Una de esas dudas existenciales de la vida es entender por qué hay determinadas relaciones de pareja que funcionan y otras no. ¿Por qué hay matrimonios que duran años y otros emparejamientos no dudan más que unos meses? La causa podría estar en nuestro ADN, según un reciente estudio realizado por científicos de la Universidad de California, que han relacionado una variante genética con una mayor satisfacción marital.
Su descubrimiento se centra en un gen relacionado con la regulación de la serotonina, un neurotransmisor implicado en la inhibición de la ira o la agresividad y el equilibrio del deseo sexual, entre otras muchas funciones.
El trabajo de los científicos de la Universidad de California (Berkeley) ha sido publicado en la revista Emotion. Su estudio ha permitido identificar una variante genética de la región 5-HTTLPR, que pertenece al gen SLC6A4. Esta variación genética se relacionaba con una mayor o menor satisfacción marital.La variante genética corta se relacionaba con una menor satisfacción marital
Y es que todos los seres humanos heredamos una copia de ese gen por parte de nuestro padre, y otra por parte de nuestra madre.
De forma específica, vieron que las personas que presentaban la variación genética "corta" en estas dos copias estaban más predispuestas a tener relaciones más cortas, donde predominaban las emociones negativas, los enfados y la infelicidad.
Por otro lado, aquellos individuos que presentaban al menos una variante genética (o las dos) que fuera de mayor tamaño, solían tener también relaciones más duraderas, ya que presentaban una mayor satisfacción marital. Esto no quiere decir, según resaltan los propios investigadores, que las personas con la variante genética corta en sus dos copias vayan a ser infelices toda su vida.Nuestras relaciones no solo dependen de lo que dicen nuestros genes
Al contrario, aquellos individuos que presenten esta variante genética corta sufrirán más en las peores relaciones, pero no tendrán por qué pasar por lo mismo si la situación con su pareja marcha bien.
En otras palabras, no se da un determinismo genético que marque nuestras relaciones, sino que más bien es una mezcla compleja entre las condiciones ambientales y lo que dice nuestro ADN.
El estudio realizó un seguimiento a 150 matrimonios de California durante 20 años, y una vez transcurridos períodos de 5 años, las parejas debían acudir a la Universidad a examinarse sobre su satisfacción marital. Curiosamente, la influencia genética se observaba con más fuerza, en palabras del coordinador del equipo de investigación, Robert W. Levenson, cuanto más mayores eran las personas entrevistadas.