Cazas F-16

mashleymorgan en Flickr. Imagen: USAF

Hace un par de meses, la Marina de Estados Unidos nos sorprendía a todos con un vídeo en el que se podía ver a uno de sus drones aterrizar en la cubierta de un portaaviones; un aterrizaje que marcaba el inicio de una nueva era en el uso y despliegue de aeronaves no tripuladas. Los drones se han convertido en una pieza clave dentro del arsenal estadounidense y son múltiples los programas que se desarrollan alrededor de este tipo de aeronaves; de hecho, la Fuerza Aérea se ha propuesto subir el listón y transformar aeronaves convencionales en drones.

Aunque pueda parecer que estemos hablando de la película Stealth (una cinta que, en mi opinión, es mejor olvidar), la Fuerza Aérea de Estados Unidos y Boeing llevan tiempo trabajando en un proyecto para transformar cazas de combate en drones; es decir, transformar un caza convencional en un avión no tripulado que pueda ser guiado por un piloto desde tierra. En cierta forma, el esquema es similar al control de drones como el Predator; sin embargo, el Predator es un drone diseñado específicamente para este fin y un F-16 es un avión diseñado para ser controlado por un piloto sentado la cabina de mandos.

Precisamente, el Lockheed Martin F-16 Fighting Falcon ha sido el modelo de avión elegido para realizar este programa experimental, un caza desarrollado en los años 70 y que sigue estando en activo en la Fuerza Aérea de Estados Unidos o en la de Israel, entre otros operadores.

El vuelo de prueba tuvo lugar la semana pasada en una base de la Fuerza Aérea de Estados Unidos situada en el Estado de Florida y, teóricamente, el objetivo de esta experiencia es desarrollar cazas de entrenamiento que puedan servir para ejercicios de entrenamiento para los pilotos (aunque a primera vista podamos pensar en una flota de aviones de combate que no exponen al piloto a los riesgos del combate aéreo).

Durante el experimento, el avión controlado desde tierra fue capaz de realizar varias maniobras, alcanzar una altitud de 40.000 pies (12,2 kilómetros de altitud) y llegar a una velocidad de Match 1,47 (es decir, unos 1.800 kilómetros por hora). Boeing ha comentado que llegaron a someter al avión a aceleraciones de hasta 7G aunque el objetivo es poder llegar hasta 9G (que es la barrera que, una vez traspasada, puede suponer problemas físicos para un piloto de combate).

¿Y cuál será el siguiente paso? Boeing ha transformado 6 aeronaves, por tanto, la Fuerza Aérea dispone de 6 cazas F-16 (denominados QF-16) que se pueden controlar desde tierra. La idea es que, para próximas pruebas, los pilotos puedan realizar pruebas de armamento y comprobar si, por ejemplo, se pueden distinguir objetivos a alta velocidad y verificar la viabilidad de su uso en una eventual situación de combate.

Desde un punto de vista tecnológico, transformar un avión convencional en un avión controlado en remoto es, sin duda, un gran hito tecnológico. Sin embargo, pensando en el uso que hace Estados Unidos de sus drones, no es la investigación sobre robótica más beneficiosa para la humanidad.