Normalmente solemos asociar la exploración espacial a proyectos de índole público, sin embargo, estas actividades se apoyan en colaboraciones público-privadas o en contratos con empresas del sector aeroespacial que, precisamente, tiene un papel determinante en muchas de estas misiones. Este año 2012 hemos visto cómo una empresa privada operaba una nave de carga que llevó suministros a la Estación Espacial Internacional (la nave Dragón. Esta tendencia también se está materializando en Rusia y Energia, una compañía del sector aeroespacial ruso, ha terminado el diseño de una nave espacial tripulada con la que esperan, incluso, llevar a los cosmonautas rusos a la Luna.
Energia ha anunciado que los trabajos de diseño de la nave espacial se han terminado ya y, por tanto, encararán la fase de desarrollo de la misma con el objetivo de iniciar pruebas de vuelo en el año 2017. A diferencia de SpaceX, la compañía que opera la nave Dragón, Energia está trabajando en esta nave dentro de un contrato que suscribieron con el gobierno ruso en el año 2009 y con el que esperan poder diversificar las misiones espaciales rusas gracias a una nave mucho más versátil.
Hemos terminado el proyecto técnico de diseño teniendo en cuenta el hecho de que esta nueva nave espacial deberá ser capaz de llegar a la Luna además de a otros lugares. [...] Si somos capaces de conseguir financiación podremos empezar las pruebas de vuelo en 2017
En este sentido, Vladimir Popovkin, responsable de la Agencia Espacial de Rusia, ha comentado que el objetivo de esta nueva nave espacial es llevar tripulaciones a la Estación Espacial Internacional pero también debe ser lo suficientemente flexible como para llegar a otros destinos, como por ejemplo, la Luna. De hecho, para cumplir con este requisito, la nave soporta múltiples configuraciones dependiendo del tipo de misión a realizar o la órbita a seguir (terrestre o lunar).
Esta nueva nave espacial, que está siendo desarrollada por una empresa privada, parece ser la punta del iceberg de los planes gubernamentales de incentivar la industria aeroespacial rusa y establecer un clúster empresarial entre fabricantes de vehículos espaciales, fabricantes motores y la industria auxiliar para obtener mejores resultados y, claro está, disipar la mala imagen que han dejado algunas misiones fallidas como el de la sonda Fobos-Grunt o los tres satélites perdidos del GLONASS en 2010.