Habitualmente observamos el impacto de asteroides con una mezcla de asombro y miedo, pensando en que estos cuerpos rocosos podrían llegar a destruir cualquier rastro de vida sobre el planeta, en caso de chocar con la Tierra.
Por este motivo, desde hace tiempo las agencias espaciales tienen como objetivo blindar nuestra seguridad, mediante el desarrollo de programas de captura de asteroides, como el anunciado por la NASA hace solo unos meses.
Sin embargo, pocas veces asociamos el impacto de asteroides con el origen de la vida. ¿Podría ser posible en el caso de que el choque no fuera lo suficientemente grande como para destruir cualquier tipo de organismo vivo? La respuesta, según científicos de la Open University de Reino Unido, parece ser afirmativa.La colisión de asteroides permitiría la creación de sistemas hidrotermales óptimos para la vida
Pensemos en que el impacto de asteroides no fuera tan grande como para terminar con cualquier mínimo rastro de vida sobre el planeta. En ese caso, la colisión sería capaz de crear un cráter sobre la superficie terrestre, que podría generar un sistema hidrotermal adecuado como refugio óptimo para la vida.
En este nuevo hábitat, debido al golpe del asteroide, se podrían generar moléculas orgánicas complejas, que servirían como perfectos precursores químicos, indispensables para el desarrollo de la vida. Además, la temperatura del sistema, una vez que se hubiera reducido unos cuantos grados, podría ayudar a albergar determinados microorganismos que soportaran estas condiciones.
Esas son las conclusiones que el equipo de investigación de Ian Gilmour ha presentado en el European Planetary Science Congress. Su trabajo se ha centrado en el conocido como cráter Boltysh, situado en Ucrania, cuyo origen data de hace aproximadamente 65 millones de años, y cuyo diámetro ronda los 24 kilómetros.
Examinando los sedimentos del cráter, provocado por el impacto de asteroides, vieron que la temperatura del lago originado en el pasado podría haber estado entre los 75 y los 250 grados Celsius. Además, los cambios en los restos de la vegetación encontrada en dichos sedimentos concluyen que el posible sistema hidrotermal se mantuvo un período comprendido entre 40.000 y 30.000 años atrás.
Sus hallazgos concuerdan con buena parte de los objetivos de la exploración espacial del robot Curiosity en el cráter Gale de Marte. La existencia de este tipo de agujeros en la superficie de los planetas no solo son las huellas del impacto de asteroides en el pasado.
También dan pistas extraordinarias de cómo estas colisiones pudieron influir sobre la existencia de la vida. Conocer el proceso de calentamiento y su duración en el cráter Boltysh permite saber cómo este tipo de impactos influyeron en la vida en la Tierra, y quizás también en otros planetas.