Durante las pasadas semanas he tenido la oportunidad de disponer de una Sony NEX-7 para mí sola, de sacarla de paseo por Madrid y exprimir hasta el agotamiento algunas de sus funciones. La conclusión: no decepciona; pero vayamos por partes y analicemos detenidamente este diamante en bruto del universo de las cámaras sin espejo.
Aspecto
Aunque tiene un acabado retro se nota perfectamente que es una cámara moderna, quizá tenga un cuerpo demasiado cuadrado que al principio no convence. Sinceramente, cuando la vi no me impactó tanto como otras de Panasonic o Pentax que ya había visto. Sin embargo, la presentación en la caja es el mejor packaging que he visto hasta ahora en una cámara, hasta el último detalle está realmente cuidado.
Extrayendo mis primeras conclusiones, lo que más me impactó fue el tamaño de la pantalla, 7’6 centímetros en los que las imágenes se ven a la perfección.
Manejo
Nada más cogerla me sorprendió su peso (¡y eso que venía con un 24mm de prueba!), pero también su consistencia. He de avisar que no es una cámara de bolsillo, pero a cambio tenemos un cuerpo duro y resistente y un agarre (grip) del que nadie podría tener queja, yo la llevaba muchas veces en una mano y ningún problema: se adapta perfectamente.
La pantalla abatible de la que dispone es algo limitada y obliga a tocar demasiado el LCD así que acabé por no usarla excepto cuando la cámara iba montada en el trípode.
Calidad
No podría pedirse más para una cámara de este tipo, puede realizar la mayoría de acciones igual o mejor que una réflex de gama media. Los 24 megapíxeles no nos son indiferentes, al igual que debo destacar la fidelidad en los colores y un contaste optimizado.
Por otra parte, la manera en la que el sensor responde a los valores ISO altos me dejó, sencillamente, alucinada. Aquí tenéis una muestra tomada con valores ISO a 6.400 que está perfecta. Es a partir de ese valor cuando empezamos a notar una mínima aparición de ruido, que sólo es realmente molesta con un valor de 16.000.
Software
Aunque una vez que aprendes a controlar los distintos menús la cámara responde a la perfección y con mucha rapidez, familiarizarse con ella no fue tarea fácil en un principio, debido a la extraña disposición de algunas opciones, situadas todas al mismo nivel sin ningún tipo de orden o jerarquía.
Por otra parte, dispone de tres ruedas sin una función específica que funcionan una rapidez y precisión sin igual. En el modo manual se corresponden modifican tiempo de exposición, diafragma y sensibilidad, sin necesidad de tener que acceder al menú para tomar la imagen. Las ruedas cambian su función en los distintos modos y facilitan el trabajo del fotógrafo.
La NEX-7 tiene, además, varias combinaciones personalizables que son idóneas para aquellas personas que quieren sacarle el máximo partido a la cámara.
Las posibilidades de enfoque manual me han dejado maravillada, ya que la cámara permite hacer zoom para enfocar el objeto deseado y luego volver a abrir el campo y realizar la captura, y también cuenta con focus peaking que marca en color rojo las zonas que están en foco.
Otros detalles
La cámara dispone de un EVF (Electronic View Finder) que no termina de invitar a utilizarlo ya que no es muy cómodo; ocurre otro tanto con el flash, que es insuficiente y casi d juguete si lo comparamos con el resto del cuerpo.
Por otra parte, es posible utilizar una gran cantidad de filtros o modos (como el detector de caras) y realiza panorámicas (también en 3D), aunque es tarea imposible conseguir una sin utilizar el trípode. Otro de sus puntos fuertes es su disparo en ráfaga de hasta 10 fotogramas por segundo, que unido a la rapidez del equipo hacen de ella la compañera perfecta para eventos deportivos o fotografía a niños.
Conclusiones
Sin duda la NEX-7 no dejará indiferente a nadie, aunque su elevado precio (en torno a los 1.100 euros el cuerpo) y su alto rendimiento la convierten en una cámara destinada a profesionales que necesitan un segundo equipo más que para usuarios de compactas que quieren dar el salto a otro tipo de fotografía.