Un equipo de investigadores de la Universidad McMaster ha descubierto que la tioridazina, un antipsicótico utilizado para el tratamiento de la esquizofrenia, mata con éxito a las células madre cancerosas en el ser humano. El fármaco evita los efectos secundarios tóxicos de los tratamientos convencionales contra la enfermedad.

Según el científico Mick Bhatia, principal investigador del estudio:

El aspecto inusual de nuestro hallazgo es la forma en que éste fármaco actúa sobre el ser humano, mata a las células madre del cáncer mediante el cambio en células que no son cancerosas.

Y es que a diferencia de la quimioterapia y la radioterapia, la tioridazina no parece tener un efecto sobre las células madre normales. Una investigación que ofrece la posibilidad de una nueva vía para el desarrollo de medicamentos contra varios tipos de cáncer ya que se han encontrado otra media docena de fármacos que tienen potencial para actuar como el antipsicótico.

Durante los últimos 15 años muchos investigadores han creído que las células madre son la fuente de muchos tipos de cáncer. Ya en 1997 un equipo de Canadá identificó por primera vez células madre cancerosas en ciertos tipos de leucemia. Hoy las células madre de cáncer ya han sido identificadas en la sangre, mama, cerebro, pulmón, gastrointestinal y cáncer de ovario.

Lo conseguido ahora desde la Universidad McMaster, probando más de una docena de compuestos diferentes, ha sido posible gracias a un estudio pionero a través de un sistema robótico completamente automatizado para identificar la viabilidad. Según Bhatia:

A partir de ahora podemos probar miles de compuestos, y con el tiempo definir un fármaco candidato que tenga pocos efectos sobre las células madre normales y a la vez mate a las células que inician el tumor.

La tioridazina trabaja sobre el receptor de la dopamina en la superficie de las células cancerosas tanto en la leucemia como en pacientes con cáncer de mama. Esto significa que puede ser posible utilizarlo como marcador biológico que permita la detección temprana y el tratamiento en los primeros signos de progresión.

Y es que el siguiente paso es poner a prueba la tioridazina (y el resto de fármacos) en ensayos clínicos dirigidos a pacientes con leucemia mieloide aguda cuya enfermedad haya reaparecido después de la quimioterapia. La idea es averiguar si el fármaco puede remitir el cáncer previniendo su regreso.

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