La culpa no es de los videojuegos violentos

El pasado 30 de junio, el hijo de 18 años de Andreu Coll Bennássar, Andreu Coll Tur, presuntamente asesinó a su padre en Alaró, un pueblo de Mallorca. Según su propia confesión, lo hizo con un palo con clavos, un arma que aparece en Dead Rising 2. Esto ha sido suficiente para que varios medios tradicionales como El Mundo, El País o El Diario de Mallorca (en cuya información basan sus noticias los otros dos) acusen del crimen de forma más o menos directa a los videojuegos violentos.

Poco importa que Andreu Coll hijo haya explicado que cometió el crimen por las "humillaciones constantes" a las que supuestamente le sometía su padre, a quien acusó de tenerle en una "prisión psicológica". O que fuese el único heredero de una fortuna de unos 50 millones de euros. O que tras asesinar a su padre lavase el cadáver, le quitase sus pertenencias para simular un robo y llevase el cuerpo en su coche, que abandonó en una finca (en realidad, de esto se encargó su cómplice, Francisco, mientras él le seguía en su Audi TT).

Ni siquiera se ha tenido en cuenta el perfil psicológico del chico, que prefirió irse a vivir con Coll Bennássar cuando se divorció de su madre (con quien tenía más afinidad) porque éste era más adinerado. O que hubiese fabricado el arma del crimen tiempo antes del mismo. O que también utilizase un martillo, un jarrón y un bafle. La culpa es de los videojuegos violentos, no de Leroy Merlin.

El joven recreó un arma que vio en un juego en el que hay que matar zombies. También es posible usar katanas (lo cual recuerda otro caso muy sonado en España), un remo con dos motosierras atadas, cuchillos, una silla de ruedas con metralletas o un trozo de carne con dinamita. Pero la culpa es de los videojuegos violentos porque clavó pinchos en un palo.

Por si fuera poco, Andreu contó, como decimos, con la ayuda de su amigo Francisco, a quien conoció mientras jugaba en línea a otro juego, Call of Duty. En este caso la temática es bélica y las armas utilizadas son de fuego. En este crimen en ningún momento se utilizaron pistolas o fusiles, así que los medios se han centrado en explicar que se conocieron de este modo y que dedicaban unas 12 horas al día a jugar. En algunos de estos medios también hablan de la afición del parricida por otros "juegos bélicos" como Infamous 2 o Assassin's Creed III; un párrafo que parece dedicado a demostrar el desconocimiento que el autor del artículo tiene del mundo de los videojuegos.

Se han vendido más de 3,25 millones de juegos de la saga Dead RisingSegún datos de Activision, la última edición de Call of Duty, Black Ops II, logró unos ingresos de 1.000 millones de dólares en los 15 días posteriores a su lanzamiento. No hay cifras exactas de ventas, pero parece seguro asumir que hablamos de varios millones de unidades (unos 14 si dividimos este número por los aproximadamente 70 dólares que cuesta el título) tan solo en estas dos semanas. Dos de estos usuarios han llevado a cabo un asesinato. La saga Dead Rising acumula más de 3,25 millones de juegos vendidos, así que hablamos de un 0,00003% de usuarios que han cometido un crimen supuestamente inspirados en ella. Parece un porcentaje algo reducido como para sacar conclusiones.

Por comparar, sería algo así como acusar a los medios tradicionales, muchos de los cuales tienen un público más reducido, de dar ideas a los criminales que los leen. O, incluso, de fomentar la violencia. Los tres diarios mencionados (que no han sido los únicos en tratar el tema) han realizado un seguimiento de la noticia y han dado todos los detalles que han obtenido sobre ella. En el momento de redactar esta entrada, en sus portadas también aparecen casos de narcotráfico o de crímenes raciales y todos ellos siguieron con detenimiento el juicio a José Bretón, que ha sido declarado culpable de asesinar a sus hijos. Cada día sirven la violencia a sus lectores, pero nadie cree que sean culpables. Tampoco ocurre con el cine o la televisión. Los culpables son los videojuegos violentos.

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