La serie de terror gótico, American Horror Story, dio la campanada durante la temporada pasada. El éxito fue arrollador, y una lluvia de premios y reconocimiento cubrió a Jessica Lange. La veterana actriz se dejó la piel y el alma interpretando a Constance, la crítica y el público se rindieron a sus pies. La cadena FX no dudó en renovar la serie para una segunda temporada. Tras una campaña de promoción bastante cargante, cada día aparecía un nuevo e inquietante teaser por fin se ha estrenado American Horror Story: Asylum.

El primer capítulo congregó a 3,85 millones de telespectadores ante el televisor, unas excelentes cifras que posiblemente se mantengan a lo largo de los trece capítulos que conformaran la temporada.

Cuidado, a partir de aquí, spoilers

Welcome to Briarcliff

El primer capítulo de la nueva era nos abre la puerta a un nuevo mundo. La serie se reinventa dejando atrás Los Ángeles y la casa plagada de fantasmas para trasladarse a un asilo mental. El prólogo nos sitúa en la época actual pero el epicentro de la historia tendrá lugar en 1964.

Una joven pareja, en plena luna de miel, nos introduce en la mansión Briarcliff. El lugar fue contruido en 1908, se convirtió en el centro de tuberculosis más grande de la costa este. Alrededor de 46.000 personas murieron entre sus muros, sus cuerpos eran arrojados por un túnel conocido como “La caída de la muerte”. En 1962 la iglesia católica compró el lugar y lo reconvirtió en un manicomio. El interno más famoso llegó dos años después, su nombre era Cara Sangrienta.

El matrimonio no sale bien parado de su visita a Briarcliff, su experiencia sirve de puente entre el presente y el pasado. Un pasado de lo más truculento, plagado de injusticias, de dolor y de miedo; todo ello presentado con una excelente fotografía, golpes de efecto, narrativa discontinua, sexo gratuíto, y grandes interpretaciones.

Nuevos personajes, algunos con caras conocidas; nuevas localizaciones y nuevos misterios. Esta temporada puestos a rizar el rizo, Ryan Murphy y su equipo coquetean con varios géneros tópicos y típicos del terror: perturbados mentales, asesinos en serie, abducciones extraterrestres, maltrato físico y mental; y experimentos con seres humanos.

La hermana Jude -impecable Jessica Lange – lo deja bien claro:

Todos los monstruos son seres humanos.

El sufrimiento del inocente

La presentación de personajes ha sido rápida y efectiva. Sabemos que la hermana Jude (Lange) dirige la institución con mano de hierro, que la dulce e inocente hermana Mary Eunice la asiste pero más que una ayuda resulta una carga. Ambas obedecen fielmente a su inmediato superior, Monseñor Timothy Howard (Joseph Fiennes). El único capaz de calmar la fiera que Jude lleva dentro, y es que la monja está secretamente enamorada de él.

James Cromwell da vida al doctor Arthur Arden, un hombre inquietante que realiza extraños experimentos con los pacientes de la institución. La lucha entre Arden y Jude está servida, la monja no da tregua, mientras que el doctor sigue adelante con escalofriantes pruebas.

A la institución hay varios pacientes mentales como la ninfómana Shelley (Chloë Sevigny) pero durante el capítulo llegan al lugar dos personas que no deberían estar encerradas en ese agujero infernal; el joven Kit Walker – convincente Evan Peters – y la periodista Lana Winters interpretada por Sarah Paulson.

Ambos son víctimas de las circunstancias sociales que les ha tocado vivir, en 1964 Kit estaba casado con una mujer negra, algo ilegal en muchos estados; y Lana es una lesbiana que vive con su pareja, una maestra de escuela que no puede permitirse el lujo de que se sepan sus inclinaciones sexuales. Sus elecciones vitales y personales les convierten en las objetivos perfectos de la injusticia y la crueldad. A Kit le acusan de ser Cara Sangrienta, un asesino en serie que despellejó vivas a tres mujeres. La última, su propia esposa. Sin embargo la verdad es que el joven fue abducido por extraterrestres. Al principio creía que los flashbacks de Kit eran delirios pero al ver lo que el doctor Arden le saca del cuello me convencí.

Lana acaba recluida en Briarcliff por ser demasiado curiosa. Si la historia de Kit me dolió, la de Lana me produjo un gran desasosiego como en su momento lo hizo el relato Sólo Vine a Llamar por Teléfono de Gabriel García Márquez. Además la forma sibilina y amenazante con la que Jude coacciona a la pareja de Lana me dejó de piedra, cuanta frialdad y fuerza encerrados en ese cuerpo.

No creo que sea fácil visionar los horrores de Briarcliff, teniendo en cuenta la simpatía que me despiertan los dos personajes, a priori, más débiles y trágicos de la serie.

Resumiendo

Así que seguimos teniendo a una Jessica Lange en estado de gracia, y una serie que se reinventa a cada minuto buscando impactar al espectador, cueste lo que cueste. Esto puede llegar a ser agotador, pero aquellos que disfrutamos de la primera entrega de AHS conocemos las reglas por las que se rige Murphy; así que en seguida sintonizaremos con esta remodelada historia de terror.

Fascina la facilidad del producto para mezclarlo todo sin llegar a empachar o resultar cargante. Estilísticamente sigue siendo una de las series más disfrutables de la pequeña pantalla. El miedo y el morbo van juntos de la mano, y si la monja puede llevar una sensual ropa interior de color rojo, disfrutemos del asilo, de la locura y del horror. Aquí no hay término medio, o te encanta o la detestas. Yo estoy encantada con el capítulo ¿vosotros?

9 respuestas a “‘American Horror Story: Asylum’ no tiene punto medio”