Seguimos adelante, una semana más, con el plan de Walter para derrotar a los Observadores. La serie afronta su recta final dejando de lado la venganza y el dolor de Peter y Olivia, aspectos tratados en capítulos anteriores, y que han llevado a la pareja a un punto de equilibrio necesario para ambos. Es Walter el que ahora nos preocupa, el científico loco se marca un viaje alucinógeno por su pasado y los lugares más oscuros de su mente luchando contra si mismo, su arrogancia y su complejo de Dios.

Este noveno capítulo recuerda a los episodios experimentales de pasadas temporadas, los famosos: Brown Betty, Lysergic Acid Diethylamide, y Letters of Transit. Con Black Blotter seguimos la línea trazada por esos anteriores trabajos y nos sumergimos en un capítulo plagado de fantasmas del pasado, secuencias oníricas y con múltiples referencias al Mago de Oz.

Cuidado, a partir de este punto spoilers

La radio y el niño

La radio que el equipo había recuperado en aquel pequeño universo del capítulo (5x06) empieza a emitir una señal. Peter, ya sin el implante en la cabeza, Olivia y Astrid se afanan en localizar el origen de la señal con la esperanza de encontrar a Donald. Ayudados por Anil y con un poco de tecnología, Olivia y Peter llegan a un bosque, el escenario de una lucha entre hombres y Observadores; hay varios cadáveres, una vieja caravana y una antena que emite una señal de radio. En la caravana encuentran un cadáver ¿Donald? Pues no, se trata de Sam Weiss un viejo conocido del que hacía mucho que no teníamos noticias. Sam está muerto, murió defendiendo la señal de radio y parte del plan de Walter, aunque el científico nunca lo conoció.

Para aquellos que no lo recuerden Sam regentaba una bolera y apareció en la segunda temporada como "terapeuta" de Olivia recomendado por la mismísima Nina. En la tercera temporada el papel de Sam y de su familia fue muy importante porque formaban parte integral de la mitología que la serie fue entretejiendo. Volviendo al capítulo de esta semana seguimos sin saber quien es Donald, muchos apostaban por Sam pero ya podemos descartarlo. ¿Será alguien que ya conocemos o un personaje totalmente nuevo? Yo apuesto por la teoría de un viejo conocido ¿y vosotros?

Olivia y Peter vuelven a triangular la señal de radio y descubren que se emite desde una isla en mitad de un lago. Un lugar alejado de la civilización hasta el que se desplazan con Walter y Astrid. En la isla encuentran una casa y en la casa a una pareja que lleva cuidando veinte años del niño observador, un niño que no ha envejecido ni pronunciado una sola palabra en todo ese tiempo. Un niño, al que ellos llaman Michael, fundamental para el plan y que acaba dejando atrás a sus cuidadores para unirse al equipo de Walter. Curiosamente el pequeño recuerda a Olivia y eso que su encuentro sucedió en otra línea temporal, pero todo se explica diciendo que los Observadores viven y perciben el tiempo de manera diferente.

Ahora que Peter no tiene el implante en la cabeza ya no puede predecir futuros ni teletransportarse, su cerebro ya no está modificándose pero le han quedado secuelas de su coqueteo con tan avanzada tecnología; sufre migrañas e insomnio. ¿No le quedará ninguna habilidad, algún poder residual de los Observadores? Tal vez al estar en contacto con Michael, el niño, algo se active en su cerebro.

Las alucinaciones de Walter

Me he convertido en muerte, destructor de mundos.

John Noble vuelve a deslumbrarnos con su interpretación y este capítulo, especialmente diseñado para su lucimiento, nos recuerda que el alma de Fringe es este científico loco en constante conflicto consigo mismo.

Walter, colocado de ácido, vive la aventura en un permanente estado alucinógeno que le lleva a enfrentarse con su mayor temor, convertirse en el hombre que solía ser. En su viaje psicotrópico le acompaña el fantasma de su asistenta, Carla Warren, quien le recuerda que no puede escapar de si mismo. Ella fue su ayudante durante su época más oscura y despótica, cuando se creía un Dios, un Dios que planeaba cruzar a otro universo para salvar a Peter. Carla, una persona religiosa, pensaba que había ciertas fronteras que la ciencia no debería cruzar.

No será el único fantasma que ronde la frágil cordura de Walter, una Nina mucho más joven hace acto de presencia para actuar como Pepito Grillo e intentar pararle los pies al ego del mayor de los Bishpo. Walter es consciente de que se está quedando sin tiempo, de que no puede controlarse y de que su viejo yo está determinado a volver. Parece que el peligro más acuciante para el grupo es él y no los Observadores.

Las drogas le afectan: ve hadas verdes, camareros que le ofrecen más alucinógenos, fantasmas del pasado, la Ciudad Esmeralda, la realidad en una pantalla de televisión... pero gracias a las drogas Walter es capaz de recordar la contraseña para liberar a Michael de sus cuidadores, ese “Paraguas Negro” que le rondaba desde hacía tiempo por la cabeza. La escena que sigue el proceso mental de nuestro científico para encontrar, en el batiburrillo que es su mente, la contraseña es un claro homenaje a los Monty Phyton que no desentona con el conjunto.

El final es poderoso, nos muestra a Walter sentado en el laboratorio mientras su vida se despliega visualmente sobre las paredes, una imagen preciosa que deja al espectador hundido, tal y como lo está el personaje. Parece que los guionistas están preparando el camino para la despedida total de Walter, es como si el personaje tuviese que pagar por aquella arrogancia que tanto mal causó. Siempre he creído que lograría el equilibrio, superar las consecuencias de sus actos y llegar a un estado de paz y bienestar. Walter dejaría de estar solo pero el final del episodio indica lo contrario, nuestro Walter podría desaparecer para siempre y entonces sería obligado un sacrificio final – y de los grandes – para arreglarlo todo.