Hay algo de fascinante en aquellos artistas que parecen surgir de la locura. Muchas veces con algún problema mental, viven en habitaciones llenas de basura y su vida es un misterio, pero un buen día su obra se revela, una obra producida a medias entre el despropósito de la locura y los chispazos de genialidad.

El fotografo

Miroslav Tichy fue un fotógrafo de historia y obra única. Nacido en la República Checa en 1926 fue fotógrafo entre los años 60 al 85 donde tomó miles de fotos a escondidas a mujeres de su pueblo natal en Kyjov. Utilizaba cámaras caseras hechas por él mismo y las revelaba en su propia casa creando además rústicos marcos para sus imágenes. Sus fotografías eran únicas y la mayor parte fueron destruidas por él mismo. Fue reconocido como fotógrafo recién en 2004, y vivió hasta el final de sus días preso de la demencia en su natal Kyjov.

En el pueblo era considerado más un excéntrico que otra cosa, fue arrestado en varias ocasiones por sacar fotografías en piscinas publicas, pero al final llego a ser considerado como una rareza más del lugar. Algunas de las mujeres fotografiadas incluso posaban al enfrentarse a las improbables cámaras sin darse cuenta quizás que estas de verdad funcionaban.

Las cámaras

Alguna vez este fotógrafo dijo que para el arte era necesario cometer errores, y para eso es necesario tener una mala cámara. Sus cámaras, construidas por él mismo con más ingenuidad que arte, estaban lejos de ser buenas pero sacaban fotografías con un aire especial y su propia personalidad.

Las cámaras eran construidas utilizando cualquier elemento que encontrara a su disposición: Cartón y madera aglomerada para el cuerpo, sellando la entrada de la luz con la brea con la que se hace el asfalto. Rollos de papel higiénico y tubos plásticos de plomería para los objetivos.

Sus lentes estaban hechas de plexiglas al que le daba forma con papel de lija y finalmente pulía con una mezcla de pasta de dientes y ceniza de cigarrillos. El resultado eran adefesios que a pesar de todo funcionaban.

Las fotos

A pesar de que en su obra trabaja temas del movimiento y el contraste, hay una temática que se convierte en su obsesión. El tema principal de su obra fueron las mujeres de su pueblo natal. Entre el arte y el vouyerismo este fotógrafo construyo su obra a partir de este único tema: rostros, caderas, piernas, traseros y pechos pueblan sus imágenes, fotografías casi borrosas a causa de la técnica, pero al mismo tiempo, o quizás por esto mismo, con mucha presencia. Sus retratos son instantes robados, figuras casi adivinadas. Muchas de estas fotografías fueron realizadas en la piscina pública de Kyjov a través de una reja. Esta reja se convierte en un tema repetido, dándole mayor fuerza a la idea de fruta prohibida, de placer escondido.

Via: Petapixel