Algo huele a podrido en la Academia. Esto es algo de lo que no me cabe ni la menor duda. No tengo claro si es una cuestión política o económica, pero desde luego no es cultural. Un día después de que se conocieran los buenos datos (en cifras) de la taquilla española en su primer trimestre de este año, Enrique González Macho, presidente de la Academia de Cine española, anunciaba el cierre de su quiosco.

Si bien no estamos hablando de sus cines, aunque ha tenido que echar el cierre a alguna de sus salas, sí concluye su actividad como distribuidor, al cerrar Alta Films. O sea, que al día siguiente de confirmarse la linea ascendente del cine español, en cuanto a recaudación se refiere, él anuncia el cierre de su negocio porque la gente ya no va al cine. Toda una paradoja ¿verdad? No sé por qué, me viene a la memoria su discurso en la pasada ceremonia de entrega de los premios Goya, donde aludía a las buenas cifras con las que había terminado 2012, pero para amenazar con que se trataba de un esplendor aparente tras el que e mascaba la tragedia. Si por un lado ya me dio la impresión de que aquel discurso iba dirigido, única y exclusivamente, al gobierno, ahora se confirma, de alguna manera, que estaba aprovechando su tribuna privilegiada para defender más sus propios intereses que los del cine español.

Cosas evidentes: la guerra contra la cultura

Lo que un servidor tiene perfectamente claro es que el gobierno de Mariano Rajoy está en guerra contra la cultura. Una guerra que comenzaba en 2003, con aquella gala de los premios Goya en la que estaba totalmente ausente ese glamour que quería recuperar González Macho este año, pero absolutamente cargada de la reivindicación que tanto le preocupaba fuera a incomodar a los dirigentes del gobierno. El tiro le salió por la culata porque quien quiso señaló, y apuntó muy, pero que muy bien.

Desde mi punto de vista el gobierno utiliza dos líneas estratégicas para combatir la cultura: una visible, y otra invisible. El endurecimiento de la Ley Sinde en la conocida como Ley Lasalle, parece estar más encaminada a la limitación del acceso del usuario a la cultura que a la protección de los derechos de propiedad intelectual. Es el último episodio visible de la estrategia del gobierno que en julio del año pasado "concedía" la condición de lujo a la cultura, incrementándola con un IVA del 21%. La estrategia invisible la podemos comprobar echando un vistazo a la parrilla de las televisiones. Si cadenas privadas, como Tele5, parecieran haber retrocedido en el tiempo ofreciendo una programación que habría hecho las delicias del régimen franquista, en la televisión pública la situación no parece ser mucho mejor. Mientras La2 sobrevive con una programación tan voluble como las relaciones sentimentales de Belén Esteban, y en la que ya no hay sitio no sólo para el cine de autor sino tampoco para el cine en versión original, la primera cadena ofrece un cine al servicio de las grandes audiencias, que no de la calidad y de programación cultural general mejor ni hablamos. En cualquier caso, más que darle la espalda al cine de autor o a la versión original, parece evidente que se trata de una estrategia para rebajar el nivel cultural del espectador, para que se acostumbre a no pensar.

Cuestiones farragosas: cifras y redes

Si el gobierno nos tiene acostumbrados a nuevos varemos para hacer que sus estudios y análisis parezcan favorables, permítanme que no de todo el crédito que ellos a las cifras que elevaban la recaudación de 2012 como la mejor en más de una década. Porque una cosa es la recaudación y otro el número de entradas vendidas. Por ejemplo: es posible que Avatar sea, a día de hoy, la película que más dinero ha recaudado, pero la que más entradas ha vendido sigue siendo Gone with the wind. Es evidente que el precio de la entrada no era el mismo en 1939 que setenta años después, por lo que los resultados varían si hacemos el recuento de una u otra manera. En lo que respecta al cine español en este último año sucede lo mismo. Sí, la recaudación ha mejorado, pero el número de entradas vendidas, según otras fuentes, no sólo no ha aumentado, sino que ha disminuido. Por lo que da lo mismo lo que nos digan, que siempre sabrán cómo maquillar la realidad, tanto los unos como los otros.

Naomi Watts agarrándose a Lo imposible

Ahora, lo que tampoco voy a tragarme son las causas a las que atribuye González Macho el desplome definitivo de la industria, como la piratería. Si le preguntan a un servidor, quien quiere ir al cine va al cine, y quien no se va de copas. De hecho, estoy convencido que muchos de los que se descargan películas, en la mayoría de los casos, van también al cine a ver aquellas películas que les han gustado, y muchas de ellas, si no las hubieran descargado, no las hubieran visto ni en el cine ni en ningún otro sitio. Cierto es que últimamente proliferan las paginas que ofrecen cine, de manera legal, a través de la red. Hace poco en Extracine nos hacíamos eco de un portal del ministerio de cultura, Me siento de cine, que ofrecía el catálogo de todas las páginas en las que se podía acceder a este tipo de oferta, que ciertamente será muy bien aprovechada por aquellos que no tengan acceso a la cultura y al cine, ya sea doblado o en versión original. Lo que me llama la atención es que Enrique González Macho haya puesto carita de cordero degollado para anunciar que cierra una de sus empresas y merma el alcance de otras, sin aludir en ningún momento a filmin, siendo uno de sus inversores y reclamando además que "la verdad es que me quiero ir".

