, algunas cosas ya no son iguales.

Ya no se aplazan las partidas dado que los jugadores recurren a las máquinas para encontrar las mejores continuaciones. Hay un estricto control en los grandes torneos para asegurarse de que nadie es ayudado por máquinas. Aunque no son numerosas, las denuncias de trampas existen. Y sobre todo, los jugadores profesionales se entrenan con máquinas.

Se dice que Carlsen es producto de las máquinas. Cuando empezó en serio a entrenar, ya Deep Blue había vencido. Su juego suele considerarse robótico. Aunque habría que decir que es preciso, muy preciso. Los jugadores actuales preparan todas las variantes con las máquinas. Los analistas revisan las partidas ayudados de máquinas. Y los comentarios suelen ser del estilo de: "en el movimiento 14 las máquinas demuestran que las blancas se equivocaron".

Pero Carlsen confía en si mismo. Su idea es no equivocarse en la apertura (serie movimientos repetitivos que suelen aprenderse de memoria) y llegar al medio juego donde el entrenamiento con las máquinas ya no es tan útil. Entonces comienza a apretar y apretar. Es costumbre acordar tablas cuando la posición está igualada, algo que no hace el campeón. La idea de Carlsen es explorar cualquier ventaja por mínima que sea. Y le va bien.

Anand, que como muchos ajedrecistas de élite reside en España, ha sido cinco veces campeón y finalmente ha claudicado. Elevó la pasión por el ajedrez en la India, el país más poblado del mundo. Ha sido un digno rival. Tuve la ocasión de conocerle, jugar contra él (inmerecidamente) y ser barrido del tablero esta primavera en una exhibición de simultáneas. Para quien no haya visto nunca este espectáculo, es una de las más sorprendentes muestras del talento humano. El jugador realiza sus jugadas pasando de un tablero a otro. En nuestro caso eramos 30 contra Anand. El resultado: 28 victorias y dos tablas. Anand es un hombre encantador que no dudó en comentar las partidas con quién se lo pedía.

Una de las razones de la victoria de Carlsen es la edad. Su estrategia ha consistido en agotar a su rival, 20 años mayor que él. Largas y extenuantes partidas en las que la juventud acaba siendo una ventaja. Al final llega el error. Al final el veterano se cansa y falla. Al final Carlsen gana.

Ahora que es campeón, Carlsen puede relajarse un poco y quizá sacarse el carnet de conducir o dedicarse mínimamente a otras aficiones. Pero no por mucho tiempo. Sus rivales le acechan y necesita estar alerta. Es improbable que consiga mantenerse durante 20 años siendo campeón del mundo como hizo Kasparov. Nuevos rivales surgen en la India, en China y cómo no en Rusia. Por cierto, este ha sido el primer campeonato del mundo en el que ninguno de los contendiente era ruso.

El ajedrez actual debe mucho a las máquinas, pero de una forma no tan conocida por los legos. Ahora es posible jugar por Internet. A través de sitios web que tienen salas de juego o mejor aún, mediante smartphones. Y la experiencia es muy satisfactoria. Instalas tu aplicación y puedes jugar contra rivales de todo el mundo. Desde tu casa o el transporte público o en la sala de espera del médico. Curiosamente no es aburrido como cuando juegas contra una máquina. Es tan real y emocionante como cuando tienes al rival delante. ¿No lo has probado aún?

Este juego milenario no deja de producir satisfacción entre sus seguidores. Y no cesa de producir talentos. Algunas de sus figuras de los tiempos reciente son ya míticas. Bobby Fischer, Anatoli Karpov, Garry Kasparov o Viswanathan Anand. Pero eso era antes. Ahora el campeón es Magnus Carlsen. El rey ha muerto, viva el rey.