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A principios de este mes se presentó la primera tableta menor de 10 pulgadas con Windows 8, la Acer Iconia W3. Este dispositivo, que he podido probar en persona antes de su lanzamiento es bastante peculiar ya que no se le encuentra el sentido por ninguna parte. A continuación veremos por qué las pequeñas tabletas con Windows 8 pueden estar condenadas al fracaso.

Desde que se lanzaron los primeros dispositivos con Windows 8 al mercado quedo claro que quedaba un hueco por rellenar, el de las tabletas menores de 10 pulgadas. Este hueco en el mercado era especialmente importante dado el éxito que estaban obteniendo dispositivos como el iPad mini. Hasta aquí todo bien, pero desde el primer momento esta idea estaba condenada al fracaso.

Los dispositivos con Windows 8 se caracterizan por ofrecer al usuario la oportunidad de consumir contenidos como otras plataformas tipo iOS o Android, pero también de crearlos como si de un PC tradicional se tratará, y aquí es donde encontramos el gran error de Microsoft. Mi experiencia con el Acer Iconia W3, la primera tableta de este tipo que llega al mercado de Windows 8, ha sido pésima. No tiene ningún sentido trabajar en un escritorio clásico cuyas ventanas son diminutas al igual que toda la interfaz, simplemente es ridículo.

Por si esto fuera poco, y no se viera el error de lejos, Microsoft quiere impulsar la venta de este tipo de dispositivos incorporando en ellos de forma completamente gratuita Microsoft Office 2013, algo que sólo estaba reservado hasta ahora a los dispositivos con Windows RT.

pequeñas tabletas con Windows 8

Evidentemente no podemos comparar un iPad mini con una Acer Iconia W3 ni por los puntos positivos que propone Microsoft, pero tampoco por los negativos. En estos casos la productividad de escritorio no es aprovechable, es un dolor de cabeza para el usuario tener que abrir o cerrar ventanas ya que los botones son simplemente diminutos, no tiene sentido.

Bajo mi punto de vista, la solución para este tipo de mercado sería lanzar dispositivos con Windows 8 que no incluyeran el escritorio clásico sino sólo la pantalla de inicio para que los usuarios los utilicen para abrir aplicaciones, navegar por internet o jugar con los videojuegos, es decir, lo que consideramos consumir contenidos.