Donde dije digo, digo Diego

Angeles González Sinde y Álex de la Iglesia

Precisamente, la actitud del actual presidente de la Academia choca de lleno con la que tuviera su antecesor en el cargo, Álex de la Iglesia. Cierto es que para un servidor hubo una antes y después tras el paso del director de El día de la bestia por la Academia, marcado por su apoyo y actitud conciliadora hacia los internautas, indignados con la postura de la ministra de cultura, cerrada en todo momento a establecer un simple diálogo con ellos. Qué curioso que quien un día le hiciera entrega del Premio Nacional de Cine entre sonoras carcajadas, le obligaba después a dimitir (siempre de manera elegantemente indirecta). Entre los motivos que se dieron en su momento para esta dimisión, que muchos no entendimos, figuraba la premisa de que el presidente de la Academia no había sabido anteponer su criterio y opinión personal, a los del conjunto de miembros que forman la Academia. Una explicación que carece de sentido porque cuando un colectivo vota para que un individuo les represente lo hace siendo consciente de cuales son sus criterios y opiniones personales, y seguros de que, precisamente, esos valores son aquellos por los que le han elegido.

Álex de la Iglesia junto a Ángeles González Sinde

Y de esta manera Enrique González Macho se presentaba a las nuevas elecciones para presidente de la Academia, en la que su principal oponente no fue otro que Bigas Luna, reciente y lamentablemente fallecido. Desconocido para el gran público debido a que su relación laboral con el cine estaba ligada principalmente a la distribución y la exhibición, no supo tampoco ganarse su confianza. Ni en el discurso de la gala de 2012, en la que se posesionaba en el extremo opuesto a su predecesor, alegando que no sólo que Internet no era el presente, sino que estaba lejos de ser el futuro, ni en este último año, en el que ofreció un discurso críptico, lleno de dobles sentidos y mensajes encubiertos. Lo que me lleva a sospechar que quizás el presidente de la Academia estaba simplemente tratar de salvar el barco del naufragio, pero no el de el cine español, sino el suyo propio. Luego ¿no estaría tropezando con la misma piedra que Ále de la Iglesia? Bueno en realidad en una peor.

Conclusión

De entrada estoy un poco cansado de que sigan hablando de industria audiovisual, como si en España hubiera habido alguna industria del cine alguna vez. Sí la hubo, pero en los tiempos de Franco. Hoy en día, en todo caso, no podemos hablar de otra cosa que no sea un mercado artesanal de productores y distribuidoras que tratan de sacar adelante sus puestos ambulantes. Para postre, nos enteramos hace poco que ya en 2012 tuvo que cerrar sus salas de Palma de Mallorca, que fueron rescatadas por los propios espectadores, que sí consiguieron levantar los cines con una programación en la misma línea de cine de autor y en versión original con la que él fracasaba. Es evidente que no dispongo de todas las piezas del puzzle, estoy hablando de impresiones, formadas eso sí, por los pocos datos que, con todas sus contradicciones, han salido a la luz. Pero todo esto no me suena más a farol, a órdago, o a método de presión. Del gobierno hacia González Macho o en el sentido inverso. Pero lo que es peor, me da la impresión de que la Academia del cine tampoco goza de esa transparencia que se le exige en estos momentos a todas las instituciones. Y dadas las contradicciones de su discurso, desde mi punto de vista Enrique González Macho debería dimitir:

Cines Renoir en Madrid

  1. Por su falta de claridad, honestidad y transparencia.
  2. Porque da la impresión de que aprovecha su cargo, tanto para que su declive profesional alcance mayor visibilidad (le habría ido mejor si se hubiera hecho un Sálvame DeLuxe), como para aprovecharlo en su beneficio si hubiera sido posible.
  3. Porque si no dispone de una estrategia para sacar adelante su propio proyecto personal, mucho menos estará capacitado para cubrir las necesidades de un colectivo con necesidades tan amplias y variadas como las de la Academia de Cine.

Posdata: por mucho que muchos se rasguen las vestiduras lamentándose de que se acaba el cine de autor en España, seguro que otros están relamiéndose ante la oportunidad de hacerse con los títulos de los cineastas que habitualmente traía a la cartelera española la distribuidora de González Macho.