células madre

Yike G. (Wikimedia)

La muerte de Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los compositores más célebres de la historia de la música, sigue, 222 años después, rodeada de misterio. Son muchos los trabajos científicos que en los últimos años han tratado de bucear entre las pistas de su fallecimiento.

Una de las hipótesis más importantes es la que alude a la enfermedad renal, un problema médico de gran relevancia a nivel mundial. Según datos de la Sociedad Española de Nefrología, el 10% de la población podría sufrir de algún grado de enfermedad renal crónica. Mozart, por tanto, no sería el único que habría sufrido daños en sus riñones, sino que una parte de la sociedad tiene que lidiar a diario con este tipo de trastornos.

¿Podrían las células madre haber salvado a Mozart?

En este contexto, donde la aplicación de tratamientos como la diálisis puede no ser suficiente, emergen innovadoras vías terapéuticas, ligadas a la medicina regenerativa. En pleno auge de la investigación con células madre, estas herramientas podrían haber salvado la vida de Mozart y de millones de personas en todo el mundo.

Cada vez tenemos más claro el papel de las células madre en la hipotética fabricación de órganos en el futuro, puesto que la creación de yemas de hígado o de organoides cerebrales abrieron sendas importantísimas para la medicina regenerativa. Pero aún no es suficiente.

Umberto Salvagnin (Flickr)

Este tipo de trabajos de investigación todavía no han conseguido fabrican órganos completos, sin embargo, son muy necesarios para entender cómo podemos usar las células madre para hacerlo. De hecho, un reciente artículo publicado en Nature Cell Biology por el equipo de Juan Carlos Izpisúa vuelve a demostrar la importancia de las células madre en medicina regenerativa.

En este caso, su proyecto de investigación se ha centrado en la creación de primordios renales, calificados por otros medios como «mini-riñones». Esta denominación no es del todo correcta, ya que sus resultados, aunque innovadores, no han permitido reconstruir riñones completos, sino yemas precursoras del uréter, el canal que usan los órganos renales para transportar la orina hasta la vejiga.

5 pasos para crear los primeros primordios renales

Su proyecto se basó en cinco pasos fundamentales. En primer lugar, lograron desdiferenciar fibroblastos (un tipo de células adultas) a células madre de tipo iPS, que ya están siendo estudiadas en el primer ensayo clínico del mundo con estas herramientas terapéuticas.A partir de células adultas consiguieron las primeras yemas renales

Posteriormente, demostraron la pluripotencialidad de estas células con unos determinados biomarcadores, asegurándose asimismo de que la expresión genética de las mismas era absolutamente normal. En otras palabras, consiguieron probar que las células desdiferenciadas presentaban las características de las células madre.

Una vez que tenían el ingrediente fundamental para preparar las yemas renales, estudiaron qué factores de crecimiento eran necesarios incluir en la receta. Al fin y al cabo, los laboratorios de investigación son una gran cocina: necesitamos ir probando diferentes combinaciones para saber cuál es la correcta.

En su caso, las proteínas conocidas como BM4, FGF2, activina A y BMP2, demostraron ser necesarias para elaborar los primordios renales. Pero sin duda, el componente más importante hallado por el equipo de Izpisúa fue el ácido retinoico, un metabolito obtenido de la vitamina A.

Cuando cultivaron las células madre con estos ingredientes, observaron cómo eran capaces de diferenciarse hasta llegar a ser algunos subtipos celulares que podemos encontrar en el uréter. Además, aplicando las técnicas de cultivo 3D adecuadas, fueron capaces de mantener la forma tridimensional que podemos encontrar en estas estructuras renales de manera natural.Su trabajo es pionero para la medicina, aunque estemos lejos de obtener órganos completos

El último paso fue comprobar que estas células, que podían agregarse e integrarse en primordios renales del uréter, constituían algunos de los subtipos celulares que se observar en estas partes de nuestro sistema urinario. Hasta la fecha, este es el primer trabajo de investigación que logra unos resultados tan avanzados en este sentido.

Aunque aún estamos muy lejos de fabricar riñones artificiales mediante células madre, no hay duda de que la investigación de Izpisúa marca un nuevo punto de inflexión en la medicina regenerativa. Quizás este sea solo el primer paso para lograr que miles de pacientes se beneficien en el futuro de terapias celulares inspiradas en este trabajo.

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