Desde hace algún tiempo, los fabricantes chinos de equipos y terminales de comunicaciones ZTE y Huawei estaban bajo "la lupa" de Estados Unidos por sus supuestas vinculaciones al gobierno chino y, por tanto, las dudas que tenían las autoridades estadounidenses sobre si los equipos de estos fabricantes podrían contener puertas traseras y sistemas de espionaje que beneficiasen a China. Esta sospecha propició que se formase una Comisión de Investigación en el seno del Comité de Inteligencia del Congreso que, hoy mismo, ha publicado sus demoledoras conclusiones: el Comité de Investigación del Congreso recomienda que el Gobierno Federal no use equipos de estos fabricantes.
La noticia, realmente, era algo esperado y dentro de las declaraciones de algunos antiguos analistas de inteligencia que han estado "aderezando" esta investigación a pesar de los comunicados y declaraciones de estos fabricantes. ¿Y dónde radica el problema de estos sistemas? ¿Dónde han encontrado las pruebas que indican que ambos fabricantes de equipos trabajan para los servicios de inteligencia de China? Realmente, las pruebas no son tan claras puesto que las conclusiones se apoyan en la imposibilidad de ZTE (que fue fundada por un ex-militar chino) y Huawei de defenderse de las acusaciones.
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Ambas compañías han sido llamadas a declarar por la comisión para que esclareciesen cuáles eran sus vinculaciones con el gobierno chino (del que se supone que obtienen grandes subvenciones con las que abaratar los precios de mercado y captar clientes en todo el mundo). Ni ZTE ni Huawei, durante sus declaraciones, despejaron las dudas de los miembros del comité sobre su estructura corporativa, acuerdos financieros o su dirección empresarial, así que, tras las distintas vistas y las pruebas presentadas en las que se acusaba a las compañías de incumplir las normas federales sobre inmigración ilegal, corrupción o la violación de patentes y copyright de software han recomendado el bloqueo de sus ventas por razones de seguridad:
Sobre la base de la información disponible, reservada y no reservada, no se puede confiar en que Huawei y ZTE estén libres de la influencia de un estado extranjero, y por ello presentan una amenaza para la seguridad de Estados Unidos y nuestros sistemas
La conclusión, indudablemente, es demoledora para ambas compañías máxime si tenemos en cuenta que Huawei es actualmente el segundo fabricante mundial de equipos para operadoras (siendo Ericsson el fabricante con mayor cuota de mercado) y ZTE ocupa el quinto lugar puesto que la recomendación es que dejen de comercializarse los equipos de ambos fabricantes por la amenaza que suponen para la seguridad nacional. ¿Y qué tiene que ver el uso dentro del Gobierno con una eventual prohibición de venta en el país? Si tenemos en cuenta que las comunicaciones corporativas pueden ser prestadas por un operador, la prohibición de uso en aplicaciones gubernamentales veta su uso en múltiples escenarios (cualquiera que se catalogue como "sensible") y si a esto le sumamos la posibilidad de que se bloquee el uso de sus terminales, el daño para ambas compañías podría ser bastante grande (dado que son terminales que muchas operadoras estadounidenses ofrecen dentro de sus portfolios de productos).
De todas formas, por ahora las conclusiones no dejan de ser recomendaciones que tendrán que ser estudiadas por el Congreso aunque las compañías afectadas, como era de esperar, no han tardado en realizar comunicados oficiales ante estas conclusiones. Uno de los primeros en hablar fue William Plummer, portavoz en Washington de Huawei, que comentó que esta decisión afecta a los empleados estadounidenses de la compañía que, hoy en día, es un operador global con presencia en países de todo el mundo y parecen una cortina de humo lanzada en plena campaña electoral. Y a nivel general, Huawei ha publicado en su web un comunicado oficial en el que arremete contra la solidez de las conclusiones.
Hong Lei, Portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno de China, también ha comentado el caso indicando que espera que el Congreso de Estados Unidos deje a un lado los prejuicios y trabaje por el beneficio de las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos (y no únicamente por las de EE.UU.).
Una situación compleja que podría empeorar si el Congreso toma a bien las consideraciones de la Comisión y realmente pone en marcha los mecanismos que bloqueen el uso y venta de los equipos de ambas compañías. ¿Amenaza real o proteccionismo del mercado? Sin pruebas concluyentes en ninguno de los dos sentidos es complicado posicionarse pero viendo que el creciente dominio de China en el ámbito comercial y como economía mundial, no sería rara una medida proteccionista en plena campaña presidencial estadounidense.