Dentro de tu ordenador portátil, tu PC de sobremesa, Mac, Macbook, netbook o incluso un teléfono móvil hay un lugar donde ocurre todo. Ese lugar es el procesador y hay un alto número de posibilidades, dadas las cuotas de mercado actuales, que esté fabricado por una compañía: Intel. Hace unas semanas pudimos visitar la fábrica que tienen en el norte de Irlanda y ver cómo el silicio se transforma en obleas de color cobrizo que contienen miles de millones de procesadores.

La fábrica de Irlanda se encarga únicamente de la fabricación de las obleas, no del cortado y del ensamblaje, para ello se meten diariamente en un contenedor rumbo a Asia, donde acaban convirtiéndose en lo que podemos ver si abrimos nuestro portátil o PC de sobremesa y curioseamos un poco lo que hay en el interior. Es decir, aquí tiene lugar la magia, el delicado proceso de convertir el silicio que llega en camiones en una pequeña parte de tu placa base capaz de realizar millones de operaciones en un segundo.

El secreto está en la oblea

intel irlanda

El proceso de fabricación de una oblea es extremadamente delicado y se dividen en varias fases y estancias a lo largo de la fábrica, todas controladas por estrictas medidas de seguridad y ambientales. Algunas de las salas donde se manejan las obleas y los futuros componentes del procesador requieren una pureza del aire que es 10 veces superior a la normal, otras, las más especiales, requieren que sea hasta 100 veces. Cualquier imperfección, cualquier micropartícula de suciedad, por mínima que sea, puede echar por tierra todo el trabajo.

Las distintas obleas y materiales de trabajo se mueven mediante una maquinaria al más puro estilo Portal que las cogen de manera robotizada y las mueven entre los distintos lugares de la fábrica. Todo está automatizado y pensado para ser lo más eficiente posible teniendo un mente un único objetivo: hacer una oblea perfecta. Algo que paradójicamente y dada la complejidad implícita no se consigue nunca.

oblea

Para hacernos una idea de hasta qué punto cualquier interferencia puede convertir una oblea en poco más que una bandeja de colores, las partes más pequeñas de cada transistor (que es, en el fondo y en esencia, el componente fundamental del mismo) son seis veces más pequeñas que el virus de la influenza humana.

Transistores diminutos

Cada dos años Intel consigue reducir aún más el tamaño de cada uno de los transistores. Así, a lo largo del tiempo hemos pasado de los 90 nm a los 65, de ahí a los 45, a los 32… los próximos Intel Bay Trail, creados sólo para tablets tendrán 22 y la siguiente frontera son los 14 nm.

En realidad, el auténtico reto para Intel no es conseguir que quepan, por decirlo de una manera simple, la mayor cantidad de cosas en el menor espacio posible, el auténtico reto es poder fabricarlo en serie a unos márgenes de coste aceptables.

Transistores

Por ejemplo, cada oblea utilizada en la fabricación de microprocesadores es redonda, aunque luego el chip resultante y el montado sobre la placa final sea cuadrado ¿Por qué? Simplemente porque fabricarlo así es menos complicado y sale más rentable a la larga. Se efectúa un recorte especial de tal manera que todo lo que hay por en los bordes se pierde.

El proceso de fabricación del silicio, con un 99% de pureza, implica que la formación natural sea en circular, añadido a que la manera de fabricarlo y manufacturarlo también sea radicalmente más sencillo de esta manera.

¿Cómo se mide la potencia, o mejor dicho la frecuencia de un procesador? En ello intervienen varios factores, pero lo más curioso es que esas pequeñas alteraciones por suciedad o imperfecciones en el proceso de fabricación también intervienen y puede que un procesador destinado a funcionar a 3,2Ghz, por ejemplo, acabe siendo vendido como uno de 2,8Ghz, por ejemplo.

Una puesta a cero

Intel fabrica irlanda

Para hacernos una idea de hasta donde llega todo esto, a las pocas semanas de visitar la fábrica esta fue desmantelada por completo y así seguirá durante un tiempo ¿El objetivo? Cambiar la maquinaria para poder fabricar ahí las nuevas obleas con todavía menos nanómetros y más procesador. La Ley de Moore estableció, en el fondo, que el único límite al poder de procesamiento y de lo que podremos hacer en la palma de nuestra mano es la imaginación. El propio Moore dijo que ningún crecimiento expononencial dura para siempre, pero que, en el fondo, podemos retrasarlo para siempre.

Si la industria del automóvil hubiese avanzado tanto como la de los procesadores, todo el mundo estaría conduciendo un Rolls Royce, haríamos más de medio millón de kilómetros con un depósito y sería más barato tirarlo al desguace que aparcarlo Craig Barrett